Socialismo a nueva prueba electoral

En medio de un colapso global del capitalismo globalizado, la bandera del socialismo –enarbolada con audacia cuando pocos en el planeta imaginaban posible esa debacle- vuelve a ser sometida a una crucial prueba electoral al norte de América del Sur.

Esa y no otra es la significación última de las elecciones de este domingo en Venezuela, formalmente convocadas para elegir gobernadores, alcaldes, diputados a Consejos Legislativos y –en la Gran Caracas y Alto Apure- concejales metropolitanos.

Sólo la candidez que la campaña impone a candidatos, grupos políticos y medios de difusión reduce el debate a lo meramente formal: quién parece más simpático, eficiente u honesto como gobernador o alcalde, quién promete barrer las calles o darle mayor seguridad a la ciudadanía.

Aspectos éstos de innegable importancia en la vida cotidiana de la gente, que, sin embargo, muchas veces escapan de las posibilidades, prioridades e incluso competencias reales de aquellos funcionarios una vez electos. “No se dicen tantas mentiras como antes de una elección y luego de un día de pesca”, sentencia un refrán anglosajón.

Lo que está en juego

Detrás de tanta promesa vestida de amplitud política y sentido de comunidad –“gobernaré para todos, sin distingo alguno”-, todo el mundo percibe, dentro y fuera de Venezuela, que en la cita del domingo está en juego mucho más que quién gobernará este o aquel estado o municipio del país.

De lo contrario, no habría tal nivel de expectación nacional e internacional alrededor del 23-N. Quién tiene o no la escoba en la mano en una determinada jurisdicción subnacional carece de interés internacional. Si fuese sólo eso, no habría ameritado tantas negociaciones en pos de la “unidad” entre disímiles factores hermanados por la comunión antichavista. Sólo candidez genuina o interesada omite el fondo estrictamente político del asunto.

Hay cosas que parecen obvias, pero que cabe plasmar en buen cristiano: de este domingo saldrá fortalecida o debilitada la perspectiva socialista impulsada por Hugo Chávez.

Fortalecimiento o debilitamiento, las repercusiones del resultado no se circunscribirán al respectivo estado o municipio, ni siquiera a Venezuela o a América del Sur.

El continente todo, y el planeta entero, estremecidos por el impacto material y psicológico del derrumbe del muro de Wall Street -que pone en duda su carácter supuestamente eterno y en crisis su promesa de prosperidad- leerá con todas sus letras si Venezuela decide votar o no en forma mayoritaria por quienes enarbolan explícitamente la bandera del socialismo.

¿Clavo pasado?

Cualquiera podrá alegar, abrazándose a lo meramente formal, que eso no es lo que está en discusión, que ya eso es “clavo pasado” luego del referendum del 2 de diciembre de 2007, cuando fue derrotada –en final de fotografía- la reforma constitucional que echaba las bases del llamado socialismo bolivariano o “del siglo XXI”.

Si aquel 2 de diciembre la perspectiva de socialismo recibió, en efecto, un estrepitoso frenazo, lo cierto es que el juego político continúa su curso. La política, fenómeno dinámico, está siempre plagada de marchas, contramarchas, zigzagueos, victorias y derrotas, de las cuales se pondera una resultante.

Lejos de arriarla después del 2D, Chávez ha continuado levantando la bandera socialista y tomado acciones concretas –como las nacionalizaciones de conglomerados claves- que apuntan en esa dirección, aunque no bastan, por supuesto, para proclamar el arribo al socialismo.

Recientemente, hizo firmar a sus candidatos un Compromiso Socialista.

Puede que algunos o incluso muchos de ellos no tengan claro lo que eso significa, o no sean realmente socialistas, ni siquiera revolucionarios. “No están todos los que son, ni son todos los que están”, reza el refrán popular. Algunos podrán tratar de matizar, torcer o renegar mañana del compromiso firmado. Pero no necesariamente serán ellos, individualmente considerados, quienes marquen el rumbo de los acontecimientos. Puede que sí, pero habrá que esperar la resultante.

Guste o no, quiérase o no, un triunfo de los candidatos de Chávez le permitirá a éste proclamar legitimada su explícita oferta socialista.

Guste o no, quiérase o no, una derrota general de esos candidatos permitirá a sus adversarios proclamar cancelada definitivamente la opción del socialismo, deslegitimada por segunda vez por la voluntad popular.

El énfasis sólo dependerá de lo estrecho u holgado de los numeritos finales. Y éstos, seguramente, de factores tan impredecibles como el clima y la abstención. Si llueve el domingo, esta última puede llegar a las nubes. Salvo que sea de votos, nadie sabe a quién terminaría beneficiando un chaparrón.

Potencial centrífugo

A la cita del domingo concurren, en una minoría numérica de jurisdicciones, varios candidatos que profesan las ideas del socialismo y expresan respaldo al liderazgo de Chávez. Puede que, en ciertos casos, lo hagan incluso de manera más genuina que algunos candidatos del PSUV que sí firmaron el compromiso.

Detrás, sin embargo, de estas candidaturas disidentes del PPT y el PCV subyace una controversia ideológica alrededor, también, del socialismo.

Mientras en el PPT agregan el apellido “productivo” al socialismo que propugnan, lo cual –se supone- implica un matiz de carácter fundamentalmente económico con respecto al socialismo a secas, en el PCV mantienen una divergencia con Chávez con respecto a la caracterización del proceso revolucionario venezolano.

Paradójicamente, los comunistas no consideran que éste sea el momento del socialismo, sino de la liberación nacional, considerada ésta como una etapa previa y necesaria para la construcción del socialismo. Una diferencia teórica que ya se ha presentado en otras latitudes y momentos históricos, y que supone implicaciones múltiples en el terreno de la práctica.

Ambos matices, que en el fondo son bastante más que eso, gravitaron tras la decisión del PCV y PPT de no disolverse para subsumirse en el PSUV, concebido como el partido de la revolución.

Si a esto se agregan las características propias del liderazgo arrollador y personal de Chávez, conectado sin intermediación alguna con las masas que le dan fuerza política, y más dado a la disciplina militar que a las discusiones entre direcciones partidarias, se comprende por qué la llamada Alianza Patriótica acude a estas elecciones en terapia intensiva o, como el Cid Campeador, galopando después de muerta.

Aunque PPT y PCV apoyan a la abrumadora mayoría de los candidatos del PSUV y éstos mantienen nombre y foto en sus respectivas tarjetas –salvo los de Apure y Monagas, que las rechazaron-, divergencias puntuales como la de Guárico tienen un inmenso potencial centrífugo en términos nacionales.

El estado llanero puede convertirse en el desencadenante de una fractura definitiva, y en consecuencia de una nueva polarización nacional, si, como se anticipa con preocupación en diversos círculos políticos, la violencia estalla allí este domingo ante un resultado que no sea reconocido por ambas partes: Lenny Manuitt (PPT) y Willian Lara (PSUV). Es de desear que, como en todas partes, prive allí la sensatez.

Abreboca en Nicaragua

A ese foco podrían sumarse Zulia –al ladito de la violenta Colombia - y Caracas, donde transportistas bolivarianos denuncian planes de “guarimba” opositora para reclamar un supuesto fraude contra su candidato Antonio Ledezma.

Inquietantes denuncias que coinciden con los pronósticos de observadores que ven los disturbios promovidos por la oposición en Nicaragua tras las elecciones regionales de allá, donde el Frente Sandinista obtuvo una victoria arrolladora, sólo como un anticipo de los planes de sus pares de aquí para el post-23N.

Ambos países forman parte del Alba, que el 26, tres días después de las elecciones venezolanas, realizará aquí una cumbre presidencial conjunta con los países de Petrocaribe para analizar y buscar respuesta a los desafíos de la crisis global del capitalismo. El mismo tema que congregó, sin resultado concreto, al club de países más ricos (G20) en su reciente cumbre de Washington.

Cumbres y elecciones signadas, quién lo diría, por la pugna entre los ideales –infartados- del capitalismo y los –resucitados- del socialismo.


columnacontralacorriente@yahoo.es



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Ernesto Villegas Poljak

Periodista. Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información.

 @VillegasPoljakE

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