En defensa de Alberto Federico Ravell, aunque usted no lo crea…

Me acabo de enterar de algo que, si es así, no es justo. Me parece una desconsideración en contra de un ladrón como el incomunicador antisocial, Alberto Federico Ravell; me han dicho que el palangrista Edward Rodríguez es el jefe de medios del hampón Juanito Alimaña Guaidó, integrante del grupo paramilitar Los Rastrojos.

Y no lo creo, veo allí una desproporción muy grande, una falta de respeto a la trayectoria mediática-hamponil de Ravell en Venezuela. Sé que ese joven corrupto, Edward Rodríguez, formaba parte de la selecta madriguera del clan Los Rosales en Maracaibo, estado Zulia. Aunque estos bandoleros siempre han tratado a patadas a los periodistas de adentro (los que legalmente trabajaban para ellos en la alcaldía y la gobernación), mas no a los de la calle (los que laboran en los diferentes medios de comunicación social), a estos últimos los tratan como ángeles, como príncipes, en toda una perversa maniobra para fingir hacia afuera la imagen de buenas personas, de gobernantes eficientes y honestos, cualidades que realmente nunca han tenido como funcionarios públicos.

Rodríguez no trabajó con el ladrón Manuel Rosales concretamente, pero sí con la esposa de este delincuente, Eveling de Rosales, cuando ocupó el cargo de alcaldesa en Maracaibo, ocupó digo, porque nunca ejerció como tal, nunca hizo algo por las comunidades, que es lo que hace de un alcalde, un verdadero alcalde. Que la gente te recuerde por tus obras, por tu trabajo, por una ciudad limpia, impecable, colorida, orgullo de sus habitantes.

Este muchacho se movió en ese ambiente hamponil de la señora de Rosales con Un Nuevo Tiempo, quien saqueó la municipalidad, se robó descaradamente el dinero de las comunidades. Fue tan grande el robo, que hizo fracturar a esta organización terrorista que funge de partido político, con todo y lo corrupto de los forajidos que la conforman. Fue el período más gris por el que haya pasado Maracaibo en toda su historia.

Edward Rodríguez, incluso, tiene las manos manchadas de sangre, tomando en cuenta las marchas y las protestas que convocaba Eveling de Rosales en complicidad con el bandido Juan Pablo Guanipa, mejor conocido en Maracaibo como "Tequeño Cruo" o "Vende Campañas", con el fin de que asesinaran a los muchachos, para criminalizar al Gobierno revolucionario.

Por cierto, lo del remoquete de "Vende Campañas" de ese delincuente de Primero Justicia, se debe a que le vendió al hampón Manuel Rosales todas sus candidaturas a la Alcaldía de Maracaibo. Ciro Belloso se encargaba de llevarle el maletín con el dinero.

Pero, en fin, este es otro cuento, les decía que el incomunicador antisocial, Edward Rodríguez, ha pasado por las grandes ligas de la corrupción, estar cerca de las triquiñuelas de Los Rosales es obtener casi un doctorado en el palangrismo, la extorsión y la manipulación del periodismo de albañal.

Sin embargo, con todo y ese prontuario, les digo de rodillas con la mano izquierda puesta en el corazón y con el dedo índice de la derecha haciendo una cruz con mis labios, que no es más ladrón que el sicario de la información, Alberto Federico Ravell…Rodríguez es un palangrista joven y, al paso que va, con el tiempo podría ser más ladrón y extorsionador que el propietario de la basura digital La Patilla, pero todavía no lo es. Aún le falta mucho trecho por recorrer para obtener en el negocio oscuro de la información, la estatura mediático-delincuencial de Ravell. En honor a la verdad, eso hay que reconocerlo… ¡seamos honestos!

Alberto Ravell tiene 74 años, y desde los 13 está ligado a los medios de comunicación social. Entre los años 1968-1969 creó Radio Angostura y Radio Canaima. En 1973 fue designado director de medios de la campaña electoral de Carlos Andrés Pérez y en 1974 cuando Pérez ganó la presidencia, fue nombrado director de la Oficina Central de Información del Gobierno Nacional.

Y aquí comenzó todo. Ser adeco y no ser corrupto es una contradicción hasta biológica. En 1978 fue designado director de medios de la campaña electoral de Luis Piñerúa Ordaz, y en 1980 creó la agencia de publicidad Octavo Arte. En 1984 durante el gobierno de Jaime Lusinchi, es nombrado presidente del Canal 8, Venezolana de Televisión, y ya en este medio no pudo seguir escondiendo sus fechorías, se desbordó en corrupción y quedó en evidencia públicamente.

En 1994 Ravell propuso la creación de Globovisión del que fue director general. En 2010 creó el excremento digital llamado La Patilla y en 2011 se hizo propietario del canal colombiano, Cable Noticias, pero estos medios los creo ya no como empresas periodísticas, sino exclusivamente como medios para el palangre y la extorsión.

Un palangre de altura, no es el periodista en la calle recibiendo una limosna para que diga lo que quiera el informante, como es el caso de Sergio Novelli, un vulgar lambucio de la información, un ser despreciable que anda en la calle con un bolígrafo, una libreta y un grabador buscando despotricar de alguien del Gobierno revolucionario por una mandoca, una empanada. Bueno, a veces da cosa, no debe tener trabajo fijo.

Con Alberto Federico Ravell hablamos del palangrismo y la extorsión de un señor editor, del dueño de un medio periodístico poniendo su empresa al servicio de determinados delincuentes, de determinados intereses, por encima de la noticia veraz, la ética, la objetividad y todo el público lector. Allí sólo prevalece el dinero. Dólares, muchos dólares.

A ese nivel se hacen los grandes negocios, las grandes trácalas. En la IV República se determinaban los candidatos a la presidencia de la República y a otros cargos de elección popular, se coordinaban las políticas de los gobiernos; los dueños de las empresas de incomunicación antisocial como empresarios al fin, junto a Fedecámaras, nombraban los ministros, sobre todo los que tenían que ver con el área económica y financiera, designaban al presidente del Banco Central de Venezuela, dominaban todo.

El presidente era un vulgar "guaidiota" de todos ellos. Eran famosas las reuniones de los candidatos ganadores con los editores de las empresas de incomunicación antisocial, antes y después del triunfo. Es más, la gente sabía quién era el candidato con pinta de ganador, por el interés evidente que en él mostraban los medios. Por supuesto, había entrevistas o reuniones televisada y otras a puerta cerrada; nadie podía escuchar lo que trataban, porque allí era donde se reafirmaban los compromisos a última hora de toda la trama hamponil. Un pacto de sangre y dinero entre delincuentes.

Ahí el bandido de Ravell era uno de los mejores, cobraba dólares sobre dólares al triunfador que, desde su cargo de elección popular, tenía que pagarle por encima del compromiso adquirido con la gente en campaña, por encima de las promesas al pueblo, de las personas que esperanzadas les daban ingenuamente el voto. Y se valía de todo en el pago, publicidad, papel gratis, para hacer rodar sus rotativas; cheques, contratos de todo tipo, transferencias, dinero en efectivo, tráfico de influencia...

De allí es que nunca se sabía nada de esos políticos que llegaban al poder por muy corruptos que fueran...Imposible saber con un medio de incomunicación comprado, mintiendo, ocultando la verdad por dinero y vendiendo a un pillo como la mejor alternativa. Por eso, en la IV República, veíamos a un pueblo empobrecido, pasando necesidades y, sin embargo, la mayoría veía un excelente presidente, gobernador, alcalde; se lanzaba y repetía.

Ravell en ese terreno del pillaje-mediático es tan bueno, que se puso a la altura de empresarios como Marcel Granier, Cisneros, Nelson Mezerhane, Miguel Enrique Otero, entre otros propietarios de periódicos al servicio del palangrismo cuello blanco. Mucha de esta gente que les menciono heredó sus emporios; pero Ravell comenzó haciendo una nota, redactando un caliche, eso sí, sin perder de vista de donde podía obtener dinero mal habido, hasta que se les hizo un flamante editor de la incomunicación que les latió en la cueva. Y duro.

Por eso, el Gigante Chávez se ganó el desprecio de la mayoría de los editores de medios de incomunicación antisocial del país, al negarse de plano a ser un "guaidiota" de esos malandros. A vender por unos dólares la fe y la esperanza que en él puso todo un pueblo. Y lo mismo ocurre con el presidente Nicolás Maduro Moros, por eso quieren derrocarlo, asesinarlo.

Es un insulto comparar al palangrista Edward Rodríguez con Ravell, el muchacho no es que sea malo robando, ha puesto gran empeño para quedarse con una jugosa parte de lo dólares que el asesino Elliott Abrams dice que le envía al Rastrojo Guaidó, para que les pague a los periodistas, pero insisto, no le llega cerca a la desbancada que Ravell ha hecho desde las empresas de extorsión mediática, donde ha dado rienda suelta a todas sus grandes fechorías.

Además, Rodríguez ha cometido errores en el reparto del botín que ahora paga caro Juanito Alimaña Guaidó; por ejemplo, no le da ni por cortesía un centavo al tarado mediocre de Jaime Bayly, que se cree la vedette del periodismo internacional, a pesar de que mantiene un velado ataque en contra de la revolución bolivariana y en defensa del paraco de Los Rastrojos; le quitó el pago de 3500 dólares mensuales a Patricia Poleo radicada en EEUU, que ahora les "echa dedo", disfruta del plato frío de la venganza como dijera Gabriel García Márquez.

Y en Venezuela le despertó el demonio de los egos a los periodistas, pagándoles en tarifas por miseria profesional o bajeza profesional, aunque aquí le considero razón, no se le puede pagar lo mismo a un señor palangrista como Nelson Bocaranda, que a la señora Luz Mely Reyes, cuando ese medio de incomunicación denominada Caraota Digital bajo su dirección es la mediocridad en pasta. Ella hace el intento, pero no puede, no llega, es que ni siquiera es capaz de copiarse de los que en realidad son excelentes en el mundillo de la información y la noticia cloacal.

Hay un periodista que en el ambiente hamponil si, realmente, le llega cerca a Ravel, Leopoldo Castillo, este homicida tiene en su prontuario haber colaborado en el asesinato de cuatro monjas, cuestión que creo no ha hecho nunca Alberto Federico Ravell, por lo menos que yo sepa; en todo caso, Castillo también es bueno, muy bueno, para las triquiñuelas periodísticas, pero no es más ladrón que Ravell. Eso ténganlo por seguro.

Son muy pocos los que en este país le llegan por los tobillos a Ravell que, repito, no solo es un taco en el palangrismo, sino creando empresas de incomunicación antisocial, para la manipulación y la extorsión…Yo se lo echo a quien sea.



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Gian Carlo Di Martino

Politólogo, profesor, abogado. Ex-Alcalde de Maracaibo. Cónsul de Venezuela en Milán - Italia.

 giancarlodimartino2017@gmail.com      @gcdimartino

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