Las irónicas sonrisas de Powell, Otto y Shapiro

La CIA y sus siniestras conspiraciones

La risa cínica de los mandaderos del gobierno de los Estados Unidos Collin
Powell, Otto Reich y Shapiro que les acompañaba cuando optaron por negar,
cada uno por su lado, toda participación de la CIA en los eventos que la
Descordinadora Democrática ha venido fraguando desde diciembre del 2.001,
los cuales desembocaron en el frustrado intento de instaurar una dictadura
en abril/02 y, posteriormente en lograr la desestabilización de la economía
del país entre diciembre y febrero pasados, para salir de Chávez como sea y
al precio que sea, han estado siempre presentes en las respuestas del
imperio yanqui a las incontables acusaciones que a través de los 56 años que
tiene de creada de esa Agencia, han sido formuladas por organizaciones y
personalidades de mucho prestigio de casi todos los países del mundo que han
tenido que padecer sus arbitrariedades. Entendemos, por supuesto, que esos
señores jamás reconocerían que los Diputados Juan Barreto, Róger Rondón y
Nicolás Maduro, les asiste la razón cuando formulan sus denuncian de que la
Compañía, como se le conoce a esa organización entre sus pares y/o
estamentos del poder yanqui, tiene sus manos metidas en Venezuela.

La CIA fue creada en 1.947 por la potencia del norte con la misión de
vigilar al mundo en general y articular tácticas y estrategias que le
permitieran controlar a todo aquel país que pudiera ser presa fácil para tal
propósito, así como poner a funcionar mecanismos de todo género,
independientemente de que éstos resultaran o no condenables a los ojos de la
comunidad internacional, para doblegar a aquellos que pretendieran seguir
políticas autónomas y asumir posiciones de rechazo a todo intento por
manejarlos como marionetas. Ejemplos de ambos casos abundan desde que dicha
agencia inauguró sus servicios.

Sorprende (?) las aseveraciones de Collin Powell a Patricia Janiot en
entrevista exclusiva a CNN en español, cuando le declaró que su país jamás
ha intentado e intenta interferir en los asuntos internos de Venezuela.
Llegó a calificar de ridícula esa especie y más aún cuando le agregó que no
estamos en el siglo XIX. ¿Fue acaso un lapsus del señor Secretario, cuando
se saltó el siglo XX, o fue que su conciencia lo traicionó?,
porque -ciertamente- durante el siglo XIX los Estados Unidos hizo lo que le
vino en gana con nuestros países. Sus intervenciones en ese período se
cuentan por centenas en toda el área de la América Central y del Caribe y no
lo fueron de forma solapada o clandestina como trata de hacerlo ahora a
través de la CIA, sino de manera abierta y descarada. A México lo despojó de
un poco menos de un millón de kilómetros cuadrados, es decir, lo que es hoy
el Estado de Texas. A Colombia le arrebató el Departamento de Panamá y en
una de las incontables invasiones y atropellos en Centro América, tuvo la
mayor desfachatez de designar en Nicaragua entre 1.853 y 1.857, al General
Willian Walker, general de sus ejércitos invasores, como Presidente de la
República.

Es posible que Powell, con las consecuencias inesperadas que les han venido
deparando a su país las agresiones a Afganistán y a Irak, y que le están
generando situaciones que apuntan al trágico pronóstico de que es muy
factible que se reediten allí los sangrientos y horribles momentos por los
que tuvieron que pasar sus tropas en Vietnam durante más de diez años, allá
por la década de los años sesenta, haya olvidado que bien entrado el siglo
XX su país comenzó a cambiar las tácticas de dominio y control de esta parte
del mundo, a través de las llamadas operaciones encubiertas, aun cuando
retomó en algunos momentos la vía armada de la agresión, como ocurrió en
Grenada en 1.983, con la caída del gobierno de Maurice Bishop y su posterior
asesinato; en Dominicana, en 1.965, con el aplastamiento del movimiento
popular y revolucionario del Coronel Francisco Camaño y en Panamá en 1.989,
con la estrepitosa caída del gobierno del General Manuel Antonio Noriega y
de su secuestro hacia el territorio norteamericano, al mismo estilo de la
edad media, quien, por paradójico que parezca, era uno de sus más fieles y
efectivos socios de la CIA, acusado para ese entonces de narcotraficante.

Esas operaciones han consistido en comprar voluntades en cada país que
proyectan someter, entre las cuales destacan la de periodistas, políticos y
medios de comunicación en general, así como entrenar personal en todas las
áreas posibles para generar caos, crear confusión, destruir servicios
públicos, provocar el desabastecimiento de productos de primera necesidad,
asesinar a dirigentes populares, colocar bombas para crear el mayor terror y
por esa vía erosionar la gobernabilidad, buscando las salidas de fuerza.

La casi totalidad de las acciones de la CIA son programadas por los
gobiernos de turno de la potencia y ello ha conducido a que sus andanzas y
fechorías se hacían y se hacen con la bendición de demócratas y
republicanos, para quienes su patio trasero, la América Latina, les
significa lo mismo, es decir, sólo y únicamente posibilidades ciertas y
efectivas de acceder a materias primas a precios ínfimos y a flor de piel,
como el petróleo, el gas, el hierro, el cobre, el estaño, la plata y el oro,
entre muchas más riquezas minerales y otras tantas o más importantes, que
tienen que ver con el agua potable y la biodiversidad que se haya en su
propio corazón, en la amazonia, la cual se abre como un abanico de esperanza
cierta de vida futura, ocupando amplios espacios del Brasil, Venezuela,
Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, como no ocurre en ninguna otra región del
mundo.

El señor Powell olvidó (?) que su país, por mediación de las activididades
ilegales de la CIA ha organizado y financiado los derrocamientos y
asesinatos de numerosos mandatarios y dirigentes de auténtica raigambre
democrática, como: Jacobo Arbenz de Guatemala, derrocado por un incruento
golpe militar en 1.954, por decisión de la United Fruit Company; Rómulo
Gallegos en 1.948, expulsado de la jefatura del gobierno venezolano por un
golpe financiado con recursos y logística proporcionados por las
corporaciones petroleras norteamericanas; el asesinato de Jorge Eliézer
Gaitán en 1.948, por mandato de la más rancia oligarquía colombiana, en
complicidad con las transnacionales del banano; el derrocamiento de Juan
Bosh de la República Dominicana, en 1.963; de Joao Goulart del Brasil, en
1.961, por una junta militar fascista; el asesinato del General René
Schneider, Comandante General del Ejército chileno en 1.970, como medida
preventiva que apuntaba a evitar el triunfo electoral de Salvador Allende;
el golpe sangriento en contra de éste último en 1.973, que terminó con su
vida y dió inició a la más horrible pesadilla de horror en grado extremo que
nos podemos imaginar; el defenestramiento de la presidenta de Argentina,
María Estela de Perón, en 1.974 y con ello el advenimiento de una serie de
gobiernos militares que implantaron el terror y el crimen sin compasión
alguna por más de una década; los asesinatos bárbaros con bombas de alto
poder colocadas en los respectivos vehículos del General Carlos Pratts,
ex-ministro de la defensa de Allende, en 1.975, en Buenos Aires y el de su
canciller, Orlando Letellier en 1.976, en Washington; las muertes trágicas
del General Omar Torrijos, el hombre que recuperó la soberanía para su país
de la Zona del Canal, la cual le había sido arrebatada a los panameños por
la fuerza de unos tratados leoninos impuestos por los Estados Unidos a
comienzos del siglo XX y la de Jaime Roldós Aguilera, Presidente del
Ecuador, quizás el que más apoyo popular tuvo en su país durante todo el
siglo XX, por sus denodados esfuerzos en llevar adelante políticas sociales,
de indiscutible beneficio para las clases menos favorecidas de su patria.
Ambos murieron en 1.981, por diferencia de muy pocas semanas, en accidentes
de aviación muy sospechosos, cuyas causas técnicas no han podido ser
conocidas hasta la fecha y que, con fundadas sospechas, se señala a la CIA
de haber sido la autora intelectual y material de tales accidentes.

Tratar de relacionar los episodios deplorables vividos en este Continente
por las interfencias de la CIA llenaríamos muchísimas cuartillas. De manera
que hemos reseñado los casos de mayor impacto, a los fines de desenmascarar
a esos funcionarios del State Departament, quienes parece (?) que tienen
pésima memoria, pues hasta se olvidan que hace un poco más de un año, el
propio Shapiro, personaje de poca monta y de baja catadura moral, así como
de muy escasa capacidad para manejar con un mínimo de racionalidad e
inteligencia la importante misión que tiene en sus manos, cual es la de
mantener y fomentar relaciones diplomáticas con nuestro país en el marco del
mayor respeto a los valores de la democracia, acudió a Miraflores el 12 de
abril/02 a reconocer al gobierno espurio de Carmona Estanga. Igualmente han
querido olvidar que militares del Pentágono, acreditados en nuestro país
como diplomáticos, estuvieron en medio de la conspiración en el Fuerte
Tiuna el 11 de abril/02, en horas de la noche, en momentos en que el
Presidente Chávez ya había sido secuestrado y era ruleteado por varias bases
militares del país, dentro del siniestro plan de asesinarlo, como él mismo
lo denunció al reasumir sus funciones de Presidente de la República el 14 de
abril/02.

Este resumido prontuario de una estructura maléfica como lo ha sido la CIA
para los pueblos que buscan con el mayor empeño y ansiedad vivir en un mundo
donde se respire la más amplia libertad y en donde prevalezca la justicia y
la verdad por sobre cualquier otra consideración, es menester mantenerlo
vivo en nuestras memorias, como fórmula única que nos impone la mayor unidad
del pueblo para enfrentar con éxito cualquier nuevo intento que pretenda
arrebatarnos este proceso de cambios en democracia que lidera el Comandante
Chávez Frías.



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Iván Oliver Rugeles


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