El Nicolás público

—Camarita ¿leyó la entrevista de la señora Córdoba que publicaron los aporreados?

—Sí, la leí.

Me llamaron la atención tres asuntos que dice la señora.

—¿Y cuáles son esos asuntos? Si se puede saber.

Porque usted a veces no quiere comentar la cosa.

Y no me vaya a decir que son uno, dos y tres. Porque no estamos pa’ juego.

—De ninguna manera.

Usted sabe que en estos asuntos hay que andarse de manera comedida y seria.

Mire, lo primero que me llamó la atención es que a la señora Córdoba le preguntan "¿Quién se inventó a Guaidó?" y ella responde al golpe "Se lo inventó Oswaldo Cisneros, el industrial".

No es que el muchacho de La Guaira sea el primero que se lo inventan, ni será el última tampoco. Ni importa mucho quién se lo inventó.

Porque eso en política pasa mucho.

Porque así como se inventaron a Guaidó, el difunto Chávez se inventó a Maduro.

Ahora bien, muchos de esos inventos son fallidos porque el inventado no tiene arraigo en la gente.

Recuerde que Capriles, López y Borges son inventos de la televisión por allá en los noventa. El señor Borges tenía un programa donde era juez, algo así como "caso cerrado", ¿Se acuerda?

—Me acuerdo, clarito.

—Y así, muchos otros. Políticos que un día aparecieron en la palestra política y luego se esfumaron.

Porque eran un invento. Guaidó tiene tanto arraigo en la gente como lo tiene Maduro. Nada.

La diferencia es que uno tiene el poder y el otro no.

Por el contrario, hombres como Caldera, Villalba, Machado, Betancourt, por nombrar algunos viejos políticos, se hicieron su carrera a pulso.

El finado Chávez se inventó a Maduro porque estaba enfermo, sino no se lo inventa, porque ese no dejaba pa’ nadie.

Aquella cosa que se llamó la mesa de la unidad no le dio chance a ningún político joven, los negreo a todos. Y se terminó ahorcando ella misma.

Esto es interesante porque un político tiene que hacerse su carrera con mucho trabajo de calle, como se decía de nantes. Siempre tendrá sus padrinos y mentores, pero tiene que hacer su trabajo.

Los inventos políticos se desinflan en el camino.

—Entiendo eso, y me parece cierto.

¿Y cuál es el otro asunto que le llamó la atención?

—Es este, la señora Córdoba dice con mucho tino "no hay que subestimar a Uribe políticamente, es un peso pesado".

Honrar honra, dice el dicho.

Cuando esa mujer dice eso, reconoce en el otro a un político. Y no a un enemigo.

Error que cometió el difunto Chávez, porque para él todos los que no estaban de acuerdo a como él pensaba eran enemigos. Y así lo decía a los cuatro vientos.

Y la cosa no es así, en la democracia política es necesario reconocer que el otro es parte de la política también.

Como decía, este mexicano que ganó el premio Nobel, gran pluma él. Ahora no me acuerdo del nombre, voy a tener que comprar Fitina para ver si mejoro la retentiva, vale.

—Yo creo que eso ya no existe. ¿Qué decía el hombre?

—Decía, que la "disidencia política no excluye el respeto".

Y eso faltó mucho aquí en los años del difunto. Un error que estamos pagando, y caro.

Por eso me parece admirable que la señora Córdoba tenga esas palabras. Porque eso permite la posibilidad de dialogar en medio de las diferencias políticas.

En la política no hay enemigos, hay un opositor, un antagonista, pero no un enemigo. Como se hizo ver aquí cuando se planteó la falsa tesis de la polarización.

«Si no estás de acuerdo conmigo, eres mi enemigo». Ese era el eslogan. Algo absurdo. Eso lo que trajo fue la destrucción de la política venezolana, que no se haya como reconstruir.

Porque lo que quedó fue odio.

—Ahí también le doy la razón.

Y no podría estar en desacuerdo con usted.

Hemos padecido mucho, los pendejos, por la intolerancia política.

¿Y cuál es el tercer asunto que le llamó la atención de la entrevista?

—La ex-senadora Córdoba dice lo siguiente: "el Nicolás público no se parece al real. Él es una persona espiritual… tiene una cosa personal y es que es muy cálido, caribe, querida, muy abrazador".

Usted se acuerda cuando el finado Chávez decía que la oposición estaba disociada.

Yo no sé qué quería decir con eso. Pero imagino que se refería que había dos personas en una o algo así. Claro, él no era psiquiatra ni nada parecido para haber hecho semejante diagnóstico.

Cuando la señora Córdoba dice esto, uno se pregunta ¿Por qué el presidente actúa de dos formas diferentes? ¿Por qué no es cómo él es? ¿Acaso está imitando a alguien?

—Yo siempre he creído que por ahí va la cosa.

—¿Cómo así?

—Que Maduro no ha sido él. Sino que desde que llegó a la presidencia ha estado, para su desgracia, imitando al finado.

Cosa que no le sale nada bien. Porque imitación es imitación, y siempre le sale lo descosido por lo roto.

Él creyendo que imitando al difunto iba a hacer contacto con la gente, pero le falló la estrategia.

—Yo también creo eso. No ha sido él para con la población.

Y por eso la política le ha salido torcida.

Se dejó arrastrar por una imitación, que no trajo nada bueno ni para el país ni para él.

Si hubiese sido él, hubiese hecho una política propia. Y se hubiese deslastrado de muchas cosas que estaban erradas.

Pero como vamos a hacerle después que el árbol está en el suelo.

Están son las cosas que me llamaron la atención.

Lo dejo porque voy a buscar un papelón que ofrecieron por allá.

Y le dijo: Por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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