Éric Toussaint: "El eslabón más débil en Europa son los bancos"

Eric Toussaint

Eric Toussaint

Credito: Archivo

14 de octubre de 2011.- El profesor Éric Toussaint ha escrito y coordinado junto a Damien Millet una obra coral titulada La deuda o la vida (Editorial Icaria). En vísperas de una manifestación este sábado, 15 de octubre, en diferentes ciudades de Europa de los llamados indignados -cuyo epicentro estará en Bruselas- la cuestión de la deuda soberana y de la crisis de la zona euro cobran un mayor protagonismo si cabe. Toussaint, presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CATDM), ofrece en su último libro su perspectiva acerca de la actual situación de crisis que atraviesa Europa y que, según sus palabras, no dista mucho de lo sucedido en países de América Latina en los años 80 y 90 del siglo pasado.  

El título del libro es La deuda o la vida. Dicho así parece que alguien nos está robando.

  Claro que nos roban. Los grandes accionistas de los bancos continúan teniendo hoy toda la libertad para hacer lo que les plazca, a pesar de la crisis, a pesar de los aspectos más controvertidos de sus actividades. Aspectos que, cabe recordar, provocaron precisamente la crisis en el 2007, una crisis iniciada en Estados Unidos y que finalmente contagió a Europa. Y a pesar de sus nefastas actividades, ni Estados Unidos ni nadie ha tomado realmente medidas para disciplinar a estas instituciones que ahora, otra vez, están varias de ellas al borde de la quiebra, como ha sucedido con el banco franco-belga Dexia, que ha tenido que ser rescatado por segunda vez, exactamente tres años después de un primer rescate. Hay que tener en cuenta que las instituciones bancarias están tan interconectadas entre ellas que la quiebra de una o de dos puede tener un efecto desastroso sobre el conjunto del sistema financiero. No hay que subestimar los peligros actuales en este aspecto.  

¿Por qué los mercados no acosan a Francia y Alemania, que cuentan con una deuda pública superior a la de España?

  Los mercados, es decir, los grandes bancos, los fondos de pensiones, las aseguradoras, lo que llamamos inversores institucionales, especulan con los eslabones débiles de la Unión Europea, y los eslabones débiles ahora son países como Grecia, Portugal, Irlanda, España o Italia. No hay duda que en un año, o quizá menos, también se especulará contra Francia y contra Bélgica, mi país. Creo que es cuestión de semanas o meses en el caso belga. Su spread actual es de más de 200 puntos básicos. Es más fácil atacar los eslabones más débiles de una cadena que empezar por atacar a los más fuertes. Esto no quiere decir que vayan a parar. España e Italia serán los siguientes, después Francia y quizá, por último, Alemania. Nadie en la Union Europea puede considerarse inmune frente a mercados que actuan en total libertad para sacar provecho de la situación obteniendo beneficios a corto plazo. Lo grave es que estos mismos especuladores están en estos momentos en una situación virtual de quiebra. Es una situación escandalosa.   

¿Los propios bancos que salvan los países atacan a esos países?

  Exactamente. Los Estados están ayudando a los bancos a seguir desestabilizándolos. Es la pura verdad, es lo que está ocurriendo. No es una visión ideológica, es la lectura de la pura realidad.  

Eso es casi como decir que el sistema se come a sí mismo.

  De alguna manera, porque para los banqueros y otras instituciones financieras lo único que cuenta es el máximo beneficio a corto plazo. No tienen una visión a largo plazo, porque ellos piensan que los riesgos que tomen a medio o largo plazo serán rescatados por las instituciones públicas para reducir o eliminar sus pérdidas.  

Como presidente del CATDM, ¿cree que se ha aprendido algo de las enseñanzas de los 30 años de ajuste estructural en los países, por ejemplo, de América Latina?

  Los gobiernos de Europa demuestran que no quieren sacar lecciones de los 30 años de neoliberalismo en América Latina. Desde la Comisión Europea (CE) a los gobiernos nacionales, y por supuesto, el Gobierno del Estado español, se implementan políticas de ajuste, de reducción del gasto público, que deprimen la demanda global y generan un crecimiento reducido o simplemente recesión. Incluso Alemania, que había logrado sacar ventaja de la situación porque había logrado tener un superávit comercial con los países de la periferia europea (Grecia, Portugal, España), ha entrado ahora en dificultades económicas. Toda Europa está implementando el mismo tipo de política y los modelos basados en lograr crecimiento a través de exportaciones no funcionan, más que nada porque todos hacen lo mismo. He estado cinco veces en América Latina y varios altos representantes de diferentes gobiernos me han preguntado: "¿Cómo es posible que los gobiernos de Europa no hayan sacado lecciones de nuestra experiencia y estén empeñados en repetir los mismos errores?".  

¿Qué comparación hace usted entre plan de ajuste en África, es decir plan de ajuste estructural del FMI, y los planes de austeridad en Europa?

  Pienso que existe un paralelismo evidente. Son las mismas medidas del llamado Consenso de Washington, que están implantando en Europa. ¿Cuáles son esas medidas? Recorte del gasto público, despidos masivos de los funcionarios públicos, importantes privatizaciones, aumento de los impuestos indirectos tipo IVA, cambios en el mercado laboral, cambios en el sistema de jubilación (aunque en el caso de África nunca hubo jubilación, obviamente, pero sí en varios países de América Latina). Es exactamente el mismo esquema que produce una degradación de las condiciones de vida y resultados económicos muy pobres en términos de crecimiento.  

Todo esto que cuenta me recuerda a aspectos que vivimos muy de cerca estos días.

  Pues sí. Los acuerdos dictados por la troika (CE, FMI y BCE) a Grecia, Portugal e Irlanda son exacamente las medidas que se implementaron en América Latina durante las épocas del mandato de Carlos Menem en Argentina, medidas que desembocaron finalmente en el desastre y la rebelión de 2001, el famoso corralito. Europa está viviendo más o menos la situación de América Latina de la década de los 80 y los 90. La gente empieza ahora a entender el desastre que representa todo esto. Le costó años a América Latina levantar el vuelo. Espero que Europa no atraviese 10 o 15 años de neoliberalismo. Espero que gracias a la conciencia social, a la movilización de la ciudadanía, se va a dar un vuelco para cuestionar la legitimidad de la deuda pública, que aumenta porque se transfiere deuda privada a los gobiernos. En España, la deuda pública representa solamente el 17% de la deuda total. Está claro que la tendencia es transferir deuda privada al gobierno español, como ha ocurrido en casos emblemáticos como el de Irlanda, donde un país modelo, de déficit cero, de paro nulo, ha visto como con la quiebra de los bancos y la exposición de la burbuja inmobiliaria se encuentra ahora con un endeudamiento público masivo porque el tesoro público tuvo que asumir el coste del rescate bancario. Esto está todavía en camino en un país como España.  

Este fin de semana, Merkel y Sarkozy parecen haber llegado a un acuerdo "total", "una solución duradera para los problemas de Europa". Y Barroso ha presentado un plan para recapitalizar la banca. ¿Qué opina del papel de la CE en esta crisis?

  Los planes actuales de la CE siempre tienen un gran atraso. Ahora están respondiendo a la fase previa de la crisis. Tanto a nivel de la metodología como a nivel del volumen a disposición del Fondo Europeo de Estabilidad para intervenir. Este fondo, que llega a 440.000 millones de euros, es totalmente insuficiente, incluso si duplican, y ese fondo tiene que intervenir en Grecia, Portugal, Irlanda, España, etcétera. Se está ofreciendo el mensaje a la opinión pública que todo está bajo control cuando en realidad el suelo está derrumbándose bajo sus pies.  

¿Caerá Grecia?

  Para mi, el eslabón más débil en Europa son los bancos. Se habla mucho de Grecia pero en realidad los más frágiles ahora son los bancos. Dexia ya es un claro ejemplo, pero también BNP Paribas, Société Generale, la misma Deutsche Bank, Intesa Sanpaolo en Italia y hasta grupos como Santader y BBVA. Esa es mi opinión. Veremos en los meses que vienen quién realmente se encontrará con más dificultades, si los bancos o Grecia, Portugal o Irlanda.  

En su libro menciona a menudo la "doctrina del shock" de Naomi Klein. ¿Nos hemos quedado sin narrativa, sin historia, estamos desorientados?

  Lo que estamos viviendo es la implementación de la estrategia descrita por Naomi Klein, llamada "la estrategia del shock". Por ejemplo, hace unos días, el Corriere de la Sera reveló el contenido exacto de la carta del BCE a Italia

que le hizo llegar a inicios del mes de agosto. Allí está la descripción exacta de la "estrategia del shock". Más que recomendaciones era un dictado sobre temas que no son para nada de la competencia del BCE. Ejemplos: la creación de los convenios colectivos del mercado laboral. Es una intromisión de instituciones multilaterales que no incluyen en su misión cuestiones como el mercado laboral. Todo el mundo sabe que el objetivo del BCE es combatir la inflación. Lo que digo en el libro es que en 2008-2009 tuvimos un pequeño lapso de tiempo en el que todavía no se implementaba totalmente la "estrategia del shock" pero que a partir de 2010-11 estamos en la parte agresiva de su implementación y es fundamental para mi lo que puede ocurrir el 15 de octubre. Los indignados, sean de donde sean, ahora en Bruselas, protestan porque ven que se favorece a unos intereses privados contra los intereses de la mayoría. Y eso es una pérdida total de confianza de una parte importante de la ciudadanía respecto a los que nos gobiernan.

  ¿Qué alternativas sugiere usted en su libro?  

Es necesaria una solución radical sobre el tema de la deuda pública a través de un proceso de auditoría para identificar la parte ilegítima y repudiarla; eso implica movilización social porque los gobiernos actuales no están para nada convencidos de ese camino. Segundo, realmente no podemos seguir dejando a los bancos actuar como lo hacen, por eso hay que socializarlos como entidades y no a sus pérdidas; los poderes públicos deben adueñarse de un instrumento para tener un sector público de crédito para la población y para incentivar la economía, crear empleo, etcétera. Precisamos de una nueva disciplina financiera, rigurosa, repecto a los mercados financieros. 

  Realmente, como dijo aquel trader en la BBC, Alessio Rastani, "Goldman Sachs domina el mundo".  

Goldman Sachs 8GS) tiene una gran influencia pero no domina el mundo, al menos no todo. Mario Draggi, el futuro presidente del BCE, es un hombre de GS. También ha sido alto funcionario del Banco Mundial. Los mandatarios políticos terminan a menudo siendo miembros del consejo de administración de grandes empresas y viceversa. Y eso es en agradecimiento de sus ayudas y también porque las empresas industriales y financieras quieren usar esa influencia para hacer lobbies sobre los gobiernos. Tendríamos que sanear todo esto y que no haya conflicto de intereses entre mandatarios politicos y accionistas privados. Un político no puede pasar así como así al sector privado, al menos debe haber cinco diez años de distancia.

  ¿Por qué considra la deuda de muchos países europeos, entre ellos España, ilegítima?  

Porque es el resultado de una política deliberada, injusta, que no respeta el principio fundamental de derecho, que es la equidad. Primero hubo una reforma fiscal neoliberal de reducción de la contribución tributaria de las familias más ricas, no hablo de la clase media, hablo del 5-10% más rico. Son ellos los que se benefician de estas políticas, y también las empresas privadas, que pagan muchos menos impuestos por sus ganancias. Entonces, los Estados tuvieron que financiar su presupuesto con más deuda; éste es el primer fenómeno. El segundo, es que la crisis ha sido provocada por las aventuras de los promotores inmobiliarios, que son grandes firmas privadas, y todo el sistema de crédito hipotecario, y eso generó la explosión de la burbuja inmobiliaria, y provocó una recesión económica que obligó al Estado a tratar de mantener algún nivel de crecimiento, que supuso un coste que hizo aumentar la deuda pública. Esa acumulación de deuda pública, que en España no ha llegado a un nivel comparable a Grecia, Italia o Irlanda, es el resultado de una política nefasta que ha favorecido a los responsables de la crisis, que siguen beneficiándose de las políticas de los gobiernos. Por eso hablamos de ilegitimidad. Un gobierno puede ser democrático y emitir deuda y que a nivel legal no tenga vicios, pero a nivel de legitimidad no tiene esa legitimidad por no respetar el principio de equidad.



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