Comida por todos lados

En nuestra hermosa Venezuela desde que se descubrió el petróleo y se
percataron nuestros gobernantes, que uno de los beneficios de la renta
petrolera era poder traer alimentos de otros países, para que nuestro
pueblo pudiera alimentarse, sin sudar en el campo. Surgieron así
nuevos signos de una comodidad económica, que fue creando cinturones
de miseria y una clase de funcionarios públicos que amasaron fortunas,
sobre el pensar reproductivo de que es mejor sembrar en los puertos
que en el campo.

De esta forma, un pueblo se hizo consumidor de una serie de alimentos
producidos en cualquier parte del mundo y que serian vendidos solo en
los supermercados, abastos y bodegas, llenando sus anaqueles como
trofeos que se ganaran en cualquier olimpiada. Todos contentos porque
se consumía la mejor pasta de Italia, bebidas gaseosas y chucherías de
los Estados Unidos, frutas de Colombia, quesos madurados de Uruguay,
cortes de carne de Argentina y hasta pollos del Brasil. Cuando la
cartera esta llena de dorales para traer alimentos de cualquier parte
del planeta todo esta bien, pero desde quien se cree el dueño de las
reglas de un comercio internacional, les molesta la posición política
que ha decidido la mayoría del pueblo venezolano, esa cartera es
saboteada y robada, creando una crisis a lo interno para la compra de
alimentos.

De esta forma, una necesidad de alimentarse del ser humano, es
utilizada como una herramienta de control político, pasando hacer los
alimentos un recurso estratégico para el juego de poder. Los primeros
que aprovecharon la oportunidad fueron aquellos mal llamados
bachaqueros , los cuales veían unos ingresos favorables comprando
alimentos baratos, porque estaban regulados por el Estado, para
venderlos a un precio que triplicaba y hasta más su verdadero valor
comerciar.

Este descontrol radicalizado, por una práctica que se fue masificando
en una buena parte de un sector de la población y sin dejar a un lado,
a todos aquellos funcionarios e instituciones que forman parte de los
medios y los recursos con los que cuenta el Estado para controlarlo,
se encuentran en una inercia, que sorprende algunos seguidores y
detractores de quienes gobiernan. Esto no quiere decir, que es solo
para un sector determinado, sino todos aquellos sectores políticos que
forman parte del Estado, sea a nivel nacional, regional y local.

Ahora, los que eran llamado los bachaqueros, venden productos en
bolsita o teticas de azúcar, café, mantequilla, sal, aceite y
cualquier otras cosas, que ustedes no se imaginan. Han dejado de tener
aquella cantidad de productos que antes tenían a un menudeo y quienes
tienen esas ventas de productos, son los comercios que se suponen
tienen que estar destinados a otra actividad económica. Alguien va a
comprar algún medicamento y se consigue en el mostrador una venta de
productos alimenticios. Entra a comprar alguna herramienta en una
ferretería y se consigue un anaquel donde tienen productos
alimenticios. En una zapatería usted entra a comprar un par de zapatos
y se consigue un mostrador con comida; esto igualmente se repite en
los comercios de ropa, productos de higiene, panaderías, comercios
donde se venden celulares, aquellas perfumerías donde se vende
esencias para alejar a los malos espíritus, en los negocios
improvisados de compra y venta de dolares, en las ventas de repuestos,
entre muchos.

Lo que se pregunta la gran mayoría de los venezolanos es quien se
encargará de controlar esa venta por doquier de alimentos, vamos a
esperar que desde los Estados Unidos se emita una orden ejecutiva en
apoyo a la venta de alimentos en estos comercios, para que toda la
institucionalidad pueda tener la suficiente valentía de controlar
estas ventas indiscriminadas. En estos comercios, sus dueños se
enorgullecen de hablar mal de cualquier política que se emprenda en
favor del pueblo, no dejan ningún tipo de beneficio, porque ni
impuesto pagan, venden los alimentos de acuerdo al precio del dólar en
ese momento y entonces uno se pregunta, porque no hacen nada por
atacar este mal que se encuentra presente en nuestra sociedad.



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Adrián Ávila

Profesor universitario

 adrian7379@gmail.com

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