Análisis de un "reportaje" de R. Giusti en "El Universal"

El 24 de marzo del presente año, el periodista Roberto Giusti escribió y publicó en el diario El Universal un pseudorreportaje a través de cuyos párrafos un grupo de personas anónimas acusaban a Jorge Nieves -activista político y líder comunitario apureño, militante del PPT- de ser "comandante" de las Fuerzas Bolivarianas de Liberación (FBL). Un mes y dos días más tarde, Nieves fue asesinado por desconocidos, de cuatro balazos. Un ajusticiamiento que la generalidad de los habitantes de aquella población atribuye a los paramilitares, con argumentos suficientemente comprobables. En Guasdualito y Caracas, dirigentes del partido Patria Para Todos acusan a Giusti y a varios medios de comunicación de haber usado sus espacios informativos de una manera tan irresponsable, exponiendo e incriminando a Nieves de tal manera, que pudieran haber servido como catalizadores o propiciadores de la muerte del activista. En consecuencia, Giusti ha sido acusado de ser coautor del crimen, de ser un "sicario mediático" encargado de ensalzar la versión de un grupo de ganaderos encabezado por Genaro Méndez, quien se empeña en decir que en la frontera gobierna un grupo guerrillero afecto al gobierno de Hugo Chávez. Contada así, la historia arroja por sí misma la respuesta a la incómoda pregunta que surge y reflota: ¿convierte a Giusti su irresponsable ejercicio del periodismo en un asesino? Definitivamente, no. ¿Lo convierte acaso en un cómplice? Tampoco. Aunque, llegado el caso de juzgarlo penal o moralmente, habría que investigar primero las motivaciones -si es que tuvo alguna motivación extraperiodística- que tuvo Giusti para presentar de una manera tan sesgada, tendenciosa, negligente, parcializada, descalificadora y antiperiodística el relato a partir del cual a Nieves se le convierte poco menos que en un guerrillero o mafioso, pocos días antes de ser vilmente fusilado. ¿Será Giusti capaz de admitir alguna vez que en efecto tuvo razones extraperiodísticas para presentar a Nieves como un indeseable al que los paramilitares querían linchar? Directamente, por supuesto que no. Pero la palabra escrita queda. Y dice cada cosa… Las fuentes protegidas,el objeto expuesto.

Al referirme al escrito de Giusti, lo he hecho nombrándolo pseudorreportaje o "reportaje" entre comillas. Me refiero a la cosa publicada el 24 de marzo en El Universal y firmada con su nombre. Su título es "El brazo armado de la revolución". Lleva un cintillo genérico que dice "Frontera caliente" y un antetítulo que declara: "Los bolivarianos instalan su vanguardia en el centro del país". Admitido el hecho de que esta nota no la está leyendo ningún marciano, estúpido o retrasado mental, concluyamos y aceptemos que el conjunto de enunciados con que viene encabezada la vaina escrita por Giusti apunta hacia un mensaje más explícito que tácito: "Hay un grupo guerrillero en la frontera que apoya al Gobierno de Chávez". Líneas más abajo hay un ejercicio de guabineo: "Vinculadas o no al Gobierno, las FBL pregonan su fidelidad 'al proceso' liderado por Hugo Chávez", pero ya el daño está hecho, y para el lector promedio de El Universal ya quedó galvanizado el mensaje original: Gobierno y guerrilla tienen azotada la frontera. Lector promedio que aceptará esa percepción como la verdad única e inconmovible: todo lo que se diga contra el Gobierno es verdad para el lector promedio de El Universal. Inmediatamente después, Giusti narra como "Un domingo, hace diez meses", las FARC le traspasaron el mando de la frontera a las nacientes FBL, y que a partir de entonces este grupo, junto con las FARC, el ELN y los paramilitares colombianos, ha pasado a cortar sus tajadas en la industria del secuestro.

Entonces, cuando ya está abonado el terreno con una historia lo suficientemente asquerosa, el periodista se aplica a ponerle los condimentos: a narrar, a partir del testimonio de "fuentes que pidieron no ser identificadas", la forma en que el grupo ha ido creciendo al amparo del gobierno y de la Fuerza Armada venezolana. Un grupo integrado por campesinos venezolanos humildes, "malandros llegados de Caracas" y algunos cubanos y colombianos, que han dejado en la retaguardia a "unos 600 hombres" y el grueso se ha venido al centro de Venezuela a "defender la revolución".Un detalle crucial: los testimoniantes que Giusti utiliza son "un ganadero, otro ganadero, un comerciante, los pobladores de Chorrosquero, los comerciantes de Guasdualito". Lo cual, si se tiene en cuenta que esa zona de la frontera es particularmente explosiva y hierve en riesgos para los factores que allí hacen vida pública, podría llamarse "protección a la fuente". Giusti no quería exponer a las personas que lo ayudaron a reconstruir su historia, y sucede que ética y legalmente está obligado a resguardar el nombre de Genaro Méndez. Ah, perdón, se me salió; es que el mismo Giusti reconoce en otro artículo que este tipo le contó buena parte de la historia… ¿o se la contaría toda? Nadie sabe, nadie lo sabrá jamás. Ahora, a quien sí no tiene reparos en exponer Giusti a las miradas y la acción de los criminales ultraderechistas que pueblan la frontera es a Jorge Nieves. De hecho, en todo el seudorreportaje, Nieves es la única persona del pueblo que aparece allí identificada con su nombre. El periodista asegura, después de haberlo llamado comandante guerrillero y después de haber dado suficientes señas de él como para hacerlo ubicable hasta para un ciego, que intentó comunicarse con él para preguntarle algunas cosas, "pero el esfuerzo resultó inútil". Una declaración que sólo Nieves podría refrendar. Pero Nieves, hay que recordarlo, está muerto.

Dos veces asesinado

En general, el "trabajo" que Giusti realiza para hacer el "reportaje" se asemeja mucho a ese ejercicio que realiza Luis García Mora todos los domingos en El Nacional: echar un cuento, hacer unas predicciones, dar unas "informaciones", pero aclarando siempre que eso no lo está diciendo él sino que lo escuchó por ahí. En el caso de García Mora puede ser permisible: nada lo obliga a él ni a nadie a dar cuenta del origen de unas opiniones o especulaciones. Pero en el caso de Giusti es ligeramente distinto, pues este periodista está presentando un texto que "vende" como informativo… pero nadie podrá verificar jamás si en efecto esa información la obtuvo de un declarante o de la observación directa, o si es un cuento prefabricado, algo que él intuye o sospecha y quiere venir a vendérselo a los lectores como si fueran una verdad irrebatible. Dice la acusación concreta: "Las FBL están dirigidas por Jorge Nieves, funcionario del Ministerio de Energía y Minas en Guasdualito, pero por encima de él están Ramón Rodríguez Chacín y Adán Chávez. El es responsable de los secuestros que ocurren en la zona suroeste del país (Táchira, Apure, Barinas) y es el mandamás en Guasdualito. Eso es vox populi. Cuando el Paro Cívico les quitaba las gandolas de gasolina a los dueños de la bombas para repartirla entre la gente". Así se asesina mediáticamente a un ciudadano, así se le convierte en un cadáver moral, etapa después de la cual quedaría justificado, al menos en la lectura de cierto sector interesado, su segundo asesinato, es decir, el asesinato físico, efectivo. Nadie podrá reclamarle jamás a Giusti esta forma nauseabunda de arrojar mierda sobre un ciudadano, porque él siempre podrá decir que eso no lo está diciendo él sino "alguien". Alguien cuya identidad está obligado a proteger. Bajo ese esquema, puede alguien escribir, en una especie de "reportaje": "Roberto Giusti es un hijo de puta narcotraficante a quien la inteligencia colombiana le paga secretamente unos honorarios por socavar el nombre de Venezuela a favor de los intereses colombianos", y dos párrafos más abajo puede aclarar: "Me lo dijo una fuente fidedigna bajo condición de anonimato". A las aberraciones del lado de allá les respondo con idénticas dosis de lo mismo desde acá: eso se llama guerra sucia.

Bien muerto está…

Luego del ajusticiamiento de Nieves, los dirigentes nacionales del PPT enviaron cartas de protesta a los medios, entre ellos El Universal, para reclamar el ajusticiamiento mediático y señalar responsabilidades en el bochornoso caso. A José Albornoz le publicaron una carta en el mencionado diario, pero, como suele ocurrir, después de publicada el propio Giusti se ha encargado de desmenuzarla sistemáticamente. Por supuesto, ni Albornoz ni nadie tendrán nunca oportunidad de debatir palabra por palabra contra Giusti en el periódico en el que éste tiene señorío. Hombre insultado por Giusti insultado se queda y sanseacabó. Esto, en lo que respecta a los vivos.

Imagínense el desamparo cuando el aludido ya está muerto. Pues sucede que sobre Nieves, ajusticiado, velado y sepultado, siguen lloviendo afrentas: Giusti se siente orgulloso porque, en una emisión del programa de Napoleón Bravo, se demuestra que Nieves había sido amenazado antes que apareciera el pseudorreportaje de Giusti. En otras palabras: Giusti, tan preocupado por la vida de sus hipotéticos informantes, no tiene reparos en echar mano de una premisa de lo más interesante para limpiar de su pluma la sangre del dirigente asesinado: ya Nieves estaba amenazado de muerte, así que, ¿qué le impedía seguir echándole mierda si de todos modos lo iban a matar? El cinismo de Giusti llega en un momento a convertirse en triunfalismo. Días después, en respuesta a la carta que José Albornoz enviara a El Universal, no sólo desdeña el detalle del odio que los medios atizaron contra el activista asesinado, sino que se relame de gusto incriminándolo y satanizándolo cuando todavía está caliente en la tumba: "el presidente de la Asociación de ganaderos del Táchira, Genaro Méndez, denunció a dirigentes del PPT como gestores del pago de vacuna impuesta por las Fuerzas Bolivarianas de Liberación a ganaderos y comerciantes. Luego, en numerosos contactos con pobladores de la zona y víctimas de la extorsión, se confirmó su acusación, con el agregado de que todos señalaban a Nieves como cabecilla de la guerrilla chavista. No voy a excusarme detrás del argumento de que se pretende matar al mensajero olvidando quien emite el mensaje. No, porque luego de verificar cada denuncia, debo confesar que comparto el criterio de Genaro Méndez (…) ¿Por qué mataron a Nieves? Me atrevería a afirmar que por la lenidad de las autoridades y por la impunidad ante la actuación de tres o cuatro mafias, guerrilla, delincuencia y paramilitares, que se disputan el territorio y los beneficios derivados de la extorsión y el secuestro". Esta declaración de inclinación por el parecer de Méndez, y otros de sus escritos anteriores, revelan algo que no requiere mucho esfuerzo para su confirmación: que Giusti es parte interesada en una guerra abierta, y que, bajo un quehacer que tiene forma de periodismo pero que en el fondo es "otra cosa", es capaz de utilizar espacios informativos para la promoción de… de esa "otra cosa". Giusti no llegó a ninguna conclusión después de hablar con Genaro Méndez, o con los comerciantes, ganaderos y habitantes de Guasdualito: ya él tenía armada en su mente esa conclusión, esa misma que, cada vez que tiene un espacio, la publica como si fuera un ejercicio de periodismo. Del 21 de mayo del año pasado data un artículo suyo titulado "¿Periodistas subversivos?", en el cual puede leerse: "si usted, periodista, se encuentra en un país donde el toque satánico del caos lo tiene todo revuelto, no puede caer en el chantaje de una pretendida objetividad, en un falso equilibrio informativo que lo mantiene en el mero centro del derrumbe total, inmóvil y feliz…". Es decir, si te parece que este gobierno es una mierda, tienes licencia para meter zancadillas, para ajusticiar mediáticamente, para tomar partido y poner los espacios de información a la orden del sujeto con quien haces equipo. Como el gobierno es una mierda, todo se vale: mentir, asesinar, mandar a los sótanos del coño el equilibrio y la objetividad.Volvemos al principio: convierte esto a Giusti en un asesino? Respondo: no, ni siquiera eso lo convierte en un asesino. ¿Y en cómplice? Sólo Giusti tiene la respuesta, sólo él sabe qué resortes lo movieron para hacer su "reportaje".




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José Roberto Duque


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