11 de marzo. Atentado terrorista en Madrid (¿cabe otra definición?). Casi 200 muertos y 1000 heridos. Cuerpos mutilados, algunos sin vida, otros gravemente heridos, atrapados entre una amasijo de hierros retorcidos o siendo evacuados en ambulancias cuyas sirenas encogen en el corazón. Me siendo desbordado. El horror supera lo físico, incluso lo anímico, afecta a la percepción intelectual de lo acontecido. Leo en el frontispicio del infierno la sentencia de Dante: ¡Quién cruce esta puerta pierda toda esperanza!
Aun y todo, me aferro a la razón, cual clavo ardiendo. La razón analítica, cuanto menos. Una cosa esta clara. Sean quienes sean los autores, no alterara su naturaleza criminal, ni la enormidad del mal producido. Esta caracterización es pertinente, para otros casos, sean de menor trascendencia o dramatismo, o simplemente de diferente localización geográfica. No se puede utilizar dos varas de medir en función de la mano ejecutante.
Sin embargo es evidente, que según quienes sean los autores de la masacre, cambia su significado político, y sobre todo, sus repercusiones. Por eso, ayer noche, muchos (sin que por ello se mitigase nuestro dolor, ni la solidaridad con las victimas) sentimos un gran alivio, conforme tomaba visos de credibilidad la hipótesis Al Qaeda.
¿Por qué? Por dos razones. La primera, por qué, desbarata la maniobra del gobierno, su inmenso montaje mediático para sacar del tremendo drama, tajada electoral, y un cheque en blanco para su política antinacionalista vasca. ¿Conseguirá a pesar de ello dicha mayoría absoluta? Habrá que ver. Pero en cualquier caso, será diferente su margen de maniobra. Es posible además, que le pase factura, sobre todo, según como evolucione la cuestión de Irak. Las miles de personas que en Madrid se movilizaron contra la agresión a Irak y su posterior ocupación, reflexionaran sin duda sobre la doble responsabilidad del gobierno en dicha invasión y su efecto bumerán, o la ley del "ojo por ojo".
La segunda, por que me habría desagradado profundamente que gentes vascas hubieses cometido semejante acto de inhumanidad. Incluso, llegue a pensar en lo que sentirían unos hipotéticos padres. En la poesía de Gabriel Aresti: Etarren amek asko sufritenze dute...
Me imagino, que el alivio fue muy superior para las gentes de Batasuna. Ciertamente, ellos, fueron los únicos que rechazaron de plano la mera hipótesis de que fuese ETA la autora de la masacre. No sé si contaban con datos previos que otros desconocíamos; si se guiaban por un análisis racional, o simplemente por lo que se llama la "fe" de carbonero.
Otros, nos movimos a lo largo del día, con dos hipótesis, aunque ciertamente más partidarios de una que de otra. La que apuntaba a ETA como posible autora del atentado. ¿Por qué?
Dos razones. La primera, por qué carecemos de dicha fe de carbonero, y sobre todo, porque más allá del bombardeo y la manipulación de que fuimos objeto (justo es reconocerlo) había indicios que empujaban a pensar en esa posibilidad: por un lado, los datos más cercanos (la furgoneta apresada cerca de Madrid con 500 kilos de explosivos, los datos publicados y no desmentidos sobre posibles atentados en el TALGO, etc.). La segunda, el propio pasado de ETA: el atentado de la cafetería Rolando; lo de la estación de Atocha; lo de Hipercor; los coches bombas... en algunos casos con aviso previo, pero en otros no. Pero sobre todo, por el hecho de que en los últimos años los objetivos de ETA han ido ensanchándose de tal manera que al final no se sabe dónde pueden terminar.
De todas formas, este debate es ya cosa secundaria.
¡Alea jacta est! Estamos ante un viaje sin retorno posible. Nos alegramos, por todo lo dicho, de que no sea ETA la autora de la masacre, pero cualquier actividad armada futura, incluso la mas limpia posible, desencadenara tal reacción, que será muy parecido a la ruptura de una pesa en medio de una riada.
ETA no puede volver a cometer ningún atentado. Batasuna ya no puede responder (después de lo dicho respecto a lo de Madrido) como en el pasado, caso de que ETA produzca nuevas víctimas.
Solo cabe la tregua indefinida, la desaparición de ETA de la arena política. Y aún y todo, costara lo indecible salir del atolladero. Es tal el desprestigio de la violencia como vía de acción política, que solo cabe la mas profunda autocrítica, puede salvar lo salvable.
Y que nadie piense estas palabras buscan hacer leña del árbol caído. Tanto dolor, tanto sacrificio, propio y ajeno, tantos años de lucha inspirada en una pretensión emancipadora, no pueden quedar pulverizados por el empecinamiento de ETA, en seguir considerándose como un agente político de primer orden.
Y es que cada vez que interviene, cataliza la atención política, pero en claro perjuicio de cualquier intento de solución, incluso del llamado contencioso.
Es la hora de las vías políticas civiles. Tanto más, cuando el enfrentamiento político arrecie. Y va a arreciar.
* Joxe Iriarte, 'Bikila' es escritor y miembro de Zutik, organización de la izquierda vasca.
Correspondencia de Prensa
[Nº 360 - Marzo 16 - 2004]
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