Dos años después del Golpe


Estuvimos fuera de circulación durante dos semanas. La primera, por motivos de salud. Entre afecciones pulmonares y estomacales pasamos algunos días. Ya no somos los mismos. El cuerpo de hoy no es como el de ayer. Atrás quedaron nuestras capacidades físicas. Las largas horas sobre una bicicleta. Ascensos poco generosos y descensos precipitados. Entre soles y lluvias transcurrieron muchas horas de nuestra no eterna juventud. Sólo quedan alegres recuerdos, algunos trofeos, amigos, libros leídos en pesadas noches, templanza y disciplina. Con cuarenta y tres años a cuestas, no aguantamos como antes. No resulta sencillo reconocerlo.

La segunda sirvió para meditar, y reposar, en plena Semana Santa. Sin embargo, aquí estamos otra vez; dispuestos, como siempre, a aclarar panoramas y despejar dudas. Comprometidos con el proceso irreversible de transformación: Venezuela, y los venezolanos, jamás regresaremos a los tiempos ya pasados. Estamos en pleno período de transición. Reconocemos cuán difícil resultará para esta generación comprender la necesidad de los cambios. Quizá la próxima disfrutará de nuestros esfuerzos.

Información variada y dispersa sirvieron para comprender que, en materia política nacional e internacional, no han cambiado mucho los escenarios planteados. El Imperio, con sus aliados, está recibiendo en Irak una lección peor que la derrota en Vietnam. Norteamérica se ha visto obligada a echar el resto en una guerra vuelta irreversible. La resistencia iraquí olvidó a Husseim y, unida, está enfrentando con todas sus fuerzas a los eternos invasores.

Una guerra -al parecer- perdida en el plano militar, propicia, como consecuencia, el alejamiento del control sobre el petróleo iraquí. Bush observa cómo se debilita su gobierno, y corre el riesgo de salir derrotado en las próximas elecciones. Aunque, para nosotros, el candidato demócrata no inspire plena confianza. La estrategia del capital norteamericano no se modificará, sólo cambiando figuras y partidos. Allá siguen cohabitando dos fuerzas, que al final confluyen en los mismos objetivos.

En el plano nacional, la oposición continúa cometiendo los mismos errores. No quieren aprender. Insisten en tropezar con la misma piedra. Chávez, como perfecto estratega, los acorrala con frecuencia. Tanto enfrentamiento diluido, para acabar entendiendo que fuera de la Constitución quedan sin aliento. Sin discurso ni planes no podrán ir a ninguna parte.

La mayoría venezolana sabe dónde están los enemigos y ya no quiere saber de ellos. Descubiertos en su intento por validar un fraude electoral, no tienen alternativa: la Constitución impone las reglas del juego democrático. Deben estudiar para aprobar en reparación y, al mismo tiempo, entrar en las contiendas regionales y municipales. La Ley obliga respeto. El bien siempre derrota a las fuerzas de la oscuridad.

Los medios, con contadas excepciones, insisten en su rol de actores políticos. Periodistas, locutores y moderadores al servicio del mejor postor. Sin ética ni moral, no tienen destino promisorio. Como cacatúas (con el respeto debido a esta especie) repiten constantemente las mismas mentiras sin pies ni cabeza. Son autores intelectuales de un decreto de guerra a muerte que podría arrastrar al fratricidio, y sin distinciones, a todos los venezolanos. Cuando engañan le hacen carantoñas a quienes ven con malos ojos a los pobres y desheredados del mundo. Insisten en sus intentos por entregar nuestras riquezas al capital transnacional. No les importa una Venezuela donde quepamos todos y no existan discriminaciones. Son, literalmente hablando, apátridas. Todavía creen en el sueño americano ofrecido en Disneylandia y Hollywood.

Dos años después del Golpe de Estado, las cosas parecen no haber cambiado. Pocos responsables. Los más andan sueltos o disfrutando exilios dorados o infiltrados en el gobierno o conspirando abiertamente contra la democracia. Nosotros todavía esperamos el parto decretado por el Tribunal Supremo de Justicia, con respecto a los militares golpistas, y nos preguntamos: ¿qué saldrá de sus virginales vientres si fueron preñados con buenas intenciones?





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Giandomenico Puliti

Nació en Mérida el 10 de abril de 1961. Hijo de inmigrantes italianos, de 43 años de edad para el momento de su deceso. Casado y con dos hijos. Al cumplir un año, su familia se traslada a Tovar. Su padre, Arnaldo Puliti, junto a Giustino Sciamanna y Cósimo Salvemini, funda el ?Taller Roma?; empresa metalúrgica familiar de reconocida trayectoria en el Valle del Mocotíes. Cursó todos sus estudios en Tovar. En el Ciclo Diversificado José Nucete Sardi obtuvo el título de Bachiller en Ciencias. Formó parte de la Selección Nacional Juvenil en Campeonatos Panamericanos y Mundiales de Ciclismo. Estuvo compitiendo en Italia, Colombia, República Dominicana, Uruguay y Norteamérica. En la Universidad de Los Andes obtuvo el título de Licenciado en Letras. Cursó estudios de postgrado en Literatura Iberoamericana.


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