La Madre de todas las Rameras

“Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas;
con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación.”

Libro del Apocalipsis o de Las Revelaciones, Capitulo 17, Versículos 1 y 2.


Una de las razones de mi ateísmo, es precisamente mi imposibilidad de creer, primero en un Dios que fue capaz de dejar que asesinaran a su hijo Jesucristo de una manera tan cruel, sin haber movido un dedo para salvarlo de sus ejecutores. La otra es que a la sombra del mártir, se hayan cobijado toda esa pléyade de hampones que en su nombre y bajo el signo de sectas, iglesias y religiones han esclavizado a la humanidad, sometiéndola a los más espantosos crímenes de los que hayamos tenido noticia, en la existencia de la vida misma. Todos estos crímenes horrendos e injustificables, tienen el mismo origen. Parten del mismo punto y hacía una sola dirección. Un Dios malvado, ególatra, cuyos súbditos, sean estos sacerdotes, Rabinos, Papas, Ortodoxos, Ayatolás o babalawos le utilizan como instrumento de terror, de castigos futuros e inciertos para aquél que se atreva a contradecirles, a criticarles, a no dejarse dominar por ellos y a trabajar en beneficio de ellos. No obstante soy un ateo cristiano. ¿Cómo?, Sí señor ateo cristiano. Y ello porque reivindico en cristo, en su historia, en su legado, sentimientos tan puros como el amor, el perdón, la compasión, la solidaridad. Hago míos sus valores de respeto, de rebeldía, su espíritu antiimperialista, su libertad, su desinterés por lo material, su rechazo contra todo aquellos que nos hace egoístas e indiferentes frente al dolor de nuestros semejantes, de nuestros congéneres, su inflexibilidad ante la injusticia, su repudio hacia la barbarie. Ateo cristiano y punto.

Dicho esto, no puedo sino sentir rabia, impotencia e indignación, ante los escandalosos acontecimientos que nos dan cuenta de los abusos que desde su condición de prelados de la iglesia católica, han realizado contra niños estos degenerados, que ahora el mismísimo Papa y el Colegio Cardenalicio de Roma, tratan por todos los medios de minimizar, ya no solo para dejar impunes los crímenes sexuales cometidos por sus miembros, sino para dejar sin la justa indemnización a los afectados y a sus familiares, a quienes les han mandado solo una extensa misiva llena de plegarias y pedimentos de resignación en nombre de la fe y de Dios.

Esa es la misma iglesia que durante la Edad Media, mantuvo a millones de seres humanos bajo el inclemente látigo del Señor Feudal. La misma que hizo llegar a la rodilla de sus caballos, la sangre derramada de los infieles durante las cruzadas. La misma que condenó al exterminio a millones de aborígenes en el proceso de conquista de América, trayendo a estas tierras una evangelización a juro y porque sí. Esa es la misma iglesia incorregible que permaneció indiferente, silente mientras Hitler crucificaba a millones de judíos en los campos de exterminio de Europa. Es la misma iglesia que por cuestiones de fe y dogmatismos ridículos, mediante un intenso lavado de cerebro impidió que millones de africanos usaran un condón, con la manoseada excusa del pecado, y evitaran ser contagiados con el virus del HIV, condenándose automáticamente a muerte. Claro les ofrecieron el cielo a cambio de ello, solo que el requisito para entrar en ese “cielo”, es morir de SIDA, pero fundamentalmente de ignorancia. Es la misma iglesia que ante la denuncia de una madre brasilera, de que su menor hija – con una discapacidad mental irreparable, que le impedía valerse por sí misma – había sido abusada sexualmente por su padrastro durante más de una década, decidió en boca de uno de esos obispos vagabundos que la representan, no solo perdonar al pederasta – claro, entre colegas no pueden pisarse la manguera – sino expulsar y excomulgar de la iglesia a la madre denunciante y a la hija reiteradamente ultrajada. ¿Qué tal? Ah, pero hay más!!!! ¿Quién no recuerda a Monseñor Ignacio Velazco, tratando de convencer a Chávez de que renunciara al calor de aquel nefasto golpe del 11 de abril de 2002? ¿Quién no recuerda a Monseñor Baltazar Porras riéndose en Miraflores, festejando la abolición de la Constitución y de todos los Poderes Públicos? Yo no espero que digan nada respecto a esto y a los casos de pederastia, porque seguro estos obispos venezolanos, todavía estarán cansados de conspirar. Exhaustos de los embustes que le metieron a todo el mundo durante la denominada Semana Mayor. Y porque a decir verdad, si eso de convertir a una ramera en una mujer decente es imposible tarea ¿Qué podremos decir de hacerlo con la Madre de Todas las Rameras?.

rubenvillafa@hotmail.es


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Rubén Villafañe


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