Aló ciudadano-¡Qué locura!: ¿Experimento subversivo de la oposición?

Estudios sobre la televisión demuestran que el control remoto ha modificado los hábitos del televidente. Hacer zapping es la conducta de la mayoría de los espectadores actuales. Si a esta estadística le sumamos a quienes se incorporan a un espacio televisivo cuando este ya se encuentra avanzado, nos damos cuenta de que muy pocos sintonizan un programa de principio a fin.

Luego de exponer lo anterior, quisiera denunciar lo ocurrido el día de hoy durante la transmisión del programa “Aló ciudadano”, por Globovisión. En el espacio fue retransmitida una broma realizada por el equipo del programa “¡Qué locura!”, original de Venevisión. El “engaño humorístico” consistía en la simulación de un arresto por parte de representantes de falsos funcionarios del CICPC -la utilización del nombre de una institución criminalística del estado ya constituye un delito- a los conductores del programa.

Lo realmente grave es que se limitaron a retransmitir la broma únicamente con una presentación previa, es decir, quienes se incorporaban al espacio en el momento de la reproducción del engaño no podían advertir que realmente se trataba de un “engaño humorístico”. Tan cierta es mi afirmación, que luego de aclarar el asunto una señora seguidora de oposición llamó al programa afirmando que aún se encontraba temblando por el susto que recibió, pidiéndoles que no jugaran ese tipo de bromas en momentos tan tensos que vivimos. Leopoldo Castillo, conductor del espacio, enseguida tomó el rol de víctima y se puso del lado de la señora, utilizando un fino cinismo con el que evadió su responsabilidad.

¿Acaso resultaba muy complicado colocar “Broma de ¡Qué locura!” en el generador de caracteres? ¿Quién esperaría presenciar una broma de un programa humorístico al observar un programa de información y opinión en un canal “100% noticias”? Sólo quienes lo sintonizaban unos minutos antes, es decir, una porción de los televidentes. ¿Acaso es necesaria una Ley de responsabilidad social de radio y televisión para regular este tipo de abusos? ¿Dónde queda el sentido común?

¿Cuántos hubo como la señora que logró comunicarse con el programa? ¿Qué tipo de reacciones tuvieron? ¿Debemos calificar lo ocurrido como un descuido casual? ¿Será que la oposición está midiendo el grado de radicalización de su gente? Lo cierto es que, arriesgándome a sonar paranoico, siento que presencié un experimento subversivo de la oposición. Más allá de mi percepción personal tengo la certeza de que ha ocurrido un delito comunicacional. Como venezolano, exijo a las autoridades pertinentes investigar el caso. Como chavista, demando a mis representantes indagar su posible trasfondo político.

Milton Estomba, venezolano
miltonestomba@hotmail.com


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