Reflexiones sobre el alcance del triunfo del NO en el referéndum

Quienes transitamos el camino de la revolución y a ella le hemos dedicado una vida, no teníamos dudas del triunfo del NO, que la aspiración de la minoría opositora de revocarle el mandato al Presidente Hugo Chávez, fracasaría y quienes saldrían revocados serían, precisamente, aquellos que se han mantenido de espaldas a la realidad política venezolana surgida de la aprobación de la Constitución Bolivariana y, sobre todo, el desarrollo de un impresionante e inédito proceso revolucionario y la conducción de un extraordinario dirigente y estratega político.

Si algo ha quedado reiterado miles de veces todos estos cinco años es que el binomio Chávez-proceso revolucionario han marchado y marcha indisolublemente unidos, significa que antes de debilitarse en el ánimo y en la voluntad popular, incluso con los errores que se puedan haber cometido, las deserciones y la traiciones de los oportunistas e infiltrados, lo que ha ocurrido se debe más a las obras de la revolución y el carisma y personalidad del líder fundamental, han pesado mucho más que las circunstancias y hechos negativos, se ha incrementado el apoyo y la participación de los que ahora sí se sienten, y son, ciudadanos.

Si Chávez tiene en la actualidad un respaldo mayor a otros presidentes venezolanos en el pasado, en más de seis millones de voluntades que por su permanencia en el poder sufragaron NO, ello va en proporción directa tanto al incremento de la población como a las obras de su gobierno y del avance del proceso revolucionario. Naturalmente un apoyo como ese no sólo le da poder al líder y al resto del liderazgo revolucionario, sino al pueblo que participa y lleva a la práctica los postulados del ejercicio paulatino y creciente del poder popular, en buena medida consagrado en los postulados del nuevo contrato social que se resume en el nuevo modelo de democracia participativa y protagónica y entierra cada vez más la anacrónica democracia representativa.



LA HIPOCRESÍA DE LA CONTRARREVOLUCIÓN OPOSITORA



Sabían los sectores de la ultra derecha fascista, sobre todo los más politizados, que jugar la carta del referéndum era un albur extremadamente peligroso porque podían perderlo. De nada había servido la pertinaz y sucia campaña de desprestigio lanzada por los medios televisivos, así como la radio y la prensa escrita –convertidos todos, de hecho, en partidos políticos– desde el momento mismo en que Chávez llegó a la presidencia de la República, acabados y barridos como quedaron los partidos tradicionales AD, COPEI, Convergencia aquellas históricas elecciones del 6 de diciembre de 1998.

De nada tampoco habían servido el primer paro empresarial del 10 de diciembre de 2001, el golpe de Estado del 11 de abril del 2002, la charca de los militares gorilas de la plaza Altamira, el paro terrorista petrolero y la huelga empresarial del diciembre de 2002 y enero de 2003, la guarimba de febrero de 2004, las burdas maniobras con el llamado reafirmazo, el fraude la recolección de firmas y los llamados reparos, lo único que les dejo al oposicionismo golpista fue un rosario de derrotas políticas, descalabros organizativos y creciente desprestigio.

Cada estrategia golpista y subversiva para destruir la revolución y derrocar a Chávez, significó una contundente derrota pese a que para el proceso de referéndum las contrarrevolución tenían un arsenal de fraude enmarcado en un proceso típicamente golpista que fue paulatinamente desmontado por el gobierno y el movimiento popular.

Todo un conjunto de circunstancias y hechos políticos que vistos retrospectivamente encajan perfectamente para entender que la contrarrevolución –sus conductores de la CD y toda la fauna de grupos ultrosos y grupúsculos fascistas– no le interesaba para nada el referendo porque además ellos sabían que no iban a ganar el referéndum, nunca abandonaron la carta subversiva.

Evidentemente que el hecho más significativo de ese plan subversivo lo constituyó la desactivación del fraude que desde la empresa Norteamérica CANTV ­–por cierto olorosa a nacionalización– se había montado; toda la campaña desinformativa y las matrices de opinión de un debate sobre la no pertinencia del uso de las máquinas de votación y volver al conteo manual de los votos, a nuestro juicio fueron sólo cortinas de humo para ocultar el montaje tecnológico a través de la telefónica norteamericana porque se tenía la certeza de que la decisión de la mayoría de los rectores del CNE era irreversible con las máquinas de votación de Smarmatick.

El hecho de que el gobierno, en expresión de sus máximos representantes, el presidente y el vicepresidente de la República, ejercieran una extremada presión pública –y otra presumiblemente secreta– contra la CANTV y su presidente, el oligarca Gustavo Roosen, estrechamente vinculado con uno de los factores golpistas con aspiraciones presidenciales en un mítico gobierno de transición revocado Chávez. No hay dudas que fue desmontada toda la trama para revertir los resultados electorales, de no haber sido así ¿Para qué el presidente y el gobierno todo se van a emplear tan a fondo contra una empresa de alcance estratégico que casi la intervienen y la nacionalizan?

Pero no sólo ese fue digamos que el desideratum del plan golpista, cambiar los resultados a través de medios electrónicos, toda una serie de hechos políticos y descubrimientos atribuibles a los servicios de inteligencia del Estado, nos llevan a pensar que había una Plan B y un plan C.

La reiterada negativa de la contrarrevolución disfrazada de oposición, de no aceptar los resultados electorales si éstos no los favorecían, de esperar la legitimidad de los mismos por parte de esa especie de CNE supra nacional que son la OEA y el Centro Carter, debe ser analizada más minuciosamente porque esa actitud política, de evadir la aceptación de los resultados electorales independientemente de cuál fuese el resultado, formaba parte de ese plan B. Esa actitud negativa que se extendió por lo más de dos meses que duró la campaña del revocatorio no está desvinculada con el descubrimiento del cd donde se produce una cadena nacional en donde presuntamente habla el presidente del CNE Dr. Carrasquero dando ganador, a las 8 de la noche del domingo 15 de agosto, al SI por 11 millones de votos y revocaba al presidente Chávez.

Ese fue un golpe mortal del gobierno contra el plan golpista y desestabilizador de la contrarrevolución atrincherada en ese colcha de retazos que es la llamada Coordinadora Democrática y sus grupos rémoras. Imaginemos por un instante una cadena de las televisoras apocalípticas (Globovisión, Venenovisión, Canal 2, Televen, CMT Canal 51), con millones de personas aun votando y haciendo largas colas. No ponemos en duda de que todos esos canales, o el 90% de las mismas si no se descubre el complot, se hubiesen encadenado porque todos ellos como partidos políticos empresariales, expresión de las transnacionales de la comunicación, formaban parte del mecanismo del Plan B. La confusión hubiese sido tremenda, la contrarrevolución se hubiese movilizado celebrando la derrota de Chávez, el resto de los mercenarios paramilitares que están escondidos hubiesen salido vestidos de militares junto a mercenarios de BR, de los grupos de el Cuervo y Pérez Recao –los mismos que funcionaron en las guarimbas de febrero– y no es de descartar que atacasen a los efectivos militares en puntos escogidos para profundizar el caos. Las tv y las radios privadas potenciarían el plan callejero y los dirigentes de AD, COPEI, PJ, etc., etc., etc. plantearían la pertinencia de la presencia de contingentes de tropas –mercenarias– en nuestro suelo en virtud del caos de ingobernabilidad que se estaba presentando. No se olvide que casualmente estaban en el Caribe, muy cerca de las costas venezolanas, un alto número de buques de la marina norteamericana y algunos países latinoamericanos, que realizaban las Operaciones Unitas. A eso habría que agregar el movimiento, los días anteriores el referéndum, en las zona fronteriza del Estado Zulia, del lado colombiano, de fuertes contingentes de grupos irregulares de los llamados paramilitares ¿con qué objeto?

Algo importante en ese escenario es la presencia en Venezuela del golpista y corrupto sindicalero Carlos Ortega. ¿A qué vino a Venezuela el subversivo adeco que abandonó la seguridad de su exilio en Costa Rica? ¿A participar públicamente, protegido por la PM, en una pobre marcha de la oposición, la única de mediana importancia que hicieron durante toda la campaña electoral para el referendo? ¿Valía la pena tanto riesgo si no era para participar el algo bastante gordo? Creemos que Ortega tiene un toque de estupidez, pero no de locura, meterse en la boca del lobo no tiene sentido si no se tiene la certeza de que va a estar al frente de un movimiento subversivo, de un gobierno de emergencia o algo parecido.

Otro elemento que induce a pensar que había un plan golpista, subversivo es el alto volumen de explosivo C-4 y armamentos (fusiles fal) robados sobre todo en los Estados Carabobo y el Zulia, dirigidos por gobernadores golpistas. Ya el gorila apodado el Cuervo, militar dado de baja por su activa participación en el golpe del 11 de abril de 2002 y coordinador de asesinatos y terrorismo el 2003, había anunciado que entraría en acción contra el gobierno con sus grupos de choque. Evidentemente que el robo de tan alto volumen de explosivos y armamento no era para venderlos en el mercado negro o a los paramilitares colombianos, formaban parte del plan para sabotear el referéndum y hacer ver que Chávez había perdido ante el SI opositor y todo lo que de allí se desprendía y ya hemos señalado.

Un hecho relevante fueron las declaraciones que dio el prófugo ex presidente Carlos Andrés Pérez, en la entrevista que gestionó el golpista Simón Alberto Consalvi para el diario también golpista El Nacional. Dicha entrevista fue una provocación y una befa al pueblo no ya del genocida Pérez, sino del mismo periódico abiertamente metido en la conspiración contra el gobierno. En esa entrevista Pérez declaró que no valía la pena ir al referéndum porque con ello se legitimaba a Chávez, que había que irse a la lucha armada y asesinar al presidente “como a un perro”. Esas declaraciones fueron un exhorto, un llamamiento a la acción de los sectores más radicales de la ultra derecha.

Llamó poderosamente la atención la casi nula actividad electoral de los sectores que convocaron al referendo. Viniendo de una intensa actividad mediática y de movilizaciones de cierta importancia durante el período de recolección de las firmas y de los llamados reparos, la escasa campaña lució sospechosa e inducía a pensar que ello obedecía a otra razones, evidentemente de tipo subversivo por ser esa ya una tradición en esos sectores.

Un elemento nada desestimable en ese proceso subversivo contra el NO lo constituye ese binomio nefasto integrado por Ezequiel Zamora y Zobella Mejías. No pudo ser más burda y descarada la actitud de este par de zánganos, verdaderas quintas columnas de la contrarrevolución en el seno del Consejo Nacional Electoral, que desde el momento mismo de su nombramiento como Rectores por parte del Tribunal Supremo de Justicia, comenzaron a tratar de socavar las bases del naciente poder electoral. Ezequiel Zamora no pudo ser más tosco, torpe, chabacano, mal actor. Hizo lo imposible por desacreditar el cuerpo, minarlo desde adentro, socavar su majestad para disminuirlo y ridiculizarlo haciendo públicas sus diferencias y contradicciones con la mayoría de los rectores, apelando a discutibles derechos y tratando de no permitir que el cuerpo se cohesionase y queriendo dar la sensación a nivel público que el ente rector era ingobernable. Por otra parte sus constantes ataques y alusiones al presidente y sus críticas al Ejército denotaban un plan perfectamente madurado, discutido previamente en los conciábulos políticos de la CD y cuyo objetivo era debilitar la imagen del gobierno.

Por su parte la Rectora Zobella Mejía no pudo ser igualmente cínica, pero su función era la de sabotear el proceso, prohijar el fraude de la derecha, evitar la depuración del Registro Electoral Permanente y hacer que los muertos continuaran votando, producir traslados de votantes a sitios remotos, contribuir al retardo de las elecciones el día de las mismas para que la gente se obstinara y se fuera sin votar. Por otra parte sus vínculos con AD son más que evidentes y se le señala de infidente, de sacar secretos del directorio y del CNE a la coordinadora golpista, hacerle llegar la data electoral a la agencia de la CIA que es SUMATE y contribuir a su fortalecimiento. El mismo día de las elecciones, el 15 de agosto, dio unas destempladas declaraciones que pusieron en evidencia la desesperación de los sectores derechistas.

Habría que agregar que mucho antes de comenzar la campaña electoral las encuestas daban al NO como ganador. Tanto en julio como en agosto las encuestadoras Consultores 21, Datanálisis, Mercanálisis, Séller, Ivad, Hinterenlaces, Indaga, North American Opinión Research, Imediopsa, Evan-Mc Donough-Varianzas lo hicieron. Las encuestadoras venezolanas comprometidas con la subversión ocultaron las tendencias arrolladoras del NO y generaron un vacío informativo que coparon las encuestadoras extranjeras. Pero, independientemente de eso, la contrarrevolución mimetizada en oposición, sabía que iban a perder las elecciones y eso puso en acción en plan B que tenía todo un abanico de opciones: fraude electrónico, fraude con una falsa cadena nacional anunciando la derrota de Chávez en la voz de presidente del CNE, las acciones de terrorismo.

Cuando a los pocos minutos de darse a conocer por parte del CNE los resultados electrónicos de la larguísimas votaciones del 15 y 16 de agosto dando ganador al NO, salieron los adecos y el resto de los desprestigiados líderes de los grupos que conforman la CD, a gritar ¡fraude, fraude! Ya se sabía que el NO había ganado en una relación de 60 a 40 en general en todo el país, y la naturaleza de clase de los sectores opositores no les permitía admitir noblemente que habían perdido, que habían sido derrotados. De un sector de la conspiración, de la CIA, del gobierno invisible, no de todo el gobierno norteamericano, vino la orden de llamar a desconocer los resultados para, en un postrer esfuerzo, no sólo deslegitimar el limpio triunfo sino generar un brote subversivo como en efecto ocurrió en el este de Caracas con su lamentable secuela de 7 personas heridas y una persona muerta por los grupos paramilitares de la extrema derecha.

La línea opositora con esa actitud trataba de empañar la majestuosidad y contundencia de la derrota y se adelantaba a descalificar el venidero proceso electoral porque de antemano se sabían perdidos. Si se mantiene la tendencia electoral que se expresó en el referéndum de apoyo a la revolución bolivariana, con seguridad las elecciones regionales y de alcaldías serán caída y mesa limpia.

EL VIRAJE POLÍTICO DE LOS REPRESENTANTES DEL IMPERIALISMO



La oposición, en aquel fórceps que se produce la madrugada del 16 de agosto, recibió un segundo golpe, una segunda derrota, además de la descomunal que el pueblo le dio en las urnas en los centros de votación, vino el reconocimiento que hicieron el ex presidente Carter, de primero, y César Gaviria, después, del triunfo del NO. Quizás ese fue un golpe más demoledor que la derrota electoral porque, al fin y al cabo, ellos sabían que eso iba ocurrir, al menos lo sabían los sectores de dirección y más politizados de la contrarrevolución.

Carter es un representante de la oligarquía norteamericana, quizás un poco más moderada, la que se apoya en el Partido Demócrata norteamericano, y Gaviria es un conspicuo representante de la oligarquía colombiana y un fiel servidor de los intereses imperiales en América Latina a través de la OEA. La actuación de ambos durante el proceso de recolección de firmas y de los reparos de las firmas falsas o dudosas, fue cínicamente evidente al lado de los sectores opositores, de hecho el señor. Jaramillo, representante de la OEA fue declarado persona no grata por su descarada actitud de parcialidad hacia los sectores de la contrarrevolución. La señora Macoy, representante del Centro Carter, también evidenció una parcialización hacia los sectores enemigos del gobierno. Incluso durante el proceso de reparos tanto Carter como Gaviria ejercieron una presión indebida contra el CNE y violentaron las normas de comportamiento en el seno del organismo comicial llamando a un rueda de prensa sin notificarlo ni saberlo, con la finalidad de ejercer pública presión sobre la mayoría del CNE para que dieran los resultados de los reparos.

¿Qué ocurrió, entonces? ¿Qué pudo haber pasado que estos dos líderes reconocieron la limpieza del proceso y el triunfo del NO? ¿Chávez los captó, los convenció el pueblo venezolano en revolución, los sensibilizaron las acciones humanistas de las Misiones?

Creemos que la respuesta hay que buscarla en otros aspectos tanto de la política interior como de la política externa.

Sólo el liderazgo revolucionario y el pueblo chavista tenía la certeza tanto del triunfo del NO, como de la asistencia masiva de los sectores más genuinamente populares al proceso electoral refrendario para ratificar a Chávez en el ejercicio de la presidencia. Las masivas movilizaciones, las gigantescas y millonarias marchas de apoyo al proceso bolivariano y al presidente, la extraordinaria organización popular del proceso a través de la creación de la Misión Florentino con la formación de las patrullas electorales, de las unidades de batalla electoral (UBE), dentro de una estrategia político-militar llamada Batalla de Santa Inés. Esa estructura que se apoyó en la más genuina base popular introdujo un elemento de organización político-social de tal envergadura que en los siete procesos electorales anteriores no la había tenido con esa magnitud y profundidad pese al escaso tiempo para desarrollar la estrategia de la victoria del NO.

La magnitud y contundencia de la victoria, el altísimo margen de ventaja del NO con relación al SI, la descomunal movilización de la población, incluyendo a los sectores auténticamente opositores, hecho que sorprendió incluso a la propia derecha porque unos y otros le dieron un voto de confianza al naciente proceso de referéndum revocatorio o aprobatorio, a la Constitución Bolivariana, hacía sencillamente imposible, temerario y torpe que Carter o Gaviria, así lo hubiesen querido, pretendiesen tapar el sol con un dedo y arrojar un manto de duda sobre la pulcritud del proceso y la magnitud del proceso.

Había, además, un elemento de crisis política internacional que gravitaba sobre todo el escenario, la problemática petrolera donde por los gravísimos errores políticos cometidos por la administración Bush con la invasión petrolera a Irak, guerra en donde están empantanados y perdiéndola, generando una crisis energética universal y un alza desmesurada del precio del barril de petróleo lo que pone en evidencia la vulnerabilidad actual de los Estados Unidos del Norte.

Pese a la presencia de los barcos norteamericanos en el mar Caribe cercano a las costas venezolanas, el Presidente Chávez dejó muy claro que si tocaban a Venezuela y la continuaban agrediendo, suspendería el envío de petróleo a Norteamérica. ¿Una bravuconada del gobierno o un acertado manejo de la situación internacional en donde nuestro país tiene la sartén por el mango?

¿Podían los EEUU crear un conflicto político y pre bélico con Venezuela cuando tienen una insostenible situación en el Medio Oriente, particularmente en Irak, Afganistán o Palestina?

Evidentemente que Carter, pese a ser un hombre mucho más moderado, es un representante del imperio, de los intereses de poderosos grupos económicos transnacionales. Para él, primero que los intereses de un pueblo tercermundista y una mítica revolución de soñadores, utopistas y quijotes que se apoyan en los ideales de un lejano Libertador, están sus intereses de clase, los intereses de la burguesía norteamericana, y la crisis política y económica que estremece a ese país es mucho más profunda y grave que lo que revelan las informaciones de prensa y del gobierno pues ocultan la grave realidad, para sumar a ello una crisis con un presidente tan díscolo como lo es Chávez, menos cuando está de por medio el petróleo más seguro y cercano del hemisferio occidental que la economía norteamericana necesita con desesperación y no puede correr el riesgo de perderlo en una acción política o militar de imponderables resultados y consecuencias.

A Gaviria, hombre de cabildeo, calculador y oportunista, acostumbrado a la conspiración palaciega, no le quedó más remedio que seguir el discurso de apoyo del resultado electoral que dio Carter y que le dio el triunfo al NO y ratificaba a Chávez en el poder. Que sus números –¿cuáles, los de los exin pol?– electorales coincidían con los que dio el CNE, no fue más que un pretexto o justificación, pues si hubiesen querido dicen que dudan de la veracidad de las cifras dadas por el CNE y siembran la duda, eso era lo que esperaban oír los dirigentes de la contrarrevolución por eso antes de las elecciones decían que reconocerían los resultados si los avalaba el Centro Carter y la OEA. La razón por la que Carter avaló los resultados del CNE es la que hemos expuesto.

Allí, con ese reconocimiento de Carter, se movió el piso político nacional e internacional de las clases dominantes, se produjo un cisma a nivel de la oligarquía venezolana, latinoamericana e incluso la norteamericana.

La actitud de la oposición golpista venezolana de gritar fraude cuando saben que no lo hubo; las agresiones públicas a Carter, el cacerolazo de que fue objeto en un restaurante del este de Caracas, los agravios y ofensas que le profirieron sus aliados de unos días antes, las actitudes violentas y criminales de los derrotados opositores hablan del cisma y de la crisis política y emocional que sufrieron, a ello se agrega el deslinde hecho por Gustavo Cisneros desde que, acompañado de Carter, conversó con el presidente Chávez.

Por su parte, Gaviria que tuvo una conducta política sensata y objetiva cuando avaló los números electorales a favor del NO que dio en la madrugada del 16 de agosto el CNE. Sin embargo cuando a Gaviria le correspondió hablar en el seno de la OEA, cambió el discurso, en un lenguaje sinuoso, pastoso y medio cantinflérico, dejó entrever alguna posibilidad de fraude en las elecciones. ¿A qué se debía ese cambio que llevó a Chávez a hacerle una crítica pública en lo que se interpreta como una ruptura política definitiva? A que los sectores oligárquicos que representa no se sintieron representados por su actitud de reconocer el limpio triunfo del NO. Le cobraron esa conducta al igual a como lo hizo la oligarquía política venezolana que lo repudió.

¿Maniobró Carter astutamente y puso a todo el mundo ante un hecho cumplido, Bush incluido? No lo creemos, allí se percibe una conducta de clase mucho más coherente, mucho más clasista como señalamos.

De nuevo Chávez, el pueblo y la revolución bolivariana le asestan una derrota al imperialismo. No en balde Chávez dijo que el enemigo a vencer era el presidente Bush y así fue. Y la posición de Carter naturalmente no está divorciada de la crisis de poder, crisis coyuntural, electoral, que se vive en los Estados Unidos, del enfrentamiento de demócratas y republicanos en la lucha por la presidencia, no podemos separarla de esa lucha electoral, independientemente de la crisis estructural de los Estados Unidos a los que nos referimos.



LA VOTACIÓN DE LA DERECHA Y LA ABSTENCIÓN



En nuestros análisis previos al referéndum, tomando como punto de referencia las elecciones generales de julio del año 2000 –las mega elecciones– y la votación de la contrarrevolución, y la accidentada y fraudulenta recolección de firmas que apenas alcanzó un 20% exacto –con evidentes concesiones políticas a la derecha por parte de la mayoría rectora del CNE y el voto-protesta del rector Bataglini– para activar el referéndum hacíamos una proyección cercana al 30%.

Ubicábamos un tope electoral entre tres millones y tres millones y medio para el voto por el SI, ello era mucho más coherente con su votación del 2002 y el desgaste que como sector social tuvo que haber tenido producto de sus múltiples y reiterados errores políticos, el daño hecho al país y al pueblo con el golpe de Estado del 11-A, los paros empresariales, el sabotaje petrolero y la destrucción de la producción y el terrorismo, los asesinatos de activistas bolivarianos, la colocación de bombas en embajadas y lugares públicos, el fraude de las firmas para el referéndum consultivo convertido por presión y maniobras de los dirigentes de la contrarrevolución en referéndum revocatorio, la complacencia del anterior CNE, las maniobras en la Asamblea Nacional para que no se constituyera la directiva del nuevo Poder Electoral, lo que tuvo que hacer el Tribunal Supremo de Justicia, el terrorismo de las guarimbas y la importación de cientos de mercenarios y paramilitares colombianos.

Por las anteriores y otras muchas causas, era difícil pensar que no ya la coordinadora mal llamada democrática sino la tendencia opositora no organizada porque las instancias organizativas que en general la habían dirigido quedaron diezmadas con las derrotas señaladas, muchos de sus líderes exiliados, presos, marginados, dementes; habría, entonces, que caracterizar el voto por el SI como una tendencia política, representativa de la burguesía, de la pequeña burguesía o clase media alta, media e incluso baja, profesionales, profesores, grandes y medianos empresarios, comerciantes, latifundistas, zánganos y chulos de los partidos tradicionales que siempre vivieron del erario público, narcotraficantes, vendedores de armas, todos marcados de una mentalidad fascista.

Pero también hay un importante índice de votos por el SI a nivel de los sectores populares ¿Por qué?

Varias son las causas. No les han llegado los beneficios de las Misiones, no hay suficiente trabajo político e ideológico de las organizaciones políticas revolucionarias y populares, el tiempo de trabajo de las UBE y de las Patrullas fue corto, insuficiente. Hay sectores de pobreza extrema a quienes no les interesa la política, excluidos de siempre, marginados sociales con quienes el Estado y la sociedad tienen una enorme deuda social.

Soy del criterio que un porcentaje de votos por el SI pudo ser un voto equivocado en algunos sectores populares por la confusión en el manejo de las máquinas de votaciones, quienes iban a votar por el NO.

Fue un evidente error de los rectores dignos del CNE (por supuesto no me refiero a los conspiradores Zamora y Mejías) no multiplicar las mesas de votaciones cuando ya era un hecho que la cifra de electores subía de 10 a 14 millones de votantes. Esa asimetría en la composición de las mesas en donde a nivel popular prevaleció la tendencia excluyente para la participación del electorado humilde, lo que no ocurrió en las zonas pudientes, estimuló la abstención de sectores que querían vota por el NO y, cansados de tantas horas de espera y los elementos de desorganización, deliberado retardo en el proceso de votación, estimularon una indeseada abstención de cuando menos 500 mil votos a nuestro juicio que estaban “amarrados”.

Con todo existe un universo de cerca de 3 millones o más de votantes que no participaron, que no votaron, venezolanos y venezolanas la inmensa mayoría de los sectores pobres, de las clases populares los que constituyen una potencial fuerza política a la que hay que trabajar políticamente y acercarla al proceso, mostrarle sus bondades y que los beneficios les lleguen por igual.



EL PLAN C DE LA CONTRARREVOLUCIÓN



Los hechos demuestran de manera reiterada que los sectores contrarrevolucionarios mimetizados en oposición, nunca creyeron en el referéndum, sólo veían en él un instrumento de su acción subversiva. Uno de los elementos más notorios fue aquel donde expresaron múltiples veces que reconocerían el resultado de referéndum si éste los favorecía, ante tamaño cinismo hubo sectores igualmente hipócritas que dijeron que reconocerían la votación mayoritaria del NO si los avalaba el Centro Carter y la OEA.

Cuando se producen los resultados que ya conocemos, es decir, el triunfo arrasador del NO en un 60% de la votación, a escasos minutos de haber dado el CNE, a las 4 de la madrugada del 16 de agosto, el primer boletín sobre el 93% de las actas de votaciones, la llamada Coordinadora Democrática anunció, en medio del estupor de los derrotados sinceros, aquellos que creyeron las mentiras de sus líderes de que el SI ganaría, ¿qué hicieron los líderes de pacotilla de la CD?, decir que no reconocían los resultados electorales porque se había producido un fraude.

La minoría política, los dirigentes de la extrema derecha, ponían desde ese momento en acción el Plan C. Pese a lo evidente de la derrota y lo cuesta arriba que era pretender demostrar que se había producido un fraude, máxime cuando un estadista de la talla de Jimmy Carter u organismos internacionales como la OEA –el gobierno norteamericano incluido–, centenares de observadores internacionales de todas las latitudes quienes habían aceptado la victoria bolivariana y la limpieza y pulcritud del evento.

Seguros de su derrota táctica –de la que nunca habían dudado los dirigentes opositores– tratarían de revertir esos resultados adversos para que no se convirtiera en una derrota estratégica, es decir, que salieran de la escena política por todo un período histórico, no ya para las elecciones generales de diciembre del año 2006, sino que Chávez iniciara un nuevo período gubernamental por 6 años más y la posibilidad –de producirse una reforma o enmienda constitucional– que fuese reelegido por un tercer período hasta el año 2021.

Hay una razón menos política y más crematística, aquella que tiene que ver con los fondos que a través de las instituciones mamparas de la CIA y del gobierno norteamericano, les llega regularmente a todos los grupos, partidos, grupúsculos, individualidades. Más de 10 millones de dólares en el último año es una cifra nada desdeñable para esos grupos mercenarios, acostumbrados como están a vivir del pago de sus amos del gobierno de Bush en los últimos 5 años; una forma de vida fácil cuyo objetivo es destruir un país, vender sus riquezas, destruir a su pueblo. Perder esa teta, independientemente de su traición a la patria, tienen que evitarlo ¿de qué van a vivir entonces si nunca han trabajado y son unos vulgares zánganos?

Sectores extremistas del gobierno norteamericano, más concretamente la CIA, Shapiro, Maisto, la gusanera cubano mayamera, de un viejo sombrero de mago sacaron a Tulio Jiménez, Ricardo Hausman, la cloaca mampara de la CIA llamada sumate, partido político que está a la extrema derecha de los fascistas de Primero Justicia y, por supuesto, Enrique Mendoza, el combo que asumió, junto a la CD, la nueva estrategia o el plan C, que establece como objetivo ablandar a la opinión internacional con la matriz de que si hubo fraude en las elecciones con lo que pretenden generar un cisma político en el país de llegar a prosperar la maniobra –piensan ellos– y mover las fuerzas extremistas paramilitares contrarrevolucionarias que tienen escondidas, para intentar ahondar la crisis, en la búsqueda de una intervención externa.

Coyunturalmente, en el marco de unas inminentes elecciones regionales, el desarrollo del Plan C que desconoce –tardíamente, por cierto– los resultados del referéndum, ha traído como consecuencia una inevitable división en la ya deteriorada CD. El sector más recalcitrante, abstencionista, golpista que no cuenta con organización política o ésta es muy débil como para obtener un significa figuración electoral, propicia el abstencionismo. Pero partidos como AD, juegan las dos cartas, rechazan el abstencionismo porque políticamente los afectan pues ellos si tienen cuotas de poder y mucho más que perder; pero no abandonan el darle apoyo al Plan C, es decir, apoyar y fortalecer la política de proclamar que hubo fraude, sin negar que en su seno se mueven corrientes sensatas y objetivas que admiten sin tapujos el triunfo del NO, tal es el caso de Claudio Fermín.

Sin embargo, con todo, es difícil que las tendencias de fortalecer al chavismo y a la revolución bolivariana surgidas de las elecciones del 15 de agosto, varíen en dos meses, lo que quiere decir que la derecha poco tiene que buscar en estas elecciones, su derrota masiva se da por descontado.



PERSPECTIVAS Y ALCANCES DEL TRIUNFO DEL NO EL 15-8



El triunfo del NO fue el triunfo del pueblo venezolano, pero también de los pueblos latinoamericanos y caribeños. Fue el triunfo de la izquierda mundial y una derrota al imperialismo norteamericano, al fascista presidente Bush y a los halcones guerreristas que desde las instancias del Estado norteamericano, la CIA y el Departamento de Estado entre estas, han organizado y financiado los diferentes planes para derrocar al Presidente Chávez y abortar el proceso revolucionario: Sumate –el CNE paralelo–, la CD, la CTV, PJ, AD, COPEI, BR, sectores de la jerarquía Católica, Fedecamaras, entre otras muchas.

Con el referéndum reafirmatorio del 15 de agosto de 2004 se cierra un ciclo conspirativo y subversivo. Los sectores en pugna se contaron y quedó evidenciado que ni Chávez se había desgastado y era minoría, ni ellos eran la mitad del país cuando hablaban de polarización y manejaron mediáticamente esa matriz dando una falsa información para justificar su acción subversiva. Los votos evidenciaron que ellos eran la minoría no sólo desde el punto de vista organizativo sino la heterogénea tendencia que englobó el SI.

Desde el punto de vista político se plantea, con el resonante y contundente triunfo obtenido, la profundización de la revolución, es decir, la construcción del poder popular en el marco, incluso, de una reforma constitucional que legitime el poder popular, elimine la herencia democrático-representativa de algunas instituciones de corte cuartorepublicano como la Asamblea Nacional. El proceso de revolución democrático burguesa, el experimento de un capitalismo humanista producto, precisamente, de la decisiva presencia del pueblo, de las clases trabajadoras, campesinas, clases medias baja, de los sectores juveniles, etnias indígenas que le impone una dinámica más radical al proceso, incluso de corte socialista, junto a sectores nacional burgueses igualmente antimperialistas que coexisten mientras no se resuelva la contradicción principal, la que existe entre el pueblo nación venezolana y la oligarquía criolla-imperialismo yanqui. (6-07-04) (caracola@cantv.net)



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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

 humbertocaracola@gmail.com      @hgcaracola

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