Aprender a desaprender

La mayoría de los conocimientos y la conducta de los humanos provienen de los aprendizajes procedentes, en un principio, de la enseñanza de sus padres y del entorno social, luego, los obtenidos en la escuela a través de la educación formal. Con el tiempo, modernamente, los medios de comunicación y las redes sociales contribuyen claramente en el comportamiento de las personas. Contrariamente a los llamados "animales inferiores", estos se desenvuelven en la mayoría de los casos, sobre la base del instinto, que es el que ha contribuido a la preservación de la especie por millones de años.

Es asombroso como un diminuto panda, al igual que el bebé canguro cuando sale a la luz, una vez recién nacido, comienza la búsqueda del seno para mamar por primera vez sin la participación de la madre, contrariamente al bebé humano. Este debe ser trasladado por ella hacia el lugar de la teta para iniciar su alimentación. El potro recién acabado de nacer coloca sus cuatro patas en la tierra al momento de emerger del parto y después de trastabillar un poco comienza a transitar por la sabana, contrariamente el humano, quien después de varios meses de nacido empezará a caminar bajo la ayuda y supervisión de uno de sus progenitores.

Está comprobado que los aprendizajes provenientes del instinto permiten y contribuyen a la preservación de las especies, a diferencia a lo que ocurre con las personas, no todos los aprendizajes de los humanos cumple con esta función tan importante. Es notorio como las mayoría de los bípedos pensantes están seguro de que los aprendizajes, o todo lo aprendido en su niñez o juventud son beneficiosos, bien porque se lo enseñaron sus padres, bien por la tradición, o quizás por lo que aprendió en la escuela, también, por la información obtenida a través de los medios de comunicación y modernamente, por la redes sociales. Y lo peor de todo, muchos de tales aprendizajes contribuyen al deterioro de la calidad de vida en su desempeño futuro. La tradición familiar, la mal llamada razón, la educación formal y los medios de comunicación son, en parte, responsables de un proceso de degradación, tanto de la salud física, como del comportamiento social y de la salud mental.

Revisemos algunos ejemplos para que cada lector se forme su propio juicio. La mayoría de los humanos tiene una cultura gastronómica derivada de la tradición hogareña, es decir, nos acostumbramos a comer de acuerdo con los patrones de la comida con los que cocinó la madre o el padre, en algunos casos, según las recetas de la abuela, con la certeza de ser muy sabrosas al paladar. Lamentablemente nuestros antecesores, quizás las madres modernas, quienes deben salir a la calle a cumplir con su trabajo, no sabían o no saben nada de la nutrición, ni tampoco de trofología, la ciencia que estudia la combinación de los alimentos. Esta disciplina científica investiga los géneros de los alimentos y el orden en el cual se deben comer las distintas ingestiones diarias. Además, cómo combinar los alimentos y cuáles de sus características se pueden utilizar como factores de medicina preventiva. De la nefasta costumbre, proveniente de las películas de Hollywood, como es la de enviar al niño a la escuela desayunado con una taza de cereal saturados de azúcar, con dos rodajas de pan con lajas de jamón y queso, untado con mermelada, complementado con un jugo pasteurizado, se llegó a la conclusión, luego de un estudio riguroso, que tal ingesta es un verdadero comistrajo sin ningún valor nutricional. Una bazofia que convertirá al niño, en el futuro inmediato, en un adolescente enfermo carente de energía y después, en un adulto achacoso, proclive a sufrir diversas enfermedades. A esto debo agregar la comida chatarra, los enlatados, las bebidas gaseosas, los colorantes, la bollería de panadería recargada de azúcar, alimentos envueltos en plástico, el consumo de alcohol, aceites vegetales industriales, la ingesta de leche descremada y deslactosada, entre tantos aprendizajes producto de la tradición y de la desinformación de los medios de comunicación. El consumo de tales productos sin valor nutricional, en su mayoría proviene de aprendizajes nocivos para la salud, con desafortunados resultados que se evidenciará pasados los años. Esto debido al proceso destructivo de los órganos encargados de digerir tales basuras. Es tiempo de desligarse de aquellas enseñanzas que solo contribuyen, no solo al deterioro de la salud, también a la desaparición de la especie. Es tiempo de aprender a desaprender para comenzar de nuevo.

Da la impresión que los humanos no entienden que el cuerpo es un laboratorio donde se producen múltiples reacciones químicas y físicas. Cerca del 99 % de nuestro organismo está constituido de cuatro elementos químicos, carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógenos, además de otros 60 elementos químicos como calcio, fósforo, potasio, sulfuro, sodio…sí mismo, de ácido clorhídrico que ayuda a digerir los alimentos. A esto se debe agregar las hormonas como la insulina producida por el páncreas, la cual contribuye a regular los niveles de azúcar en la sangre. Sumado a lo anterior las otras hormonas como la progesterona, la testosterona, el cortisol… que son los mensajeros químicos del cuerpo que viajan por el torrente sanguíneo hacia los tejidos y órganos. Sin ahondar más en el tema, ya que no es el objetivo del este artículo, quiero resaltar que el nuestro cuerpo con su propia química reacciona ante múltiples agentes químicos provenientes del exterior. Estos están contenidos en ciertos comestibles, en los condimentos, en la crema dental, champú, el acondicionador, desodorante, cremas hidratantes, protectores solares, perfumes, crema de afeitar, agua de colonia, pinturas de labios, polvos faciales, talcos, rímel, sombras para los ojos, jabón, detergente, tinte para el cabello, pestañas postizas, cremas y gel para la piel, emolientes, tatuajes, exfoliantes, cera depiladora, …entré tantos elementos químicos que hacen su trabajo a través de los poros hasta llegar hasta el interior del organismo. Como corolario, el cuerpo reacciona con la finalidad del proteger los diversos órganos del cuerpo de los agentes químicos extraños que no están dentro de nuestros códigos genéticos desarrollados desde hace miles de años. Esto traerá graves consecuencias para la salud además. Se ha comprobado por las diversas enfermedades, como el cáncer, contabilizadas en todas partes del mundo, que son secuela de muchos de estos nefastos aprendizajes vinculados con el mal trato que se la da al cuerpo humano. Debemos aprender a desaprender y replantearnos una nueva forma de convivir con los huesos y los músculos que nos lleva y nos traen todos los días.

Pero no solo debemos replantearnos sobre una manera de convivir saludablemente con nuestro organismo, también lo correspondiente desde el punto de vista intelectual. Se deben revisar conceptos e información, inclusive respecto a la educación que nos dieron de niño en la escuela, sobre la religión, respecto a las teorías aprendidas durante la secundaria, hasta en la misma universidad. Si así lo hicieran los jóvenes descubrirán, no sin asombro, que aquella educación estuvo plagada de mentiras. Que los maestros y profesores repitieron las mismas falsedades que ellos aprendieron en su época y no buscaron otra información. Se percatarán que la religión es obra de una serie de farsantes quienes se hicieron ricos a costa de la ignorancia de los feligreses, plasmando sus mentiras en los libros sagrados que nadie lee. Al final se advertirá que después de once años de estudios (primaria y secundaria) los jóvenes se gradúan de bachiller sin poder y sin saber ganarse la vida. Un cachorro de león a los tres años ya sabe cazar, el pichón de un águila a los pocos meses de nacido comienza a volar para buscar su alimento, nuestros jóvenes tienen 21 años y todavía viven (muchos de ellos) a costa de sus padres. La educación no prepara a los jóvenes para desempeñarse en un mundo cruel y aciago, el joven deberá desaprender y obtener nuevos aprendizajes que le sirvan para vivir. Un aprendizaje que no tiene utilidad debe descartarse. Se debe aprender para el trabajo, porque lamentablemente no hay, hasta ahora, otra manera de vivir.

Durante años el mundo occidental promueve a través de los medios de comunicación y ahora, mediante las redes sociales, las ventajas del mundo judeo-cristiano. El legado que entregó la civilización griega y que nos llegó a América a través del Imperio Romano que hizo suyo el colonizador llegado de Castilla y Aragón. A partir de allí vendieron un mundo que solo existe en los libros y en la mentes colonizadas de algunos intelectuales, desechando de esta manera la cultura por más de 15 mil años de los pueblos originarios. Pero estas mentes colonizadas cambiaron de colonizador. Así como aceptan la comida chatarra, el maltrato químico del cuerpo humano, hoy aceptan la propaganda, casi una enseñanza, del capitalismo como el único modelo político para resolver los problemas mundiales. A pesa que, tal como los dioses que nunca han resuelto nada, los capitalistas, no solo no han solventado los problemas fundamentales que acosan a los humanos, peor, aún los han empeorados. Son los responsables de las guerras, de la destrucción del planeta por la contaminación, de la pobreza, del hambre, de invasiones, de explotación inmisericorde de los recursos de la Tierra, del control de la economía mundial mediante los monopolios, de la formación de una cáfila de bandidos quienes se aprovechan del 99 % de las riquezas mediante empresas explotadores y destructoras del ambiente, de la explotación de miles de millones de trabajadores en sus empresas, del control militar de todo el planeta, del consumismo, de la generación de basura, los responsables de genocidios en diversos lugares del orbe…Sin embargo, nada de esto aparece, ni en los libros ni en la redes sociales. Los aprendizajes de miles de millones de personas están circunscritos a lo divulgado por Hollywood en el cine, lo que trasciende a través de los medios comprometidos, de los cuales se obtiene la desinformación y los azarosos aprendizajes. De allí la necesidad de desaprender para borrar de la mente toda aquellas mentiras y pensar en mundo mejor que solo es posible si lo enfrentamos con una mente descolonizada, con una conducta desligada de los valores consumistas del capitalismo. No vivimos solo en el planeta, este sería mejor si cada uno hiciera lo que debe hacer, en el momento debido y sobre todo, hacerlo bien. Para esto se debe aprender a desaprender y lograr nuevos y beneficiosos aprendizajes. Razón tuvo el autor y profesor estadounidense Leo Bucaglia cuando expresó: "El cambio es siempre el resultado final de todo verdadero aprendizaje". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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