Autopista al cielo

Tomado de eluniversal.com
http://archivo.eluniversal.com/2002/10/10/10108ZZ.shtml


¿Sería coincidencia que el golpe senil haya sido develado justo el
mismo glorioso fin de semana durante el cual el Papa elevó a los
altares al beato monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer? Sólo Dios
sabe.

Pudiera lucir como una coincidencia porque el fundador del Opus Dei
demostró que a la santidad no necesariamente se debe viajar por una
tortuosa trocha burrera (como lo viene haciendo José Gregorio
Hernández... ¿hasta cuándo, Juan Pablo?) sino que algunos pueden
llegar vía autopista. Paralelamente, Tejera _que según las apologías,
es otro santo varón_ está probando con sus audaces tesis políticas
que al poder temporal de los reinos de este mundo no sólo se puede
acceder por la estrecha, curva y traicionera carretera de las
elecciones populares, sino que también se le puede llegar por el fast
track de unos amigos en el Ejército, dispuestos a canonizarlo a uno
con el rayo místico de las armas. Cosas de la santa coacción, diría
Escrivá.

Tomando en cuenta que murió hace apenas 28 años, se puede afirmar que
el nuevo santo casi ascendió al cielo en cuerpo y alma, cual Remedios
La Bella. Análogamente, a don Enrique apenas le faltó un pelo (no de
tonto, por cierto, pues él se hace pero no es) para ser Presidente
por decisión celestial. Y es que para escribir algo como la 'Doctrina
Tejera de la intervención militar para nombrarme a mí Presidente'
parece menester haber recibido alguna inspiración divina. Santa
desvergüenza, dice el libro de Escrivá.

Pero, por otro lado, hasta puede decirse que la coincidencia es el
primer milagro del monseñor como santo oficial, pues al producirse
simultáneamente estos dos hechos mágico-religiosos (el allanamiento a
nuestro Compai Segundo del golpismo jurídico y la santificación
express de Josemaría), han quedado libres de toda sospecha los
integrantes locales de la Obra, ya que ellos, en pleno, estaban de
cánticos en la plaza de San Pedro, releyéndose Camino. A algunos
desprevenidos esto le parecerá un hecho intrascendente, pero la
verdad es que en abril el prestigio y relumbrón del piadoso grupo
quedaron un tanto ajados luego de las advocaciones que protagonizara
José Rodríguez Iturbe en la Casa Amarilla, con todo y aureola de
ministro.

En su descargo hay que decir que hizo esto cumpliendo con los
mandatos de la Obra, que ordena a los fieles dedicarse
prestigiosamente a todas las actividades humanas, para desde ellas
desarrollar un apostolado profesional. Y él, ¡tan sacrificado!, quiso
hacerlo como canciller.

En lo que no coinciden los dos asuntos es en cuanto al manejo de los
secretos internos. Dicen los que han estado en el Opus que de allí
nunca saldrá una prueba escrita sobre las cosas que se hacen,
especialmente de aquellas que han llevado a otros católicos a
calificarles de 'secta'. Todos los papeles son destruidos para que
nadie pueda calumniarles diciendo que los opusdeístas son demasiado
amigos de las élites y simpatizan con las segregaciones raciales,
sociales y hasta de género. En cambio, Tejera y sus supernumerarios y
agregados dejaron rastros por todos lados. 'Santa perseverancia la
del borrico', advirtió san Josemaría.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2327 veces.



Clodovaldo Hernández (clhernandez@eluniversal.com)


Visite el perfil de Clodovaldo Hernández para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas