(La canción del si a la vida)

Como Mantis Religiosa al fuego

Hay apreciaciones de todos los gustos para interpretar lo que sucede y presenciamos en el mundo. Yo prefiero ceñirme a los hechos y establecer comparaciones con los mismos hechos anteriores. Creo que eso nos da una mirada mas ajustada, menos cargada con las expectativas y creencias de cada cual, con las posturas no reconocidas o disfrazadas.

En las noticias de esta semana por ejemplo veo que para mitad de año se espera inaugurar el Banco del Sur. Pero además se está discutiendo el FER, que no es el diminutivo de Fernando sino un Fondo de Estabilización Regional, que pretende reunir el 2,5% de las reservas internacionales sudamericanas que ascienden a doscientos mil millones de dólares. De este modo se sustituiría evidentemente al BM y FMI.

Ya sabemos que Argentina y Brasil tienen muy adelantados los trámites para comerciar en moneda nacional eliminando así la necesidad del cambio obligatorio a dólares para cualquier transacción. Para dentro de diez años se propone la unificación de la moneda que le tomó cuarenta años a Europa. Todo esto responde claramente al intercambio creciente de productos y servicios entre las naciones del continente, llegando incluso al canje en muchos casos.

También se anuncia para el nueve de abril en Doha la formación de una especie de OPEP del gas, en principio fundada por Venezuela, Irán, Rusia, Qatar y Argelia, a la que serán invitados representantes de veintidós países que concentran el 70% de las reservas mundiales de gas. Argentina y Bolivia impulsan y apoyan fuertemente junto a Venezuela la OPEGASUR, versión sudamericana del nuevo organismo mundial.

Absolutamente todas estas propuestas se gestaron en la revolución bolivariana, aunque claro está su resonancia y avance corresponden al momento general que vive el mundo y en particular nuestro continente. Sin tal acompañamiento no hubiesen pasado de las palabras. ¿Podemos o no entonces hablar de hechos concretos y crecientes en la dirección de la integración?

Hablar de creciente avance en la dirección de la integración o unidad continental implica poner en evidencia por qué estos países no intercambiaban productos, servicios y avances tecnológicos complementando sus geografías, climas, economías y culturas. Sin necesidad de mucha explicación eso queda en claro por la dirección e intención de los mismos hechos.

Porque si miramos más allá de las olas que generan los sistemas de intereses afectados por esta decisión y voluntad de cambio, que además pueden hacer mucho show, ruido e interferencia porque disponen de la gran mayoría de los medios masivos de comunicación mundial encadenados, en todos los casos se trata de eliminar intermediarios que cobraban un alto precio por su función.

En un primer momento que aún continúa, todos los países del continente eran por así llamarlos “repúblicas bananeras”. Producían alimentos o extraían materias primas para exportar a precio de regalo al llamado primer mundo, que las procesaba y se las devolvía con valor agregado estipulando además a conveniencia los precios de compra-venta.

Por ello hoy cualquier intento de independizarse de tal intermediación implica industrialización y tecnología de los países subdesarrollados. Pero además reglas socioeconómicas para que no vengan las corporaciones a instalar sus maquilas de explotación y trabajos temporales en sus tierras, llevándose las ganancias a sus países de origen o a los paraísos fiscales.

Eliminar intermediarios se dice fácilmente, pero en tiempos de revolución económica y cultural, donde los medios de comunicación y transporte convierten al mundo en un mercado global, estamos hablando también de un cambio global de formas de vida.

Porque los intermediarios ya no recibirán nada por una función ahora innecesaria y además tendrán que asimilar la entrada al concierto de naciones desarrolladas de un nuevo continente al menos, con todo lo que ello implica. Debiendo en consecuencia modificar toda su organización para asimilar tales cambios y ver como sostienen o ajustan sus formas de vida. Cuando nos queda claro este panorama global se comienza a poner en evidencia que los poderosos no eran tan poderosos como parecía o querían hacernos creer. Conste que no hemos siquiera hablado del cambio de reservas internacionales cuantiosas en dólares a monedas más fuertes, metales preciosos e inversiones productivas, así como el comienzo del comercio del petróleo en euros.

Toda esta tendencia de sacudirse intermediarios innecesarios que han cobrado muy caro por su servicio generando enorme dependencia, atraso y pobreza, es lo que explica por la simple vía de los hechos, sin mayores complicaciones eruditas, el escenario mundial en ebullición que vivimos y presenciamos.

Por otra parte no hace falta un pensamiento tan complicado y rebuscado para comprender lo que tenemos ante los ojos desde el mismo principio de los tiempos. ¿O acaso no se repite el mismo conflicto cada vez que un niño se hace naturalmente adolescente y quiere comenzar a tomar sus decisiones y vivir su propia vida? ¿O cuando una nueva generación completa busca acceder al poder desplazando a las anteriores?

Claro que no alcanza con querer, gritar, quejarse, amenazar, patalear. Hay que estar también en capacidad de poder. En el mundo de los hechos que acumula una larga historia de experiencias y conocimientos, has de ganar la habilidad de satisfacer tus necesidades según las exigencias de una organización social compleja y una tecnología sofisticada.

Lo mismo le pasa a la mujer llegado el momento, cuando quiere independizarse de la intermediación del varón con el mundo, que es un mundo masculino. Así sucede con cualquier función que comienza a especializarse e inevitablemente necesita el sostén de las demás funciones, pues de la economía corporal ha de tomar prestada situacionalmente la energía.

Cuando quieres caminar no puedes avanzar con ambos pies, a menos que seas un canguro. Adelantas un pie primero y mientras tanto el otro ha de sostener todo el peso del cuerpo. Eso se puede tolerar solo por un tiempo limitado, en que el primero ha de apoyarse recibiendo la transferencia del peso y entonces el segundo avanzar al mismo nivel o más adelante incluso.

El desarrollo intelectual implicó el sostén de toda la naturaleza, la mujer y los trabajadores. Es decir que el desarrollo de la imaginación abstracta, sígnica, fue sostenida por la alegoría y las motricidades. Pero todo tiene su tiempo de tolerancia. Ahora le toca al otro pie avanzar para recuperar el equilibro inicial pero todos un paso más adelante, evolucionando.

Nadie decreta esos tiempos, simplemente hay un reloj sentido que aún no reconocemos tal vez por estar hipnotizados con la inercia intelectual. Llegado el momento los sistemas de íntima tensión disparan acontecimientos que irrumpen en el escenario público haciéndose perceptibles. Así sucedió inesperadamente con la revolución bolivariana.

Así comenzó la mujer a exigir iguales derechos y pese a todas las resistencias y descomunales factores en contra va ganando su lugar paso a paso. ¿Hay algún varón que lo dude? ¿Hay alguien que no haya experimentado como ello ha afectado y exigido la transformación de la economía familiar, todos sus hábitos y creencias?

Y siendo coherentes, ¿era lógico esperar que ello no se reflejara en el ámbito mayor colectivo? ¿Podían todas las relaciones personales transformarse sin afectar y cambiar el escenario público? Para esperar algo así habría que pensar que el mundo es una extraña entidad que nada tiene que ver con lo que nosotros hacemos, lo cual no resulta sensato para nosotros que somos seres racionales y no supersticiosos, ¿verdad?

Sin embargo parece que justamente esas entidades son las que alimentamos con nuestra energía vital desde que se activó la vía abstracta o racional de la imaginación. El mundo humano, no me refiero a casas, vehículos ni ropas de moda claro está, no tiene nada que ver con ni existe en el mundo natural.

Sino que son hábitos corporales y creencias mentales cargadas por repetición de acciones en una dirección generación tras generación, que representamos internamente y superponemos a la percepción en una indisoluble y estructural ensalada. Podríamos perfectamente llamarlos arquetipos de gran carga y poder que imponen su guión y argumentos sin opción a las relaciones, y dar por ejemplo la institución matrimonial.

Y son esos tropismos, inercias o entidades concebidas y cargadas por acumulación generacional, las que luego llegado el momento se oponen y resisten a que el otro pie que las sostuvo de también el paso adelante. Son justamente esas entidades que alimentamos con nuestra energía vital las que intermedian las relaciones y se resisten a que los niños crezcan, a que la vida y el ser humano de un nuevo paso evolutivo como especie.

La bolsa de especulaciones es un caso claro de alimentación de entidades y actividades innecesarias, de desvío de la energía-dinero que debería volver a su fuente y base de sostén. Es decir a la industria y el trabajo productivo beneficiando al ama de casa y obreros, impulsándolos y elevándolos al mismo nivel de conocimiento y calidad de vida que ellos posibilitaron, propiciaron. Así es como se prepara el próximo paso evolutivo de la especie.

Que no puede ser sino de síntesis de diferencias, salto de lo cuantitativo a lo cualitativo, religioso. Y una vez más volvamos a los ejemplos simples que todos hemos vivido. ¿No es el enamoramiento la función natural, biológica que propicia la energía y magnetismo necesarios a la reunión de elementos sexuales especializados tan dispares como los masculinos y los femeninos, asegurando la continuidad de la especie en el espacio y en el tiempo?

¿No es la economía del enamoramiento la base sicobiológica de toda la sociedad? ¿Y no es eso profundamente religioso en el sentido de reunir los elementos separados, de complementar las diferencias? ¿No es la vida toda una inevitable diferenciación o especialización de funciones que exige y conlleva complementaciones, que a su vez presionan hacia la síntesis cual impulso evolutivo de la vida misma? ¿Y no es eso un sentimiento religioso, trascendente?

Y por último, ¿no es la misma energía que reúne los elementos sexuales diferenciados, para que complementándose manifiesten o traigan a ser nuevos elementos, para renovar la especie, la que luego activando la etapa del despertar sexual adolescente genera un fuerte sistema interno de tensiones al ámbito familiar volviéndolo a diferenciar en un ciclo sin fin?

Así como hemos ido reproduciendo nuestros órganos y sentidos en aparatos como la máquina fotográfica, el cine, la radio y las comunicaciones, hoy nos toca reproducir concientemente ese lazo energético invisible que es la matriz religiosa biológica de toda posible sociedad, economía, (motricidades o diferencias), y cultura, (complementaciones o intelectos).

Esa energía magnética que suaviza y transfigura las miradas, hace acogedor y propio, íntimo al mundo, le da impulso trascendente a la vida. Que pese a repetirse una y otra vez el mismo guión cada cual lo vive como por primera vez, con total frescura. Esa energía que disuelve las rigideces del cuerpo y la siquis y que por si sola terminaría con las actitudes marciales, bélicas.

Para ello es necesario reconocer que es justamente la amplia variedad de diferencias la que impulsa a la inevitable complementación, porque de lo contrario la vida se desintegraría. El ejemplo más claro es una célula cancerígena, que crece a expensas y en detrimento de la economía corporal y termina desintegrándola y muriendo ella misma.

Por tanto si imponemos modelos únicos al precio de reprimir las diferencias, luego lo pagamos con la parálisis de la evolución que reprimida, genera las enormes tensiones y sufrimiento que se evidencian cual depredación del ecosistema y desadaptación creciente de la especie. Hasta que desborda umbrales de tensión y estalla en forma de violencia como ahora presenciamos.

Hoy está claro que cada país subdesarrollado está concibiendo su modelo de crecimiento acorde a sus particularidades económicas y culturales. Por lo mismo se hace cada vez más difícil la imposición de modelos únicos y es imperativo el respeto de las diferencias y la vía de su complementación solidaria.

Lo mismo sucede a nivel nacional en Venezuela con la creación del Partido Unido Socialista y los Consejos Comunales para descentralizar el poder de decisión estatal y corporativo. Una vez que los consejos comiencen a ejercer su derecho de decisión y autogestionar sus comunidades, cada uno le dará su teñido particular.

Esto generará decenas de miles de caracterizaciones diferentes del modelo inicial delineado, que a su vez se interestimularán mutuamente a nuevas complementaciones enriquecedoras. Por lo cual ya desbordarán y resultarán incontrolables para cualquier poder central que pretenda imponer modelos abstractos únicos.

Para la vieja mentalidad esta propuesta del partido unido es una tontería, es desechar una máquina eficiente para abrir filas y hacerte vulnerable a la oposición. Para la nueva sensibilidad es una exigencia de la vida y una obligación moral.

Es cierto que requiere elevada fe y firme confianza en la vida y en el ser humano, pero ¿puede haber algún cambio significativo sin ellas o tener de otro modo algún sentido la vida? ¿Hubo alguna gran gesta humana que no las requiriese?

Este es obviamente el paso de complementación global o mundialización, previo al paso de síntesis o religión de diferencias. Solo entonces esa única familia humana y hábitat u hogar vendrá a ser posible. Solo entonces, cuando la revolución sicológica complete la económica y cultural, sonará el reloj que señale el advenimiento de ese nuevo hombre resultante de la síntesis histórica, biológica y cultural.

El hecho de que hayamos pasado de la inercia intelectual que cantaba la letanía monótona del no se puede, a la voluntad de producir los hechos necesarios al cambio que grita “¡Si se puede!”, parecería señalar que tales tiempos están muy cercanos. Es justamente este cambio de sensibilidad y actitud frente a la vida, el motor esencial invisible de la revolución.

michelbalivo@yahoo.com.ar


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Michel Balivo


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