¡Qué yo me quedo en la casa! y ¡Qué yo no me quedo en la casa!

¡Qué yo me quedo en la casa! y ¡Qué yo no me quedo en la casa! Póngale usted la música de Alí Primera, a estos casos límite contradictorios borrosos del coronavirus, y, verá y oirá, que representan la mismísima similaricadencia tautológica repetitiva platónica, con que el camarada Diosdado, ayúdase en obligado introito discursivo: ¡Pues, en combate yo estoy!, por la que es llevado estos aspectos límbico antagónicos difusos de la pandemia. Linda puerta de trascendencia a la vida. Por la calle de en medio que cantara Aristóteles a mas y más de tres mil años. De exceso y de defecto, de defensiva y de ofensiva, de la vida y de la muerte, de la guerra y de la paz, de la alegría y de la tristeza, del canturrear y del censurar, del celebrar y del criticar, la Puerta en el Valle de Momboy. Por la calle de en medio, San Benito y Baco, del palo tomando, que no con el mazo dando, entre la alegría y la tristeza, quemando los tambores de la guerra y resonando los tambores de la vida, quemando los tambores de la guerra y resonando los tambores de la paz. Por la calle de en medio, el medio ¡jey, jey, jey, voy pa’llá y voy pa’acá! Boconó montaña arriba y Momboy valle abajo. En los ojos de Bolívar y en los ojos de Fabricio. Por la calle de en medio, el medio, Carache, el de las mujeres lindas, entre Betijoque y las Lomas de Bonilla. Por la calle de en medio, el medio, todos los pueblecitos que adornan la serranía, la leña en equilibrio dinámico dialéctico dialógico difuso, entre el apagar y el encender, el mazo en equilibrio dinámico dialéctico dialógico difuso, entre la lucha enfriada y la lucha acalorada. Por la calle de en medio, el medio, el compañero Linares con su hermosa mandolina, del canto en flor y del canto en semilla. Por la calle de en medio, el medio, Simanca Carrasquero, el tejedor de alegría y el destejedor de alegría. Por la calle de en medio, el medio, Penélope, en el tejer y en el destejer, Odiseo Nadie Ulises (ONU) Homérico, en defensiva y en ofensiva, la Puerta en el Valle de Momboy. ¡Qué yo me quedo en la casa! y ¡Qué yo no me quedo en la casa! De aislada cuarentena coronavirus médica.

¡Qué yo me quedo en la casa! y ¡Qué yo no me quedo en la casa! Ahí está la lucha de contrarios, y, al mismo tiempo, ahí está la unidad de contrarios, por la calle de en medio, el medio. Esto es heraclitoiano, esto e hegeliano esto es marxista, esto es de la gran ley de la dialéctica y de la gran ley de la lógica elemental aristotélica, presente en donde sea y desde donde sea, ahí en dicha ley, ahora con el tercio excluso y con el tercio incluso, ahí en medio, el tercio incluso aristotélico profundo, a él tienden y de él trascienden, los aspectos límbico antagónicos difusos, la tesis y la antítesis, el exceso y el defecto, en que ha de resultar la síntesis, que ha de ser la incertidumbre védica profunda, en la eterna noria notoria, cíclica del movimiento real de la historia ludovicosilvaiana, la penumbra sombría whitmaniana. Ahí, en medio, en el trecho estrecho arrecho del dicho y del hecho, está la prevención de las manitas párvulas de la canción pedagógica testimonial infantil venezolana, medio al miedo al contagio que tiene el coronavirus al través de las manos de los seres inhumanos. Manitas políticas irónicas filosóficas, entre la ofensiva y la defensiva, entre la guerra y la paz, entre el amor y el odio. Las preventivas manitas párvulas cantarinas, la principal arma contra el coronavirus, que ayuda a ayudar a combatir el coronavirus, entre el confinarse y el no confinarse, entre el ¡Qué yo me quedo en la casa! y ¡Qué yo no me quedo en la casa! en que ha de estar el control del coronavirus de los pueblos, entre la consciencia y la inconsciencia, y, siempre el chorrito de agua entre las palmarias palmas párvulas perogrulladas manitas de la derecha y de la izquierda, abiertas y cerradas.

¡Qué yo me quedo en la casa! y ¡Qué yo no me quedo en la casa! Que es un jalajala, forzoso y necesario, que no un Jalajala - Richie Ray & Bobby Cruz, de rumba y bonche a la española y a la italiana, que creyeron que la cuarentena era de guachafita y de güevonadas, de vacaciones y de compras, de centros comerciales y de playas, y, helo ahí, el desastre sastre, traje a la medida y a la desmedida, y, al abuso del uso, en que importóles un comino el canto y camino de los chinos y el canto de los rusos, y, la pandemia demoniaca llególe a las puertas de la Moncloa, y, que la bella Irene Montero diera positivo por coronavirus, y, que por el bendito coronavirus, hase de coronar, por en que no hase de tocar la carne ni besar la boca, por razones de higiene, con el aislamiento, en que yo me quedo en la casa, y si te abrazo es porque te quiero, tema serio, coronavirus, que ha de ser la síntesis trascendental, de obligatorio acatamiento del micro universo viralizado ante el macro universo deshumanizado, tanto del universo en expansión y del universo en contracción, como de la onda y de la partícula, y, la unidad, por redes radio televisión y paredes, ahora, van unidas acatando las preceptivas de la Organización Mundial de la Salud, que la partícula partitiva viva del coronavirus, pusiera a la OMS en el corricorri, y, que ha unido a la humanidad entera en una poderosa unidad de contrarios, aun y aún, manque, mas y más que la procesión ande por dentro, te queremos coronavirus te queremos. Te queremos pedro te queremos. Te queremos Perogrullo te queremos, con el puño tocante, te saludo, con la mano cerrada la perogrullada es la seña. Y, las manitas párvulas de la canción pedagógica testimonial infantil venezolana, medio al miedo del contagio que tiene el coronavirus al través de las manos de los seres inhumanos. Manitas políticas irónicas filosóficas, entre la ofensiva y la defensiva. Manitas políticas irónicas filosóficas entre la guerra y la paz, entre el amor y el odio. Las preventivas manitas párvulas cantarinas venezolanas, la principal arma contra el coronavirus y las manos deshumanas de Donald Trump, Iván Duque y Jair Bolsonaro. ¡Qué yo me quedo en la casa! y ¡Qué yo no me quedo en la casa! Que es un jalajala, forzoso.

Si los casos límite contradictorios ¡Qué yo me quedo en la casa! y ¡Qué yo no me quedo en la casa! Que es un jalajala, forzoso y necesario, que no un Jalajala - Richie Ray & Bobby Cruz, de rumba y bonche a la española y a la italiana, que creyeron que la cuarentena era de guachafita y de güevonadas, de vacaciones y de compras, de centros comerciales y de playas. Entonces sea dicho que el coronavirus italiano y español es el peor de los peores desastres en la reproducción del coronavirus, que en otras partes del mundo. Ergo vergo sea dicho que hay que seguir estrictamente las recomendaciones del OMS. Ergo vergo sea dicho que las manitas párvulas de la canción pedagógica testimonial infantil venezolanas, ha de ser la ironía filosófica moderna infantil. Ergo vergo sea dicho que las manitas párvulas de la canción pedagógica testimonial infantil venezolanas ha de ser medio en medio de La Gran Moral Aristotélica, al miedo por contagio que tiene el coronavirus. Ergo vergo sea dicho que faltóle, aria ironía filosófica ilustrativa venezolana, a la bella Irene Montero, en que yo me quedo en Moncloa, y el coronavirus no clona.



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Miguel Homero Balza Lima


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