Al conmemorarse los veinte años del 27 de febrero de 1989, las trabajadoras y los trabajadores de CVG Venalum, empresa socialista productora de aluminio, rememoran aquellos días en los cuales el pueblo venezolano se alzó ante al hambre y la exclusión generada por los gobiernos de la época, seguros de la importancia que tiene dentro del proceso revolucionario que protagonizamos, el recordar y analizar hechos como los vividos en la época de la cuarta república, que sin duda, se convirtieron en los propulsores de la Revolución Bolivariana. Para rememorar esta fecha, contamos con la colaboración especial del párroco de la Iglesia San Buenaventura de El Roble, ubicada en San Félix, estado Bolívar, el padre Matías Camuñas, personaje religioso que profesa el verdadero legado de Jesucristo de “amar al prójimo como a ti mismo", hombre muy querido por el pueblo venezolano que vivió en carne propia, desde Petare, los acontecimientos ocurridos en esa época. A continuación presentamos a las trabajadoras y trabajadores, una entrevista hecha desde los jardines de su trinchera, la parroquia San Buenaventura, que hoy alberga y tiende una mano a todo el que necesita ayuda, no sólo desde el punto de vista espiritual, sino también de salud, educativo y moral. Periodista: Padre, el viernes se conmemoran 20 años del Caracazo, usted estaba en esa época como párroco en Petare, háblenos un poco sobre
¿qué sucedió ese día en Caracas? Padre Matías:
_Era lunes, a las tres de la tarde yo salí con mi compañero Antonio y con José Félix Rivas, que ahora está trabajando en el Banco Central de Venezuela, y con Nelsy. Fuimos a la Universidad Central, íbamos a vernos con un profesor y arquitecto que nos estaba haciendo unos planos. Cuando íbamos, recuerdo que nos fuimos por la Cota Mil, decíamos “esto no hay quien lo aguante, esta situación es insoportable”.
_Días antes hubo una manifestación en Caricuao, y dos semanas seguidas habían matado a unos muchachos pobres, uno de 16 años y otro de 18. En Mérida hubo una manifestación también, y las fuerzas policiales mataron a un profesor, es decir, se había creado un ambiente de mucha represión… Periodista: …todo esto sucedió, tras el anuncio de las medidas económicas que dio a conocer Carlos Andrés Pérez, quien era el presidente en esa época, el 16 de febrero de 1989. Padre Matías: …Sí, y luego de la aplicación de esas medidas. Yo creo que tiene mucho que ver con la relación que tenía gobierno-pueblo, es decir, en el fondo era una relación de desprecio. Yo recuerdo perfectamente, que me dirigí un poco molesto al Obispo, quien ya murió, monseñor Delgado, porque él fue a hacer la boda de una gente de alta sociedad, los Cisneros y los Mendoza, y sobre todo porque publicaron el menú que habían comido; y en contraste el pueblo no tenía arroz, harina, no había prácticamente nada que comer. Es decir, era un desprecio absoluto, total.
_A las seis de la tarde, cuando salimos de la universidad, nosotros veíamos por la Cota Mil cauchos quemados y una gran rebullicio, y cuando bajamos para entrar a Petare, no pudimos pasar la redoma. Lo que vimos, eran las siete y media o las ocho ya de la noche, eran carreras, gritos, golpes, y disparos, era algo atroz… sin saber lo que estaba ocurriendo. Lo cierto es que nosotros dimos la vuelta, dejamos el carro en El Marques, en una parroquia de unos amigos, y nos regresamos caminando de El Marques a Petare.
_ Hasta altas horas de la noche, hubo disparos…fue una especie de locura porque no sabíamos el porqué. Bueno ya esa noche habían matado gente, la Policía Metropolitana mató a Loro, por ejemplo, un muchacho de dieciocho años de la comunidad que estaba con nosotros en la catequesis, hubo muertos el día 27, y nos enteramos al día siguiente.
_El día 28 fue una mañana de absoluta fiesta. El gobierno salió en la televisión, en la persona de Alejandro Izaguirre, quien era el ministro del Interior, y se mareó. Televisaron la toma de los alimentos en centros comerciales, por ejemplo en el Anauco, en San Bernardino. Tú veías señoras de tacón llevándose su computadora. Ahí al año siguiente, en una manifestación pública que hubo en la Plaza Bolívar, yo celebré un discurso que decía: “el día que el Pueblo compró sin pagar” y utilizaba esos textos de Isaías que decían: “Los que tengan hambre vengan y llévense leche, trigo…”. Entonces, ahí fue cuando Rolan Dennis justificaba que no solamente se llevaran la comida, sino una computadora, un televisor, una mesa, eso es producto de un trabajo del ser humano, eso es de los pobres también.
_Eso fue el día 28, un momento de fiesta, cuando la presidenta de la asociación de vecinos de mi barrio, donde yo estaba, llevaba media vaca, y ella en la calle preguntaba “cuántos hijos tienes tú” para repartir la carne. Aquello fue una especie de un compartir fraternal. Pero cuando se marea este hombre, Izaguirre, y toma el mando Italo del Valle Aliegro, ahí se dio la orden de “disparen a discreción”. Trajeron muchachos del interior, muchachos que nunca habían estado en Caracas, que no conocían y no sabían a quién disparaban.
De hecho, en José Félix Rivas, en la zona 5, que está en frente de Palo Verde, ahí subieron un tanque y con un cañón apuntaron al barrio. A mi, personalmente, llorando me dijo un soldado que él no se atrevió a disparar, y le habían dado orden que lo hiciera desde Palo Verde al Barrio. Hubo un policía, que había sido del grupo juvenil donde yo estaba en los primeros tiempos, y ése fue llorando y me confesó, pero no una confesión sacramental, sino de desahogo, de cómo se sentía por los que él había matado y echado en una cloaca en la calle la Agricultura.
_A partir de allí, ya la razón se pierde, la represión es suprema, hay una persecución. En los días esos fuertes, el día 1 de marzo, era miércoles, fue cuando yo tuve que salir a la calle, tenían más de trescientas personas detenidas y tiradas en el suelo, en el estacionamiento de Palo Verde. Ahí fue cuando intenté detener, y lo conseguí por un tiempo, hasta que se juntó gente, los disparos, después ya… (El padre Matías hace un gesto de impotencia, ya que el fuego continuó). Periodista: Padre, disculpe, ¿tenían trescientas personas en el piso y a la vez estaban disparando? Padre Matías:
_Sí. Y a la vez estaban disparando al barrio. Sabes que Palo Verde tiene unos edificios muy grandes de dieciséis pisos, luego está el barrio, y en frente hay una escalera grandota que se llama Mesuca, que va al barrio La Unión. Eso lo habían tomado los militares, entonces, los que iban, y los del puente Mesuca se encontraban entre tres fuegos, de hecho ahí fue donde le di la unción a unos hombres recién muertos, y sacamos a uno que ya estaba tieso, lo habrían matado el día antes. Ahí mucha gente fue víctima de ese momento, les mataron hijos, hermanos, les mataron el marido. Una de las muchachas fundadoras pierde la pierna ahí en el Mesuca. Cuando yo salgo, estaba solo porque mi compañero y el otro sacerdote habían ido a consolar a unas mujeres que le habían matado a los hijos dentro de las casas. Los disparos de FAL eran unas balas que atravesaban paredes.
_Hubo más muertos de lo que nosotros nos creemos, porque qué ocurre: cuando pasan estos días fuertes que duran hasta el 5 ó el 6 de marzo, surgen los medios de comunicación con mucha fuerza, y algunos púlpitos en las iglesias, y empiezan a demonizar la acción del pueblo, los calificaban como “ ladrones”, “saqueadores”, “han robado”, “el pueblo merece castigo”. Prácticamente el mensaje era “se lo merecían”, y esto se tradujo en que a la gente que le habían matado a sus familiares no se atrevían a denunciar la situación, pues porque encima tenían pena, les daba vergüenza que su familiar fuera considerado “ladrón”.
_ Eso hizo mucho daño, en un tiempo, hasta que la gente fue haciéndose dueña de la situación, y de alguna manera, la muerte la fue transformando en pascua y en resurrección, es decir, no fueron muertes baldías, y quedó demostrado que aquel sistema económico social era portador de muerte. Ahí los estaban matando con un fusil, pero antes los estaban matando de hambre, de necesidades; eran personas que no podían, prácticamente, tener acceso a la vida, a la salud, era un absoluto desprecio, y fue cuando se dijo el “basta”.
Periodista: ¿Cómo calificaría usted esa gestión de gobierno y su relación con el pueblo? Padre Matías:
_Yo lo que vi en ese sistema de gobierno fue un desprecio absoluto al qué dirán, a la opinión pública. De hecho, lo que llamamos la coronación fue este sistema, donde no importaba que el pueblo estuviera pasando hambre, se hizo aquella fiesta en el Teresa Carreño, después la boda con sus invitados y el menú, y después la represión tan terrible. La relación que tenía el gobierno con el pueblo era de desprecio y de imponer la fuerza que tenía, y no le importaba para nada.
_Todo esto viene de atrás, hay que recordar la relación que estaban manteniendo estos gobiernos, que eran de masacres: vino la de “El Amparo”, que fue tres meses antes, en octubre de 1988, hubo 16 muertos allí; y antes la de “Totumitos”, “El Vallao”; entre otros, y lo que es posterior: el intento de engañar a todo el pueblo diciéndoles que eran guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional. Entonces cuando la gente se entera que los llevaban en helicópteros, que llevaron a periodistas para que reportaran, que les pusieron los cables de las bombas que tenían… y que éstos eran unos pobres hombres, esto contado por los propios sobrevivientes: José Augusto Arias y Wolmer Pinilla, a quien la Iglesia de Caracas les concedió refugio político; entonces uno concluye: esta gente… la relación que tenía con el pueblo, era de un desprecio infinito, lo que menos querían era a Venezuela, y lo que privaba eran los intereses foráneos.
_Detallo el “Amparo”, pero es que el año anterior fue lo de “Yumare” y antes “Cantaura”, y posteriormente la masacre de más de 107 venezolanos en el Retén de Catia, cuando fueron ejecutados a sangre fría y en Sabaneta (Maracaibo) donde unos 100 reclusos fueron quemados, masacrados, es decir, la relación de estos gobiernos con el pueblo era de una masacre, y de como si no hubiera ocurrido nada, prescindían por completo de la situación que estaba. Y mientras, nosotros los sacerdotes sacamos un remitido en el año 1987 que se llamó “No podemos callar más”, y cuando sacamos aquello es que ya…de verdad…era todo el día una represión, una golpiza. Bueno, a mi no se me va a olvidar nunca que el muchacho de la Bombilla, Eligio Pérez, un chico que trabajaba con una gandola, lo acusaron haber intervenido en el robo de la gandola, él no tenía nada que ver. Lo llevaron a la PTJ de El Llanito, lo guindaron con las manos atadas hacia atrás, y todo el peso del cuerpo hizo que se le rompieran los tendones de los brazos, y ese muchacho no pudo tener más los brazos arriba, sino que se le caían.
_Estas torturas eran la costumbre, es decir, era lo del encapuchamiento. El día 28 de febrero, cuando detienen a aquellos diez hombres jóvenes del 23 de Enero, entre ellos Rolan Dennis, que los acusan de que ellos habían sido los que iban con unas motos y levantaban a Caracas, cuando no fue así, fue el pueblo organizado pero sin el líder clásico. Pues a Rolan y a aquellos muchachos del 23 de Enero, les practicaron torturas, les dieron corriente en sus partes,…la famosa “Capucha”, así como en Irak. Esa era la realidad que vivíamos en esa época, y que el 27 de febrero de 1989 fue un decir “Basta ya” y fue un levantarse. Que lo pagó con su sangre este pueblo: como no.
_Luego está toda la realidad de “La Peste”: cómo en las noches sacaban bolsas de basura y se llevaban a los cadáveres, para que no nos enteráramos de cuántos habían. Nosotros nos enteramos gracias al gordo “Fraso” y por ejemplo, a mi vecina, la señora María, le mataron a su hijo, Rubén Rojas. Yo fui con su hermano Carlos a buscar ese cadáver en el hospital Pérez de León, lo habían matado en la mañana, yo ya le había dado la unción, y todavía estaba caliente, y cuando llegamos allá nos dijeron: “no aquí en esta vaina no está”. Cuando empezamos a ver, nos hablaron de “La Peste”, yo personalmente no sabía que era, y cuando nos enteramos, nos dimos cuenta de que teníamos que ir a aquel cerro feo donde los enterraron en fosas comunes.
_Allí se empezó a hacer un trabajo, durante un año, gracias a la Universidad Central de Venezuela, los estudiantes, y unos técnicos que vinieron de Argentina y Estados Unidos, trabajos de exhumación. Las madres de COFAVIC se encadenaron en las puertas de Miraflores exigiendo justicia. Fueron tres muchachos los que identificaron, el joven Pirela, 18 años, Adalberto 21, ambos andinos y Rubén Rojas. Se les entregó los huesos a los padres en una misa oficial que hubo. A mi me tocó entregar el tercero, el de Rubén Rojas, a su mamá en una cajita. Recuerdo que me tocó confesar al papá que era un andino de esos que eran de mucha religión, que se había traído a su hijo con él, se habían venido a Caracas, estaban con una tía de él, y la tía lo había mandado el día 28 de febrero, a las seis de la tarde, a un abasto a comprar, y ese día habían dado Toque de Queda, y el pueblo venezolano no sabía qué era eso, ni los soldados…Así murió de tiro de FAL este joven querido, Pirela, el primer identificado. En sus huesos la verdad fue desenterrada porque el entonces ministro de la defensa, Italo del Valle, repetía una y otra vez “No hay ni un solo fallecido en los sucesos de Febrero-Marzo que esté en fosa común”. Periodista: …suspendieron las garantías… Padre Matías: …pero suspendidas…es que salir a la calle no era detenerte, era pegarte un tiro. A este muchacho le dieron un tiro porque salió a las seis y media de la tarde a comprar al abasto. Entonces su tía, era una mujer de mucha fe, y cuando subió a “La Peste” dijo: …“yo voy a encontrar a mi sobrino aquí…”, recuerdo que rezábamos el Rosario… qué no hacíamos, y bueno, apareció, gracias a Dios, fue uno de los primeros que apareció.
_El gobierno decía que habían 277 muertos, yo digo que pasaban de 1.000. Oficialmente había la cédula de 400, en tanto ya se desmentía la versión del gobierno. Luego repito, nunca la gente denunció lo de sus familiares por el miedo a que le dijeran “saqueador”. Periodista: Padre, se dice que ese 27 de febrero de 1989 empezó la Revolución en nuestro país. ¿Qué opina usted sobre esta afirmación a diez años del Gobierno Bolivariano, y a veinte años de este día? Padre Matías:
_Sí. Yo estoy de acuerdo, porque lo que ocurrió ese 27 de febrero, hace veinte años, es que el pueblo sale a la calle a decir lo que piensa Ya el primer aniversario teníamos aquel principio: Venezuela no olvida: somos semilla de un pueblo nuevo” que fundamentalmente el comité de las madres y familiares de las víctimas nos convocaban. El 4 de febrero, cuando aparece el hoy Presidente Chávez, con todo su proyecto de cambio, el pueblo sale de nuevo a la calle, y baila y grita. No se consigue el objetivo, pero se consigue el “Por Ahora”, esa fortaleza de esperanza anida en este pueblo. Cuando se une toda la burguesía, y todo el estatus, para denigrar al militar, al de la bota, al golpista, todo aquello que decían del hoy Presidente, la gente no les creyó. La iglesia católica había tenido un papel ejemplar de cercanía al pueblo en los sucesos del Amparo y en el 27 de Febrero. El Señor Cardenal Lebrún, de feliz memoria, y sus obispos auxiliares, le habían dado la bofetada política al gobierno cuando subieron a la Peste y con su presencia desmintieron al Presidente, y estuvieron con el pueblo. A nosotros, a mi me llamó el Sr. Cardenal y me decía: Matías, abre las puertas de la Iglesia y de la casa parroquial a los heridos, a los que buscan refugio”, y Monseñor Moronta y Santana y Padrón nos visitaban en La Peste. Me sentí muy orgulloso de ser parte de la iglesia.
_Cuando la iglesia como institución, comete la estupidez de meterse a partido político, y apoya primero a la guapa de turno, Irene Sáez, y cuando se da cuenta que ella no va, la dejan como dejaron los adecos al caudillo, a Alfaro, y se van con el gobernador de Valencia, Salas Römer, la iglesia ahí empieza a separarse de este pueblo, cosa que había hecho antes al revés. Cuando Carlos Andrés Pérez, y el “no callarnos más”, y el ministro de los jeep, dijeron que había que botar a aquellos curas, el Cardenal Lebrún dijo: “las injusticias no se pueden callar”, y cuando el gobierno decía que era mentira lo de “La Peste”, que eso eran unos cuantos curas cabeza caliente, el Cardenal subió, se puso de pontificar, y celebró la misa delante de todos los huesos que habían allá, donde había una hediondez, con todos los familiares. Ahí le dio una bofetada a ese gobierno.
_Luego unos años después, esa misma jerarquía le da la bofetada al pueblo cuando en lugar de escuchar lo que estaba ocurriendo, se va detrás del gobernador “exitoso” de Carabobo. Y a partir de entonces, hay cierto grupo de la jerarquía que anda muy perdido.
_Yo creo que la clave está en que el Pueblo, en ese 27de febrero, guarda en su corazón la capacidad de denuncia, de coraje, de decir: “hemos sido capaces de decir ‘Basta’, lo hemos hecho con mucha garra”, aunque están ahí los mártires. Eso lo empalma el 4 de febrero de 1992, y aguanta. De hecho, los años de la cárcel del hoy Presidente en Yare, fueron unos años de mucho prepararse. Yo recuerdo el ir por Los Próceres en unos carnavales, y ver a los niñitos vestidos de Maisanta, de Teniente Coronel, es decir, todo eso estaba vivo, y cuando llegan las elecciones, a mí personalmente, no me fue ninguna sorpresa que arrasara Hugo Chávez.
_A ese nivel, yo lo veo como muy unido, hay una lógica, y la clave está, yo diría, en estar cerca de este pueblo. Yo hoy el peligro que veo, es que puede haber gente bastante cerca de los del proyecto, pero más como partido político, no como mística, entonces a mucha gente de ésta el pueblo le puede interesar un carrizo, como le interesaba al ministro de aquella época, porque lo que interesaba era un proyecto de partido político. Entonces me parece que cuando el Presidente acierta, es porque él empieza a interesarse por todo lo que está sufriendo este pueblo. Yo creo que lo que le hace ganarse a este pueblo es su ternura, su capacidad de escucha, de querer, de amor, la gente lo dice: Chávez es puro amor. Sí, lo es, y también es solidaridad, es cercanía.
_Hoy yo veo, que la tentación fuerte que pueda darse es que se caiga en una acción partidista y no popular, me parece que la clave está en lo popular.Periodista: Padre, para cerrar el tema del 27 de febrero.
¿Considera usted importante que el pueblo venezolano no olvide fechas como ésta, como la de Yumare, entre otras?
Padre Matías: _Sí, sí, sí. Bueno eso es una cita bíblica. Pueblo de Israel. Cuál fue el drama del pueblo de Israel: que olvidó que había hecho una alianza con Dios, que olvidó aquello de “tú serás mi pueblo y yo seré tu Dios”, y se fue detrás de los falsos ídolos. Entonces, la memoria histórica… los profetas se cansaban de decirle a la gente: “bueno pero ustedes no se acuerdan de lo que ocurrió, no se acuerdan lo de Moises, lo del desierto, ahora tienen que volver a comer ajo y cebolla si Dios les liberó”, es decir, los profetas insisten mucho en la memoria histórica.
_Un pueblo que tiene memoria es un pueblo que camina. Aquí, de nuevo van a entrar los medios de comunicación, y es posible que intenten borrar todo esto, pero el 27 de febrero, yo estoy seguro, que es una fecha de un pueblo levantado, de hecho es historia, no solamente para nosotros. Tú ves la Biblia Latinoamericana y señala: “el 27 de Febrero, un pueblo levantado en coraje y en lucha”, y eso está ahí. Y de las fosas comunes, ya no sólo podemos hablar de Guatemala, Argentina, Cundistan, no ahora ya tenemos que hablar también de “La Peste” en Caracas, y de las masacres.
_Por eso, esta memoria del 27 de febrero de 1989 es necesario conservarla, con el tiempo vamos pasando de una memoria que se centraba en los muertos, a una memoria que se convierte en resucitados, porque estos muertos están en vida. Lo decía Jesús: si el grano de semilla no se entierra y se pudre, como se pudrió en éstos, en “La Peste” o donde los enterraron, no dan vida, y esta es la vida que estamos recogiendo ahora nosotros.
Entrevista realizada al padre Matias Camuñas, en San Félix, estado Bolívar, por María Eugenia Maldonado, periodista de CVG Venalum, con motivo de conmemorarse los 20 años del 27 de febrero de 1989, el día que el pueblo venezolano se levantó en coraje y lucha.