General Simón Bolívar



“El más antiguo de sus retratos era una miniatura anónima pintada en Madrid cuando tenía dieciséis años. A los treinta y dos le hicieron otro en Haití, y los dos eran fieles a su edad y a su índole caribe. Tenía una línea de sangre africana, por un tatarabuelo paterno que tuvo un hijo con una esclava, y era tan evidente en sus facciones que los aristócratas de Lima lo llamaban El Zambo. Pero, a medida que su gloria aumentaba, los pintores iban idealizándolo, lavándole la sangre, mitificándolo, hasta que lo implantaron en la memoria oficial, con el perfil romano de sus estatuas.”

Esta breve explicación novelada del origen de Bolívar, la humaniza Gabriel García Márquez en el libro “El General en su Laberinto” y me hace recordar un suceso de principios de la década del cincuenta, contado por mi viejo hace unos años. Don Vicente Lecuna, banquero e historiador, recibe con honores en tiempos perezjimenistas al biógrafo Don Salvador de Madariaga, español y luego miembro de la Real Academia Española. Le permite efectuar investigaciones en sus archivos y se le abren las puertas de otros archivos gubernamentales para una futura biografía de nuestro Libertador. Efectuada sus investigaciones, marcha a España y poco tiempo después publica la tan esperada biografía. Esta obra provoca la reacción inmediata y adversa de Lecuna y Don Salvador de Madariaga es declarado persona no grata en Venezuela. ¿Qué pasó y por que esta reacción ante un historiador que fue recibido con honores para luego ser excomulgado por la oligarquía venezolana? Simplemente, se atrevió a mencionar este “error” en el linaje de Simón Bolívar. Como señala García Márquez en su historia novelada “Tenía una línea africana, por un tatarabuelo paterno que tuvo un hijo con una esclava…”

Hace una semana, cuando saqué a relucir el tema del racismo oculto heredado de nuestros inmigrantes, solo hice un brevísimo recuento de mi experiencia personal. Son muchos los golpes que han hinchado más de un pecho luego de referirme a un tema que no es nuevo y que se maneja con cautela para no agitar un panal de avispas inmerso en la psiquis del venezolano. Simón Bolívar no solo era un genio; también debía ser retratado como los genios. Cuando la historia hoy cierne nubarrones en la clase intelectual que lo blanqueó y emerge el Bolívar de carne y hueso, real y verdadero, estos herederos de aquella traición que lo llevó a morir en tierras ajenas; los mismos que necesitaron endiosarlo para crear una patria de plástico, se encuentran desnudos ante esa verdad que no necesita de eruditos pagados por el sistema para engañar al pueblo ¿Por qué necesitábamos a un Bolívar inmaculado en su genética? ¿Cuántos españoles de dudosa procedencia no pisaron estas tierras y compraron títulos nobiliarios con el capital abonado por esclavos? Leí con atención un correo bolivariano que me mostraba las “bondades” de la raza blanca que “vino a mejorar” la latinoamericana. Sin embargo, echando a un lado los estereotipos que han encontrado raíces después de una centenaria educación clasista ¿Quién puede asegurar que el blanco mejoró al negro o al indio? ¿Por qué algunos se niegan a pensar que fue el negro el que mejoró la raza o el indio nativo de estas tierras? ó ¿Por qué no ajustarnos al hecho extraordinario de una raza que se mejoró por cada una de las cualidades que le adornaban?

He oído con horror como se discute en un programa de radio sobre la belleza o la apariencia de nuestros ministros actuales, sin contar con el epíteto de “Zambo” endilgado al Jefe de Estado. Son feos por que son negros, zambos, mestizos y no tienen el glamour de los blancos utilizados por la democracia bella; por que ellos tienen ese “no se qué” que los convierte en interesantes ejemplares de la dirigencia opositora ¿Qué mierda es esa? Nos robaron por décadas a un Simón que los despreciaba; nos robaron a un Simón que daba su vida por el pueblo. Lo engalanaron con su postura aristocrática y le pintaron del color que nos convierte en inteligentes, dirigentes, elegantes, postulantes, presidentes, comerciantes, demócratas e hipócritas. Esa misma gente que hoy se pasea por la autopista con una franela negra y siete estrellas en el pecho, tapada con una chaqueta de cuero negro y el letrero “Harley Davidson” en la espalda, forma parte de esa herencia que nos robó la historia. Un Bolívar natural, latinoamericano, con una línea africana o un indio atravesado; jodido pensador, estratega natural, Libertador de América y enemigo acérrimo de la oligarquía que lo abandonó en Santa Marta.

En este cumpleaños, Bolívar ya no está retratado en interminables páginas de un libro de historia aburrido y muchas veces pasado por alto en las escuelas. Bolívar ya no forma parte de esa careta oligarca que lo enarbolaba en discursos pesados de una fecha patria. Simón Bolívar está reflejado en esa gente que hoy está en la calle, pata en el suelo, buscando la libertad que le fue negada. Está en cada una de las caras morenas, indias o blancas que lo sacaron del Panteón Nacional, para enterrar a quienes le pisotearon robando su nombre. Por algo, Carmona y sus compinches que aún siguen jodiendo en esta tierra, tuvieron que descolgarlo para usurpar el poder sin que él estuviera presente.

Feliz Día General Simón Bolívar… Por usted estamos hoy en pie de guerra.

msilvaga@yahoo.com


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Mario Silva García

Comunicador social. Ex-miembro y caricaturista de Aporrea.org. Revolucionó el periodismo de opinión y denuncia contra la derecha con la publicación de su columna "La Hojilla" en Aporrea a partir de 2004, para luego llevarla a mayores audiencias y con nuevo empuje, a través de VTV con "La Hojilla en TV".

 mariosilvagarcia1959@gmail.com      @LaHojillaenTV

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