Torpezas (?) o estrategias golpistas de la oposición


La decisión del CNE de no admitir la solicitud del revocatorio del mandato
de Chávez incoada por la oposición, era una derrota anunciada y que, además,
lo fue de forma muy reiterada, no solamente porque afectos al oficialismo se
cansaron de vocearlo en todos los escenarios, sino porque sus propios
coopartidarios, entre los cuales se destacan Jorge Olavarría y Gerardo
Blyde, sobre todo el primero, que de manera ardorosa les imploró que no
consignaran semejante "mamarrracho", les dijeron que lo único que iban a
lograr con hacerlo, era perder el tiempo en la idea de salir de Chávez
cuanto antes, pues el Organo Electoral la rechazaría por los errores de
legalidad en que incurrieron sus redactores.

Nuestra tesis sobre dicho episodio es que esos señores sabían perfectamente
que la decisión del CNE no podía ser otra: 1) Porque no son nada tontos, han
estado durante años batallando en agrupaciones políticas que han tenido
éxitos electorales; 2) Porque no tenemos razones de ninguna índole para
decir o sostener que sean ignorantes, pues se trata de gente que proviene de
clases medias acomodadas, que han recibido con toda seguridad, una formación
académica de primera calidad, lo cual hace evidente que poseen capacidad, y
mucha, para entender que la petición del indicado referéndum, más que
extemporánea, había sido redactada en términos errados; 3) Porque, si bien
en esa oposición que ellos manejan a su antojo, salieron voces disidentes
que les advirtieron que la solicitud sería denegada, el resto de sus
compinches en la llamada Coodinadora Democrática (es decir la mayoría, en
donde destacan jurisconsultos como Aguiar, Hermann Escarrá y otros cuyos
nombres se nos escapan y que sin duda alguna es muy posible que sepan tanto
o más que Olavarría y Blyde de eso), compartía con ellos la necesidad de
consignarla, lo cual nos genera la suspicacia de que allí hay un
entendimiento subterráneo en busca de nada santo y, 4) Que el interés en
entregar un escrito que no servía, era simplemente para calentar el ambiente
y generar zozobra, la necesaria como para que, al fin, pudieran darse las
condiciones apropiadas con miras a intentar, de nuevo, con esa decisión,
erosionar la gobernabilidad por la vía de la desestabilización de las
instituciones de la democracia, alegando que en esa decisión está metida la
mano del Presidente y su gente y para ello están seguros de que cuentan con
un poder mediático inmenso, el cual les daría todo su apoyo en eso, como de
hecho ya está ocurriendo.

Efectivamente, ya comenzó el liderazgo de la oposición, que hasta la fecha
lo único que ha hecho es meter la pata hasta el fondo (1), a actuar en esa
dirección. Una legisladora del partido Acción Democrática a la cabeza de un
numeroso grupo de personas agredieron con insultos e improperios de todo
calibre a la familia del presidente del Cuerpo Electoral en su residencia de
Maracaibo y los medios todos de esa desinformación que tenemos, de ello nada
han dicho; el diputado Ramos Allup, sin un mínimo de verguenza por haber
sido uno de los mayores responsables de la crisis en que vive este país por
las barbaridades y corruptelas de más de 20 años de gobiernos adecos, de lo
cual "Mingo Blanco" exGlobovisión parece que sabe mucho y que por habérselo
confesado a su mamá, lo despidieron del canal, arremete con insultos de muy
alto calibre contra tres miembros del Poder Electoral, al calificarlos de
"gánsteres"; Roche Lander, quien fuera un oscuro Contralor de la República y
copeyano de vieja data, pocas horas antes de la decisión del CNE dijo por TV
que si la decisión se producía en contra del revocatorio, había que entender
de ello que la salida de Chávez se debía provocar (palabras más, palabras
menos) por cualquier vía (?). Pero, para no extendernos acerca de otras
posturas más o menos equivalentes, nos causó estupor que los señores
Asdrúbal Aguiar y Timoteo Zambrano (El Nacional del 16/09/03), salieran
detrás de César Gaviria pidiéndole cacao porque en Venezuela, con esa
decisión, se han violentado normas constitucionales y acuerdos
internacionales relevantes en materia de derechos humanos, a cuyo efecto le
relacionan con precisión en la carta que le entregaron, todos los artículos
violados, como que si el Secretario General de la OEA y expresidente de
Colombia, tuviera algún tipo de potestad para presionar y, menos aún, para
revocar decisiones de un poder de un país soberano como lo es Venezuela.

Estamos seguros que el mismo Gaviria debió haber quedado atónico ante esos
planteamientos de estos caballeros. Valdría la pena preguntarle al mismo
Olavaría qué piensa de ello, pues él como abogado constitucionalista que es
de verdad, está persuadido de que el CNE actuó apegado a la leyes y que, sin
bien discrepa del criterio de la extemporaneidad, de manera pública y
reiterada, ha confesado que sus coopartidarios en ese esfuerzo por salir de
Chávez, han cometido un grave y garrafal error con esa solicitud. Gaviria,
estamos seguros, que los atendió con el respeto que le obliga su alta
investidura, así como su experiencia de político y diplomático de alto
vuelo, pero para sus adentros debió y debe estar persuadido de que allí lo
que hay es un intento por montar un nuevo "show" en Venezuela y reeditar lo
ocurrido el pasado año. Nada más puede llegar a pensar un personaje como
ese, pues bajo ningún respecto estaría en capacidad de manejar argumentos
como para llegar a la conclusión de que estos señores de la oposición
venezolana, y toda la dirigencia de diversas toldas y organizaciones
políticas que los acompañan, son ignorantes y por ello desconocen que los
actos públicos son recurribles ante las instancias jurisdiccionales cuando
se está en desacuerdo con ellos, y punto... Allí no hay nada que inventar.
No es Gaviria, ni Carter, ni el PNDU, ni el mismo Santo Padre, quienes
pueden resolver estos asuntos de carácter legal.

De manera que si, efectivamente, la oposición, que lo único que ha
demostrado hasta la fecha es una intolerancia inconcebible, le asiste la
razón, en el sentido de que el CNE ha actuado con esa decisión que adoptó de
no admitir la solicitud del referéndum revocatorio del mandato de Chávez,
atropellando y pasando por encima del ordenamiento legal establecido en este
país democrático y soberano, pues que proceda su dirigencia a recurrir ante
el Tribunal Supremo de Justicia y ante las Cortes Internacionales, no
solamente para denunciar esa flagrante violación de los derechos en esa
materia, sino a demandar la más urgente derogación de la misma. Eso es lo
democrático y es la única opción posible en cualquier país del mundo en
donde la oposición juega el rol político que le corresponde, con seriedad y
responsabilidad, de manera que se impone a quienes todavía en esa oposición
pudieran tener un mínimo de sensatez, que le implore a su dirigencia que
reflexione y no busque enfrentamientos innecesarios que a nadie le conviene.

¡ Ya basta de tanta irracionalidad y de tanta intolerancia ! Es que acaso
no han entendido que ningún venezolano, en su sano juicio, está dispuesto a
aceptar de forma pasiva que aquí se reediten los terroríficos momentos
vividos con la "carmonada" de abril/02 y durante los meses de diciembre,
enero y febrero pasados...(?)

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(1) Esto lo afirmó Jorge Olavarria en su columna del diario El Nacional,
en su edición del 16/09/03: "Los que asumieron la responsabilidad de
dirigir las acciones para el referéndum revocatorio tenían la obligación de
hacerlo bien y lo hicieron mal. Lo peor es que no aprenden de sus errores y
lo siguen haciendo mal... Después de que la firma del acuerdo de mayo
obligó a la adopción del referéndum revocatorio como el medio idóneo para
que los venezolanos decidieran la salida o permanencia de Chávez con un
procedimiento pacifico, electoral y democrático, voceros de la Coordinadora
siguieron diciendo cosas que evidenciaban errores de conocimiento de las
normas que regulan al referéndum y una casi total ignorancia de las
sentencias que han aclarado dudas y vacíos. Esto se tradujo en anuncios de
una 'lucha' por el revocatorio con algarabías y tumultos que en sus
consignas revelaban una falta de claridad del objetivo estratégico y un
torpe desdén por tácticas inteligentes basadas en lecturas frías de
encuestas y no en estallidos emocionales..".






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Ivan Oliver Rugeles


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