El futuro trabaja a nuestro favor: ¡Venezuela vencerá!

El antagonismo mundial básico se da alrededor del conflicto de intereses entre EEUU y la Humanidad. China y Rusia, en representación de la Humanidad, se han colocado como contención de un imperio que en medio de su desesperante agonía, comienza a dar patadas a diestra y siniestra. No hay país, mucho menos gobierno alguno, que la Administración Trump no haya amenazado con sanciones, subidas de aranceles e incluso intervención militar. Sí, pareciera una locura, pero Trump ha colocado la amenaza militar como una opción perenne contra los pueblos del planeta que no satisfacen sus ambiciones de materias primas y sometimiento a sus directrices. Obvia Trump, la realidad inclemente del desplazamiento radical de los ejes militares, económicos y hasta culturales del planeta. Goethe, describió en su tiempo la enorme impresión que causó la teoría copernicana, que demostró que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol y no al revés, como preconizaban las instituciones feudales de aquellos tiempos. Hoy, el planeta no gira alrededor del círculo imperial estadounidense ni en lo tecnológico, mucho menos en lo económico, lo militar y peor aún, en lo político. Nuevos polos de referencia, toman el lugar que antier ocupara ese ya vetusto hegemón del mal. De banquero central del mundo, los EEUU han pasado a ser el mayor deudor del planeta, y China su mayor acreedor. En una relación de dependencia tal, que el derrumbe definitivo del viejo imperio dependerá -en definitiva- del momento en que así lo considere su máximo acreedor. China, se convierte así en el verdugo perfecto del Ancien Régime, cuya cabeza rodará en el momento que así lo estime pertinente la dirigencia China. Una expresión de ello, ocurrió recientemente cuando la Administración Trump pretendió introducir en el seno del FMI un representante de su autoproclamado agente en Venezuela, como representante de dicho país en ese organismo financiero multilateral, solo bastó la opinión negativa del gigante asiático para que dicho organismo financiero, liquidara tal posibilidad caprichosa de Donald Trump. China, se ha convertido en el gran banquero del planeta y, a diferencia de los EEUU de los años 20 en que desplazaba a Inglaterra como la principal potencia planetaria y sometía países a sus dictámenes y políticas, el propio presidente Xi Jinping no escatima palabras para repetir que China: "nunca buscará la hegemonía mundial a expensas de los intereses de otros países", expresión de ello, es la mega millonaria inversión propuesta por el gigante asiático en un plan de industrialización llamado como la Ruta de la Seda, en que ya 13 países de América Latina, han suscrito acuerdos de cooperación con China en el marco del desarrollo de dicho plan, que involucraría además, un estimado de 63 países de Asia, Medio Oriente, África y Europa.

Y, si las cosas no le funcionan a placer en el terreno económico al imperialismo estadounidense, no es menos cierto que el ámbito militar ya no es la principal potencia, como lo demostró la guerra en Siria. De aquel país del Oriente Medio, tuvo que salir con el rabo entre las piernas derrotado por la Fuerza Aeroespacial Rusa, el Ejército Sirio, los Guardianes de la Revolución Iraní y la Milicia del Hezbolá. El Ejército estadounidense, que logró crear un ejército paramilitar que autodenominó como el Estado Islámico, apoyado por las fuerzas militares de Inglaterra, Francia, inicialmente Turquía, Arabia Saudita, Qatar e Israel, pudo avanzar en la medida que se enfrentaron en solitario al Ejército Sirio, pero una vez que se incorporaron a las acciones las demás fuerzas humanitarias de Rusia, Irán y el Líbano, la correlación de fuerzas se modificó a favor del sufrido pueblo Sirio. Derrotados, los terroristas pro Occidente, no le quedó otra opción a Trump, que admitir su derrota y retirar sus tropas del territorio Sirio. En Siria, pudimos constatar -en hechos concretos- que los EEUU habían dejado de ser la primera potencia militar del planeta en armas convencionales; siendo Rusia, la primera potencia en armamento nuclear no convencional. Hecho, que además coloca a Rusia, en un papel preponderante si de materia de seguridad internacional hablamos. Tan es así, que su decidido apoyo a la República Bolivariana de Venezuela, constituye el principal disuasivo a la pretendida ansiedad de la Administración de destruir la Revolución Bolivariana, destruyendo a Venezuela a bombazos.

Se ha constituido la Administración Trump, en un monstruo que ha dejado de encarnar los valores democráticos de sus padres fundadores. No por casualidad, como dijera Noam Chomsky: "El partido Republicano, es la organización más peligrosa en la historia de la Humanidad", que ha colocado al frente de la Casa Blanca a uno de sus peores especímenes. Donald Trump, reivindica el Estado racial enarbolado por Adolf Hitler, como expresión del miedo que le produce a la burguesía estadounidense, la más mínima posibilidad de que el Socialismo toque las puertas del imperio, como de hecho, ya lo está haciendo con Bernie Sanders y las nuevas corrientes progresistas a lo interno del partido Demócrata. Tendencias progresistas, que expresan la búsqueda del sufrido pueblo estadounidense abatido por la pobreza y sin seguridad social alguna, al que solo esa burguesía le propone elegir entre drogas o alistarse para las guerras que les planifica el complejo financiero, industrial-militar, del Pentágono para mantener aún con vida, un imperio que está dando muestras que ya no puede contener el arrollador avance de nuevas potencias llamadas a ocupar el liderazgo planetario de una manera colectiva, más bien, Democrática, sustentado en los Principios de la Carta de Naciones Unidas, hoy despreciada y vapuleada por la Administración Trump y sus secuaces del mal, que se autoproclaman como supremacistas blancos, fascistas de viejo cuño, que reivindican en Hitler su visión de nuevo orden mundial. "Si se dividiese la humanidad en tres categorías de hombres: creadores, conservadores y destructores de la cultura, tendríamos seguramente como representantes del primer grupo solo al elemento ario…" (Mi Lucha, Adolf Hitler)

La República Bolivariana de Venezuela, con su resistencia a los continuos ataques de las fuerzas fascistas lideradas por la Administración Trump, se constituye en conjunto con China, Rusia, Turquía, Irán, Cuba y Nicaragua, en el principal polo de referencia Humanitaria del planeta. Venezuela, se ha convertido en el Stalingrado del avance recolonizador de Trump. "…Stalingrado es el infierno en la tierra, es Verdún, el Verdún rojo, con nuevo armamento. Atacamos cada día. Si por la mañana conseguimos avanzar 20 metros, por la tarde los rusos nos vuelven a hacer retroceder…" (De la carta del cabo Walter Oppermann nº 44111, a su hermano, con fecha 18-XI-1942). El cuarto Reich, ha procurado por mil y un medio colapsar a Venezuela, y no ha podido. Guerra económica, terrorismo, golpes de Estado, golpe eléctrico, bloqueo financiero, que tan solo han logrado motivar al pueblo venezolano a construir un muro de dignidad, que se ha levantado contra sus pretensiones y ambiciones. Nada que ver, con el muro racista de Trump en la frontera con México, constituido en su principal objetivo de gobierno, mientras señala a China, Corea del Norte y Venezuela, como los principales enemigos de los EEUU. Al menos, Hitler era más amplio, si de enemigos se tratase, pues en su Libro Negro incluía a 3 mil enemigos de los cuales, 2.820 debían ser ajusticiados o cuando menos, severamente castigados, por ser considerados una amenaza potencial para la expansión y consolidación del Tercer Reich…

Caracas, 20-04-2019



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Henry Escalante


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