¿Quien tiene la culpa?



Ya lo habíamos dicho, “esta gente si pierde, arrebata”. Vamos a suponer que Felipe Mujica no tiene ninguna razón para confiar en Jorge Rodríguez. Vamos a suponer que su enajenación llega a tal punto que le impide ver que existe un mundo más allá de sus narices. Todo eso es cierto y es posible. Pero lo que no se puede creer es que la noche del 15 de agosto de 2004 la Quinta La Unidad estaba solita porque la oposición esperaba tranquilita los resultados del CNE. Ellos, que nunca pudieron hacer una rueda de prensa conjunta aceptando al árbitro. Ellos, que estuvieron las últimas tres semanas vaticinando el fracaso de las máquinas capta huellas. Ellos, que pasaron todo el día auto convenciéndose con sus jefes, los dueños de los medios, de que iban “arrasando”. Ellos, que les encanta una cámara, decidieron irse a dormir.

La realidad es que la dirigencia opositora sabía, al igual que el chavismo, que el arrase fue del No. La realidad es que a estas alturas pareciera que no saben sumar. La realidad es que “no saben”” que el 80 por ciento de nuestros compatriotas son pobres y que ellos tienen cinco años despreciándolos. Ignorándolos. Y los pobres castigan. Sus votos “valen oro” como dice la “oportuna” fundación de RCTV que sólo funciona en época electoral.

La realidad es que mientras lloraban, alguno de sus desquiciados, que le sobran, recordó su plan B: -“Desconozcamos todo” . -“¿Pero tenemos pruebas del fraude?” -“No, impugnamos todo y ya”. -“Es un megafraude”. -“Pero deberíamos tener alguna pruebita”. -“Cállate, decimos que es un megafraude y después vemos”. -“Llama a los cuatro purasangre” (así se dirigen a sus jefes).

Y se lanzaron esa. Luego de secarse las lágrimas, se echaron polvito y panqué en la cara y a la tele. Su mejor manera de hacer política. Su única manera de hacer política. “Salgo en la tele, luego existo”.

Y es que al igual que no creyeron que a Chávez lo devolvió al poder el pueblo en la calle, ahora no creen que los pobres votan. Sus mentes carcomidas por la propaganda antichavista difundida por los medios de comunicación masivos sólo ven lo que pasa en sus calles, en sus cuadras. Los pobres son estadísticas de país subdesarrollado, porque “¿cómo van a mandar más que yo? Yo que soy estudiado. Yo que tengo carro, celular y apartamento en Miami. Yo que hice un curso en el IESA. Yo, yo, yo....”

A veces se entiende su desquiciamiento, pues si estuvieron diez horas en una cola, por ejemplo en El Cafetal, hablando entre ellos, oyendo sus conversas antichavistas y encima, comprueban que la mayoría de la cola iba por el sí, terminan creyendo que ese es el mundo, que ese es el país. Hasta ahí está bien, pero creer que eso se repitió en una mesa de La Vega. ¡Por Dios! Urge una Misión para sanar mentes.

Eso le puede pasar a la base de la oposición, pero después de la fiesta democrática del domingo, tener que calarse al ex fundador de Movimiento de Izquierda Revolucionaria, anunciando sacudones y “épocas duras” para Venezuela porque “se agudizará la represión”, es muy cruel para mis neuronas. ¿Van a seguir con el jueguito de que ahí viene el dictador? ¿Qué viene el comunismo? Qué fastidio.

Lo cierto es que la imagen del Presidente Chávez estaba muy mal a nivel internacional y con esta última comiquita de la oposición, ha tenido una recuperación directamente proporcional al ridículo al que se han expuesto insinuando que Carter y Gaviria son chavistas.

Finalmente le dieron otra patada a la mesa. El Golpe, el paro, la guarimba y ahora, el desconocimiento de la voluntad popular, dejaron a la mesa en el suelo. Dicen que no se les reconocen sus votos. Que hubo fraude. Pero la verdad es que sí se les reconocen y se les respetan. Pero, ¿quién tiene la culpa de que sean menos?





*Periodista y profesora universitaria





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Mercedes Chacín*


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