La demagogia sale cara. Recuerden el 27 de febrero

El año pasado Nicolas Maduro decidió declarar el motopiretuismo como deporte nacional, para atraer el voto de los motorizados y más allá, de una juventud desorientada. Fue un acto de demagogia, y un acto de irresponsabilidad. A nadie, en su sano juicio (diría mi mamá) , se le ocurre apoyar a los motorizados, haciendo piruetas cada vez que se entusiasman, y mucho menos debe hacerlo un presidente de la república, sin embargo Nicolas Maduro lo hizo.

Casi un año después del apoyo a la histeria de los motorizados de la ciudad, que se multiplicó por las ventas de motos baratas, se repiten los accidentes y atropellos pero con más frecuencia, las infracciones, los abusos ante la displicencia de policías que solo pescan pendejos para rebuscarse, apoyados por esos discursos populistas del presidente. Las consecuencias han llegado al punto donde la misma gente que apoyó y justificó a Maduro entonces, ahora critica o prohíbe esas libertades junto a los que lo hicimos por lo extravagante del nivel del electoralismo de Maduro. Es el precio que se paga por el desespero.

En las elecciones pasadas el gobierno usó todo cuanto pudo para ganar, prometiendo TODO a todos: al país, prosperidad; a los pobres y trabajadores la luz al final del túnel, mejoras salariales, sociales, poder político; a los empresarios más ganancias, "estímulos" y ventajas para sus inversiones; y para los jóvenes rumbas y motopiruetismo. No obstante tuvieron que trampear los resultados, porque nadie votó por Maduro. Escondieron las actas y proclamaron el triunfo sin pudor y sin derecho a réplica, trámite sencillo.

Mientras, todo sigue más o menos igual en lo político, y peor que antes en la economía del trabajador. Se les olvidó todo lo prometido, solo los empresarios ganan, la industria creció el año pasado el 16 %, pero sigue la emergencia madurista de legitimar los resultados electorales y, desesperados, negocian con Trump cualquier cosa, regalan el petróleo, privatizan el paisaje y la economía del país, se traen a los migrantes, sueltan presos, y mucho más que no sabemos, porque se protegen con la ley anti bloqueo.

Mientras, el país se pierde, sin forma, sin un futuro definido, la nación se diluye en las deserciones de nuestro sistema educativo y migraciones, la patria se pierde por ausencia e indiferencia. Ocupados en sus propios asuntos ahora, ¿a quién, le importa la patria, el país, el destino colectivo, educar a los hijos?. Los que pueden prefieren invertir a mediano plazo en escuelas de béisbol para sus hijos, que luchar por una sociedad mejor organizada y más solidaria, que les de una educación digna, una carrera universitaria a su descendencia, conocimientos verdaderos y no dólares fáciles. Y los que menos tienen se entregan al rebusque y echan a sus hijos a la calle para que resuelvan sus días de la misma manera. No hay un solo plan madurista pensado para elevar el espíritu de las personas, que invierta en recuperar y mejorar el sistema educativo y desarrollar un proyecto de país que cohesione la sociedad como cuerpo espiritual, que vaya más allá de lo cosmético, de lo mercantil y utilitario, del turismo. Todos los cambios adelantados por el gobierno de Maduro son maquillajes, pisos pulidos, edificios bien bonitos y folklore; una colección de "certificados" inútiles que esconden la miseria espiritual verdadera, fachadas para que todo se siga degradando a su ritmo sin que se note el tufo del capitalismo furioso. El aliento espiritual madurista solo llega hasta el libro Azul, porque ahora son capitalistas y superficiales, ahora usan la historia para negar la historia, matando la herencia rebelde del Chávez socialista, marxista leninista… ¡hipócritas gazmoños !, que se creen sus propias mentiras.

¿Cuánto aguanta un pueblo como el nuestro la incertidumbre de no saber hacia dónde va el país, sin tener nada seguro en la vida ciudadana?, ¿cuánto soporta una comunidad sin instituciones fiables?Un país donde lo único que es real es la extorsión, la especulación, la ineptitud de las funciones públicas, el matraqueo, y con lo único que cuenta es etéreo, promesas y palabras, giradas sobre promesas y palabras. La sociedad del "sálvese quien pueda" y la lucha de todos contra todos tiene un límite.

Nosotros insistimos que la Venezuela real, esa que está en la calle viendo, viviendo, sintiendo diariamente el desorden y la anarquía, el abuso y la indefensión, es una bomba de tiempo. En cualquier momento estalla; en el metro de Caracas, en un mercado municipal, en una parada de autobús, en la emergencia de un hospital público, en cualquier momento se exacerba la rabia, explota la impotencia contenida produciendo una reacción en cadena. La situación no es como para seguir esperando otros cinco minutos, darle tiempo al tiempo. Eso es lo que ahora está haciendo Trump, esperando la oportunidad para arrasar con Maduro y con el país.

Si Maduro sede, como ahora, Trump gana, pero Trump lo quiere todo, así lo difunde su secretario de Estado, Marcos Rubio, haciendo analogías de Maduro con el final trágico de Gadafi. Y en ese gobierno -como suele decir o creer Maduro - al presidente no lo engañan tan fácil, no hay engaños ni políticas contradictorias hacia latinoamérica, mucho menos hacia Venezuela. Si estalla un sacudón social y no estamos alerta y preparados, Trump toma el control del país, con o sin Maduro.

SOLO UN PUEBLO UNIDO POR UNA IDEA ELEVADA, UNA HERENCIA Y UNA HISTORIA COMÚN, ESTÁ DISPUESTO A PELEAR SIN MIEDO POR SU LIBERTAD.

CHÁVEZ REPRESENTA ES ESA IDEA, Y LA IDEA ES EL SOCIALISMO:



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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