De la guerra social y el inicio del Siglo XXI venezolano

La Declaración de la Independencia de 1811 trajo consigo la guerra social que inició en 1812 y con una inflexión en 1814, año de su máxima escalada, por la muerte del Taita Boves. Pues la misma se estanco hasta 1817 cuando se transmutó en Guerra de Independencia. ¿Qué es la guerra social?

Juan Bosch señala que las guerras sociales son provocadas por antagonismos raciales, económicos y sociales que no tienen solución pacífica. En el caso de Venezuela, durante el siglo XIX, se dieron dos guerras de este tipo. La primera, va de 1812 a 1816 siendo la etapa más feroz entre 1812 con Monteverde, pérdida de la Primera República, y 1814 con Boves, pérdida de la Segunda República; que con la muerte del Taita en Urica ésta se prolongó de manera dispersa y sin un líder que la cohesionara hasta 1816-1817. La segunda, fue la Guerra Federal o la Guerra de los Cinco Años comandada por Zamora, que va desde 1859 hasta 1863, fue una guerra con la República ya consolidada.

A la primera, Bolívar se refiero como una «guerra de sangre» no por la crueldad que ella encarnó, sino por las diferencias entre los blancos mantuanos y el resto de la población de Venezuela, quienes estuvieron en conflicto en esos años. ¿A qué viene todo esto?

A lo siguiente, el siglo XXI venezolano inicia con Chávez Frías en la Presidencia de la República, quien trajo y desarrolló un discurso de permanente conflicto de enfrentamiento y de resentimiento social, haciendo de éste un instrumento de manipulación y coerción político-social. Pues, siempre lo utilizó como la amenaza abierta y solapada del pueblo contra los «oligarcas» venezolanos, luego llamados «apátridas». En esto Chávez Frías se asemejó más a Monteverde, a Boves y a Zamora que a Bolívar, al cual siempre uso utilitariamente de bandera o estandarte.

La amenaza de un enfrentamiento social fue permanente durante el mandato de Chávez Frías, amedrentó a cualquier oposición con la masa del pueblo que reclamaba sus derechos y del cual él era su paladín. Indudablemente, no se llego a un estado de guerra real; tal vez, porque entre el siglo XIX y el XXI mediaba toda la tradición andina del poder, la cual había metido a Venezuela en cintura en el decir de Pino Iturrieta, hecho que había cambiado la fisionomía política del venezolano.

Desde la caída de la Primera y Segunda República, en Venezuela no quedaron mantuanos; pues éstos fueron arrasados tanto por Monteverde como por Boves, y si quedaba alguno lo exterminó la Guerra Federal. Ahora bien, ¿quiénes eran esos oligarcas que mentaba Chávez Frías? Eran pequeños y medianos comerciantes e industriales, porque en Venezuela no existen grandes industrias nacionales privadas; eran profesionales universitarios que ocupaban cargos de gerentes, subgerentes, médicos… lo que normalmente se denomina «clase media», los políticos de los partidos que habían gobernado y sus derivados, y todo aquello que no entrase en ese ambiguo término de «pueblo».

Chávez Frías saca de la manga de la pseudo-historia el fantasma del mantuanismo y se lo endosa a lo que él llama «oligarquía», de la cual forma parte por pertenecer al estamento militar y ser, a la vez, un profesional universitario. Sin embargo, él se auto-denomina un desclasado y con esto hace permanente propaganda política. Es el mismo discurso-arenga de la guerra social. Pero, en una República —siglo XXI— donde la división de clase es predominantemente económica, unos ganan más y otros ganan menos. Aunque un poco racial y social de algunos blancos sin linaje alguno y con más falsas ínfulas que otra cosa. Algunos otros, y no necesariamente son blancos, esgrimen sus títulos universitarios como si fuesen títulos nobiliarios; en un país donde la educación universitaria es pública y gratuita es un mal chiste.

Por ello, es que el discurso de Chávez Frías se alimenta del discurso de Zamora, y como todo su discurso es contradictorio, empalma a Zamora con Bolívar aunque ambos personajes son antagónicos entre sí. Pues, Bolívar temió, evitó y combatió políticamente la guerra social, pues ésta era la amenaza más evidente para la República. Esto ha generado un discurso político enrevesado, que como se dice en criollo «es un arroz con mango».

La constante amenaza de Chávez Frías surtió efecto real en eso que se llama «clase media» y que él socarronamente hizo que se identificara con la «oligarquía» sin serlo. Además, en toda esa contradicción, se utilizó a mansalva el discurso comunista y socialista para arengar al «pueblo», cosa que nunca se define qué es. La «clase media» se visualizó perdiendo su apartamento, su vehículo, su título universitario, sus hijos…, es decir, se vio despojada de sus pocas pertenencias, porque en verdad, lo que tiene son «cuatro corotos» ganados éstos con su trabajo y salario.

De allí ese enfrentamiento, que parece más a lo que en boxeo se llama «hacer sombra». Por lo cual, muchos vislumbraron y vislumbran que va a estallar una nueva guerra civil, la cual cada día se hace más improbable aunque las protestas se multiplican a diario, pues en la actualidad es otro gobierno en el que está en el poder. El cacaraqueo de Chávez Frías siempre fue provocador y desestabilizador en aquellos que se han concebido como clase social y desclasados, que asumieron la rivalidad como la posibilidad de arrebatarle al otro lo poco que tenía. Fue el caso de las expropiaciones que se sumaron al Estado y a algunos bolsillos particulares.

El discurso de Chávez Frías y su actitud política contradictoria se asemeja, por lo antes expuesto, más a Boves, como defensor de las masas y amenazador de la clase social antagónica a esa masa, que a la actitud republicana de Bolívar, para quien la República siempre estuvo en primer lugar. Chávez Frías azotó a los venezolanos con una verborrea implacable y a esa habladuría permanente la convirtió en una guerra social, que tiene sus consecuencias y resultados desastrosos después de muerto.

La guerra social venezolana del siglo XXI fue y es una verborrea llena de una semántica contradictoria, de una iconografía que mezcla indiscriminadamente lo de abajo con lo de arriba. Una palabrería decadente, grandilocuente, ampulosa y pomposa; una charlatanería mezquina, viciosa e insignificante; verbosidad revestida de un dramatismo vacuo y patético. Esta ha sido la guerra social que hemos padecido en lo que va del siglo XXI venezolano.



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Obed Delfín


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