¿Y el plan B?

Como nunca antes la sociedad política venezolana se encuentra divorciada de la sociedad civil, enrumba una dirección contraria a la de los venezolanos. Los políticos empeñados en elecciones que solo benefician a los participantes, mientras que los ciudadanos intentan sobrevivir como sea posible esperando una conducción del país cónsona con sus intereses.

La exigua reactivación económica es en extremo restrictiva, las inversiones de medio y gran tamaño son llevadas a cabo por allegados al régimen, sus socios, cómplices, "enchufados", paralelamente, la ciudadanía intenta hacer frente al día a día reinventándose, las casas desaparecen dando lugar a emprendimientos, en su mayoría informales. Tras 23 años de socialismo, la economía de mercado retorna lentamente, como siempre ha sucedido en la historia… los términos para su desarrollo aún están en veremos.

El dinamismo comercial da una impresión falsa. La economía venezolana destrozada premeditadamente bajo conducción castrista, se encuentra en sus niveles más bajos desde hace, al menos, más de medio siglo, cualquier inyección de capital la haría subir. Además, los servicios públicos, la inflación, la inseguridad, la producción/distribución de la gasolina, etc. lejos de mejorar empeoran, así que ¡Venezuela no mejora nada, mejoran son los allegados al régimen!

La política de nuestro país es única e inédita en la actualidad, por lo que los axiomas tradicionales no sirven, por ejemplo "la democracia sin partidos no funciona", esta prédica hoy día amerita un gran "depende".

En primer lugar, en Venezuela no hay democracia desde hace mucho tiempo, además, en la forma como están constituidas las organizaciones políticas, se han convertido en parte importante del problema. Los partidos se encuentran arrinconados como las demás organizaciones en el país, por sí fuera poco, atraviesan su impopularidad más severa, sus simpatizantes representan un muy reducido sector de la sociedad, el rescate de Venezuela debe provenir por otra vía.

En segundo lugar, en el siglo XXI la sociedad civil ha sido el gran motor político, demostrando que no hay partidos indispensables. En México una organización nueva, al igual que en El Salvador, Chile y la misma Colombia entre otros, derrotaron a los grandes partidos históricos, al final, los ciudadanos, muchos de ellos organizados y transformados en movimientos con fines políticos, fueron los que dieron tendencias electorales irreversibles, indistintamente de lo que suceda después, es otro tema. En Venezuela las veces que el régimen ha tambaleado ha sido por la presión social de los venezolanos, incluyendo el derrocamiento de Chávez en 2002, pero han sido traicionados por sus políticos.

Más importante que "la vía electoral", sospechosamente impuesta de primero cuando debería ser el último paso, es el "Plan B" ¿Qué pasa o pasará sí el régimen intenta o consuma otra elección inconstitucional? Como se sabe, poco le ha importado, es el amo y señor a lo interno del país, sin mencionar que ha sabido lidiar con las sanciones, más ahora que el mundo añora el petróleo de nuestra nación.

Imposible no pensar mal cuando nos topamos con una oposición electorera que hace poco o nada por congraciarse con la población, cuando habla de elecciones mientras las condiciones son cada vez más absurda. Así, todo lo que no incluya sociedad civil es sospechoso, así como observación internacional, preferiblemente canadiense, suiza, naciones, con solvencia moral internacional. En líneas generales, para que el camino sea electoral debe se muy distinto a los recorridos desde 2017, tanto por el lado del régimen como por el lado "opositor".



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Leandro Rodríguez Linárez

Politólogo / Analista político / Articulista de opinión, con más de 1.200 artículos publicados nacional e internacionalmente.

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