Una Serie del Caribe reflejo de la actualidad política

Luis Valbuena y Jesús Castillo, ¡in memóriam!

Lo único que me falta para ser un barquisimetido o mejor dicho, un larense en toda la regla, es seguir como aficionado al Cardenales de Lara, cosa muy difícil por ese peo que tengo en la tutarra, de la lealtad a las génesis de mis convicciones sobre todo, si he sido fanático de los Leones del Caracas desde mi más tierna infancia cuando jugábamos pelotíca e´ goma allá en el barrio La Alameda de mi amada Ciudad Bolívar, por cierto, una manera muy sui géneris de enrolarse en el equipo león tuvo mucho que ver con esa manía de llevarle la contraria a mis congéneres, en Ciudad Bolívar la mayoría de mis amigos de la infancia iban al Oriente que devino en el Magallanes y yo, solo por joder me decanté por el equipo capitalino, "genio y figura...".

El precio en Lara a este sentimiento lo he pagado (aún lo pago), aguantando la sorna de los mayoritarios seguidores acá en la región del Cardenales de Lara incluyendo el 90% de mi familia y en especial al más especial de sus fanáticos, un tal Miguel Pacheco quien no me pela con sus mordaces comentarios cuando los gloriosos Leones son vencidos por los esmirriados pichones, je, je, (es joda).

Debo decir que, en cuanto al juego de béisbol como tal, soy marcadamente ortodoxo, no he podido digerir algunos pasajes de eso que se le ha dado por llamar "béisbol moderno", no logro encajar esa figura ambigua que para mí es el "bateador designado", me gustaba ver al pitcher batear su turno y defender su partido también con el bate, así mismo, lo más excelso en un juego como lo es un "no hit no rum" ha pasado a desuso cuando por esas vainas de las estadísticas, un pitcher para que no se le joda el brazo, el máximo de inning a lanzar no debe exceder de cuatro, todo esto para mi pasa a ser súper aburrido y para terminar de explicar mi manera jurásica de ver el béisbol, pienso que, a los árbitros humanos ellos, los quieren suplantar por las frías computadoras o aparatos de videos para decidir en las jugadas "chiquitas", amén de la cantidad de protectores, máscaras, rodilleras y una cosa inútil para perder el tiempo acomodándola, reacomodándola y volviendo a acomodar como los son las muñequeras que solo sirven para darle tiempo comercial a los locutores y narradores de las cadenas radiales y televisivas, dándole pingües beneficios a Lorenzo el de la malta compra conciencias.

Fue hace algunas temporadas, que decidí poner en el refrigerador mi militancia caraquista cuando Gustavo Cisneros se hizo dueño del equipo, el tiempo me dio la razón en cuanto a mis motivos, el empresario de las comunicaciones quién ofreció algo así como una especie de Yanquis de New York caribeño, solo nos presentó un decadente Caracas en el cual no invertía y que por el peso de la camiseta, llenaba los estadios y vendía mucha publicidad, logrando su ansiada meta crematística con una mínima inversión, esa es la simple verdad.

El episodio bochornoso de la temporada 2001-2002, donde los dueños de equipo y los medios de comunicación se confabularon para suspender el béisbol y apoyar el golpe de estado primero y el golpe petrolero después, en una especie de ópera bufa cuyo director lacayo el copeyano Guillermo Aveledo dirigía, hoy vuelven hacer al calco el mismo guión que aplicaron en ese entonces, esta vez para dejar sin la Serie del Caribe al pueblo larense.

Si hay un público que debemos respetar, es el que sigue con la misma devoción a la Divina Pastora y las tradiciones culturales de su pueblo, ese es el fanático de los Cardenales de Lara, hay que sentir esta tierra para saber que significaba la celebración en el Antonio Herrera Gutiérrez de la tan anhelada y dos veces frustrada Serie del Caribe en Barquisimeto que no dudo en ningún momento en calificar de maniobra política.

El Sr. Pueyo, jerarca mayor del béisbol caribeño, ayer en el marco de un golpe de estado y hoy (casualidad), en el marco de otro golpe de estado, visitó en las dos fases, días antes de concluir la temporada, algunos estadios de Venezuela y ¡sorpresa!, mucha gente alegre presenciando los juegos, "¿que coño, le pasa a este pueblo?", le ponemos las entradas a precio de dolar, Lorenzo el de la Polar pone la cervecita por las nubes, le suspendemos juegos por falta de fluido eléctrico debido a un perenne saboteo, mueren dos insignes peloteros (cuarto y quinto bate del Cardenales) debido al acto criminal de unos asesinos de carretera que, de una manera falaz e irresponsable se lo adosamos al gobierno y ese publico del coño sigue aún con tamaño luto, llenando con alegría los estadios, eso no se puede permitir, la orden es la tristeza, el desánimo, la arrechera,..¡el golpe!. Allí comienza el trabajo del señor Pueyo y sus adláteres, escogiendo como sus operadores para arrebatarle la Serie del Caribe a Barquisimeto como ciudad sede, a algunos jugadores del equipo León quienes, tras largo trabajo ideológico en los equipos gringos y haciendo lo propio Lorenzo Mendoza y su Grupo Polar, que no solo firman a los jugadores sino que, los convierten en desclasados y cultores del más profundo personalismo.

Comenzaron, por tratar de sabotear el play off con la excusa de la inseguridad por la tragedia de Valbuena y Castillo, en el segundo de la final, tras largas conversaciones comenzaron a las 9 de la noche un juego pautado para las 7 de la noche, el equipo caraquista se presentó a los siguientes partidos debilitados por el abandono de sus jugadores más calificados y con una manifiesta abulia del resto del equipo, de esta manera no le ganaban ni al equipo infantil "Los Bravos de Felipe Yanez" de Ciudad Bolívar en mis tiempos de niño, era una auténtica caricatura del Caracas original, una burla a la fanaticada, el preámbulo de una Serie del Caribe confiscada que hasta un son maravilloso del Grupo Cantaguaro compuesto por su director Omar Carrizales se quedó frío, era la "crónica de una Serie del Caribe arrebatada", una decisión netamente política y anti deportiva, la cuota de la Liga de Béisbol Profesional Venezolano al golpe de estado.

En este marco donde privó hacerle el mayor daño posible a la legión de fanáticos de nuestro béisbol, el Sr. Pueyo y sus acólitos, optaron por celebrar una Serie improvisada en Panamá donde Puerto Rico se ofreció como sede con la intención manifiesta que Barquisimeto se quedara por fuera, pero los empresarios del béisbol que de pendejos no tienen nada, olfateaban que desde que los gringos abandonaron a este país a su suerte desde el pase del huracán "Maria", ese escenario solo podría acarrear pérdidas económicas, optando por la ciudad del istmo, donde acaba de concluir sin pena ni gloria, la Serie del Caribe más controvertida y de más contenido político que se hiciera en toda su historia.

Manolo Silva



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Manolo Silva

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