¿De verdad reconocemos nuestros errores?

En esta ocasión, cuando comienza el 2009 les deseo a todos ustedes que este año nuevo nos traiga a todos más patria y más realizaciones de avanzada en el desarrollo de nuestra revolución socialista.

Hoy, me voy a referir al tema de los servicios públicos. Ojalá se pueda lograr su mejoramiento o mejor dicho, su buen funcionamiento en este nuevo año. Ya estamos un poco cansados de oír la cantaleta de “reconocemos nuestros errores”, errores que lamentablemente se han cometido durante esta revolución. ¿Hasta cuando? yo preferiría oír en el futuro que no se comete ninguno. Se que es una utopía pero es un sueño por el bienestar del país, o al menos quisiera oír, que se toman medidas efectivas para no caer en esos errores reiteradamente.

Pero, para no cometer o minimizar su ocurrencia, se hace necesario llevar en la mente y en el alma - como dice el ciudadano presidente -, la disposición de mantener y sostener una verdadera actitud de combate, sustentada en una moral y una voluntad política que impida o neutralice la aparición de esos errores.

En la gama de errores, los de corrupción son los más notables y se levantan como el paradigma de los demás errores.

Los errores de aplicación de la justicia son los más perversos porque atentan contra la dignidad de la persona o contra la colectividad que los soporta, pero también hay errores producto de la falta de planificación, de la visión super limitada que no permite avizorar el futuro o de los que aparecen por la mezquindad y la flojera.

He aquí un caso concreto: La Alcaldía Mayor metropolitana, manejada por un demente disociado - Antonio Ledesma -, deja sin cobrar a más de 11.000 empleados, aduciendo para ello que no ha recibido el dinero para tal fin. Por otra parte, los afectados afirman que los recursos si le han llegado a la Alcaldía Mayor a través del situado constitucional. Mi pregunta es: ¿Quién otorga el situado constitucional?

Pero, lo más grave del caso es que en un proceso revolucionario, no exista NADIE que pueda controlar el destino y uso de ese dinero (Ese es el error), o sea, el alcalde se lo puede meter por los forros si le da la gana y el otorgante no puede hacer nada. ¿Como les parece?

Esto significa, que si mañana yo soy alcalde y por situado constitucional se me envía un dinero para lograr un objetivo cualquiera, yo puedo beneficiarme personalmente, sin restricciones, y tengo el poder hacer con ese dinero lo que me de la gana sin importarme para nada lo que pueda pensar el otorgante o quien sea. Me sabe, yo tengo el poder de engañar al país y a mi otorgante como me de la gana. No hay ley establecida que me impida hacer lo que quiera y punto.

Si eso es así y no se puede hacer NADA, entonces que siga la pachanga y la falta de autoridad que la justifica.

Ya en una ocasión se me ocurrió proponer, sólo proponer, porque no tengo una cuota de poder que me permita tomar decisiones para lograr lo propuesto. Me refiero a, la necesidad que tiene el Estado de crear un instituto para la formación de FISCALES PÚBLICOS. Dichos ciudadanos saldrían capacitados para inspeccionar los medios de producción industrial o agrícola, la calidad, cantidad y conservación de la mercancía que allí se produzca, o saldrían también para fiscalizar y controlar el comportamiento de la gente en la calle.

El primer tipo evitaría la estafa y el sobre precio en los mercados de consumo y el segundo, evitaría el abuso del ciudadano por su comportamiento indeseado cuando anda por las calles o cuando conduce un automóvil o transporte urbano.

La idea no es descabellada, se fundamenta en la formación de un nuevo tipo de hombre o mujer que sea capaz de hacer cumplir las normas de producción o del buen comportamiento civil. Serían por supuesto, personas BIEN remuneradas, no pela bolas que pudiesen ser comprados con facilidad por esas mafias que controlan la producción y el mercado, o por los matraqueros que te encuentras a diario vestidos de fiscales de transito o de policías.

Ya se que el trabajo no es fácil, no es poca cosa tener que controlar la calidad y cantidad del productos que llegan a los mercados. Entre otras cosas, tendrían que manejar parámetros económicos acerca de los costos de producción para poder estimar los precios en el mercado.

De igual manera nos referimos a los funcionarios policiales y de transito que se transformarían en fiscales públicos que llevarían sobre sus hombros una gran responsabilidad para mantener el orden y el control de la ciudadanía como debe ser.

Claro está que todo esto es posible, si existe una acción mancomunada de un gobierno inteligente y capaz, que tenga la suficiente autoridad para penalizar a estos fiscales cuando caigan en el delito de la corrupción o del crimen organizado.

Con respecto al área de servicios públicos no es posible negar que estos servicios no funcionan con eficiencia y nos encontramos a nivel de los países más subdesarrollados del mundo. Esto también es parte de los errores que se cometen o se han cometido en el proceso revolucionario. Más que el bla bla bla están los hechos que si hablan por si solos, la praxis a la que tanto hace mención el ciudadano presidente de la República en sus alocuciones es necesaria para enmendar los errores.

En otros países más avanzados que el nuestro, en el área de prestación de servicios, se han construido una serie de minicentros de atención al público. Dichos centros se ubican dentro de las grandes ciudades con una capacidad de servicio del orden de los 250 a 300.000 habitantes. En Caracas se requerirían unos cuantos.

Estos mini centros de atención pública permiten al ciudadano común cancelar sus deudas al Estado fácilmente, es decir, sin hacer esas tremendas colas sin fin y parados. Los mini centros le permiten al ciudadano pagar: el teléfono, la luz, el agua, los impuestos, el aseo urbano, sacar cédulas de identidad o pasaportes y además de todo eso, tener a disposición inmediata un banco para efectuar sus operaciones pertinentes. Aquí podrían ser sucursales del BCV ¿Cómo les parece?

A sabiendas de que algo así fortalece la revolución bolivariana no sólo facilita el cumplimiento de nuestras obligaciones con el Estado, sino que también tendríamos que agradecer el aspecto humano que esto significa. Se dignifica al ciudadano con las facilidades que se le ofrece y además se evita esa enorme perdida de tiempo en esas colas interminables.

¿Será muy difícil la construcción de estos mini centros de atención al público? ¿Será que es algo sumamente costoso o será más bien que hay un rasgo de mezquindad que lo pudiese impedir?

A propósito del pago del aseo urbano, el caso de la basura en esta querida Venezuela, se ha hecho insoportable, es horroroso, si queremos llegar a ser una POTENCIA empecemos por la limpieza. Hoy por hoy la imagen de Venezuela al mundo, es que es un país sumamente sucio, entiendo que habrán otros países más sucios en el mundo pero eso no justifica la suciedad que tenemos.

En Latinoamérica Caracas es reconocida por su suciedad. No podemos olvidar esto y tratemos de una vez por todas de resolver de alguna forma este problema, además de buscar una solución técnica de avanzada que sea factible, también se tendría que penalizar con rigor tanto a los ciudadanos que ensucian la Ciudad, como a los alcaldes que no atacan el problema de la basura como debe ser.

Esperamos que este nuevo año les abra los ojos a los dirigentes que quieran ver y los hagan más responsables ante la colectividad que ellos representan. Aprovecho la ocasión para hacer un llamado al pueblo común que ensucia sus calles por negligencia, maldad, desidia o por falta de buenos contenedores y servicios que permitan controlar la basura en sus comunidades. No la tiren en el suelo.

A los alcaldes que trabajen más y no roben a su propio pueblo que los ha elegido. Ojalá llegue pronto el día en que no tengamos que lamentarnos de “nuestros errores” porque no los atacamos a tiempo, bien por cobardía o por complicidad.

Cuando el error se minimiza el afán del voto también se minimiza. El llegará con mucha más fluidez y facilidad cuando se mejoren los servicios.

 



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Alex Rivero


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