Hiperinflación e hiperchismes (II)

El Presidente Raúl Leoni electo para el segundo período de la “democracia moderna” iniciada en 1958, recibió el mando del país en 1964 de su compañero de AD, Betancourt Bello. Descendiente de italianos radicados en el Estado Bolívar, el chismorreo lo rayó pues en la haladera de mecate descarada, permitió que los accesos y la hacienda “Puedpa” de los Leoni en Upata, fuesen remodelados con dineros del Estado, inequívoco peculado de uso que se combatía con represión, y en la oposición solo a punta de hiperchismocracia. Las torturas práctica oficial común, eran soportadas por la vieja maña insulsa criolla de temerle, pero creerle al gobierno, sin averiguar en el mundo político, solo morar en el vivalapepismo inútil del chismorreo.

Los adeistas o adecos de cierta edad para aquellos años de Leoni, no aprendieron a administrar, pero sí a vaciar las arcas del erario, abusando de los beneficios de ser Gobierno, y entrenar en los mismos a sus sucesores, incluyendo a los copeyanos. Leoni fue opacado por la figura de su esposa Doña Menca, matrona de obvia simpatía, pero manejada igual que su cónyuge por las ansias del sectarismo blanco. La involución del partido otrora llamado “del pueblo” es tan evidente, que su cumpleaños 78 el 13 de Septiembre no mereció ni pequeños titulares de prensa. Hoy cabe recordar que ese movimiento político elevó a la Presidencia al gran escritor Rómulo Gallegos, derrocado por un golpe de militares derechistas, que encabezó Marcos Pérez Jiménez, con la anuencia circunstancial de Washington y su embajada en Caracas.

AD y el bonachón con cara de severo abuelo Raúl Leoni perdieron los comicios al culminar el período, arribando a la Presidencia el copeyano Rafael Antonio Caldera Rodríguez, a quien dedicaré parte de la última de estas tres “ácidas”, donde haré mención a CAP “Gocho para el 88”. Una AD ultra dividida por inconsecuencias y ambiciones con el maloliente ambiente de la corrupción, recibió la bendición de los USA, porque en los 5 años de Leoni idem al quinquenio de Betancourt Bello, se disparaba primero y se averiguaba después, sin ser acusados de violar derechos humanos. Cuando apareció en Playa Lecherías el cadáver del Profesor Alberto Lovera, asesinado por la policía de Leoni, este afirmó que “los comunistas se matan entre ellos…”. No hubo hiperinflación inducida, solo que existió hambre entre los pobres, e indiferencia para atenderlos.

La ligereza verbal de la cultura politiquera de AD, sepultó para la historia al Presidente Leoni. El colectivo vivía peor y le dio una lección a los verdiblancos guanabanosos del pacto Punto Fijo, llevando al Poder Legislativo mayoría inesperada de perezjimenistas Diputados y Senadores. La chismocracia no paraba de hablar sobre corrupción sin peligro de sanción. Impunidad sin hiperinflación sino hambrazón, en los sectores pobres mayoritarios bajo el manto de pobres diablos corruptos y homicidas, que desde las alturas del poder justificaban la muerte de opositores, con la compra de conciencias a la iglesia católica, industriales, comerciantes, empresarios y…, como siempre aquel dicho horroroso “el mejor comunista es el comunista muerto”. Sin ataques desde el exterior, fuimos supuesto “modelo”, en medio de puro chisme “made in Venezuela”, y a cuidarte de caer preso, te mataban en democracia, como hoy en Colombia.


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Luis Sánchez Ibarra


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