Con mi rectoscopia no te metas

Suenan todas las alarmas, se declara una emergencia sanitaria. No es la
gripe del pollo, no es la fiebre amarilla, ni reuma, ni tos ferina. No
hay epidemia alguna, pero la habrá, se los aseguro. Chávez esparció el
virus del pánico al estornudar ayer y sin taparse la boca. Ahora
pretende regular los precios de los servicios médicos privados. Con mi
rectoscopia no te metas.

¿Dónde está las libertades que tanto amamos? ¿Hacia a dónde nos quiere
llevar ese señor? ¿Es que acaso nos veremos obligados a enfermarnos sin
tener que hipotecar el futuro de nuestros hijos? ¿Tendrán que aprender
los mas viejos, y loro viejo no aprende a hablar, a vivir sin el terror
que les produce una muy posible y cercana enfermedad?

La salud barata es una aberración, como todo lo barato. ¿Qué médico que
se considere honorable va a cobrar un precio razonable por una
intervención? Y el caché de las clínicas ¿dónde queda? ¿Cómo vamos a
diferenciar una clínica cinco estrellas de una de medio palo si todas
cuestan lo mismo?

Con las clínicas va a pasar como pasó con el Sambil, le pusieron el
metro al lado y se hizo accesible a las hordas de niches que ahora
invaden sus pasillos, convirtiendo lo que debía ser el Mall mas popof
de Caracas en una merienda de negros con tiendas caras.

No quiero ni pensar en las lujosas y cómodas salas de espera de la
Clínica el Ávila, llenas de mujeres con bebés semidesnudos pegados a la
teta, viejos sin dientes y con tos, gente vestida de poliéster con
bollitos y hediondos a pachulí.

Y ¿qué será de la calidad del servicio? Porque esa gente tiene que
comer, pagar la camioneta, el condominio, las cuotas del club, el
colegio de los chamos, el viaje a Disney World, comprar ropa que los
represente, porque no pueden ir como unos percusios.
No cualquiera puede ser doctor, eso hay que reconocerlo y la mejor
manera de hacerlo es pagándole lo que valen. Dedicaron su juventud a
quemarse las pestañas, trabajan como burros con aire acondicionado, y
al fin y al cabo tienen nuestras vidas en sus manos. ¿Acaso eso tiene
un precio que pueda ser regulado?

Te imaginas que si ganado lo que ganan, de vez en cuando meten la pata,
¿como será cuando una operación no les de para recorrer Europa?

¿Que va a pasar con todos esos doctorcitos recién graduados que aspiran
a un futuro mejor? No me van a venir ahora con el cuento de que el
capitalismo salvaje campea en esos sagrados templos de salud. Que si
hay canibalismo gremial, que si el médico explota al médico. Hay quien
dice, válgame Dios, que los doctores adinerados ‘’apadrinan’’ a jóvenes
y talentosos médicos pelabolas. Que les ponen frente a los ojos la
zanahoria de una posible futura sociedad, el acceso imposible a un
mundo que no se habían atrevido a soñar.

El prestigio que les otorga curar a prestigiosos pacientes en
prestigiosos quirófanos, se paga con trabajo subpagado. Con domingos y
madrugadas, con hijos que nunca ven a sus papás. ¿Qué mientras tanto el
doctor en jefe toma piña colada con sombrillita en alguna playa del
caribe? Si, es el quien se vació el bolsillo para comprar la acción. No
serán tan malagradecidos de pensar que esto es injusto, no irán a
morder la mano del amo que los alimenta, aunque sea con sardinas.

Yo propongo hacer clínicas clandestinas donde podamos ser desplumados
en paz. Es nuestro derecho, es nuestro culo es que esta siendo hurgado
por el dedo de la especulación y en mi culo mando yo.

tongorocho@gmail.com



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Carola Chávez

Periodista y escritora. Autora del libro "Qué pena con ese señor" y co-editora del suplemento comico-politico "El Especulador Precóz". carolachavez.wordpress.com

 tongorocho@gmail.com      @tongorocho

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