Capitalismo salvaje en Venezuela ¿Qué hacer?

En un artículo anterior publicado en Aporrea.org ("Castro Soteldo, la burguesía y Chávez") me referí a "una necesidad que tiene este país, y con lo cual creo que estamos todos en deuda: la caracterización desprejuiciada de nuestra realidad", para luego afirmar que "Venezuela es un país capitalista con un gobierno popular y nacionalista, ejercido por una tendencia antiimperialista, que propone una estrategia socialista, a través de un proceso de TRANSICIÓN". Ahora pienso que me quedé corto, creo más bien que en Venezuela impera una inédita forma de capitalismo salvaje, según señales que envía la realidad y que considero inequívocas. Lo de "inédita" lo acoto precisamente por el origen, carácter y estrategia del gobierno que nos rige.

La primera señal es la situación económica. Sometidos estamos a una situación controlada en alto grado y de manera brutal por el capitalismo, con dominio de la producción, distribución y comercialización de la mayoría de bienes y servicios de consumo masivo, acaso con la importante excepción, en materia de servicios, de electricidad, distribución hídrica y telecomunicaciones. Pero aun en esos ítems dependemos de recursos técnicos e insumos que son producidos, casi en su totalidad, por grandes empresas capitalistas foráneas. Lo mismo pasa con los alimentos y las medicinas. Un ejemplo de ello son las cajas de CLAP, cuyo contenido es producido casi todo por empresas capitalistas foráneas, bien sea como productos elaborados o como materias primas procesadas y/o empaquetadas luego en el país.

Por supuesto, somos víctimas de la guerra económica que, como he expresado en otras oportunidades, no es coyuntural. La guerra económica del gran capital contra los pueblos es de carácter permanente y ontológico, es la forma de ser del sistema. Por ello en el mundo actual y por doquier los pocos ricos son cada vez más ricos y casi todos los demás cada vez más pobres. Por otra parte, somos muy vulnerables a la agresión económica en buena medida por los errores cometidos durante los gobiernos bolivarianos, con distintos grados de ineptitud, ineficiencia, corrupción, improvisación y hasta chapucería, por qué no decirlo, además de dogmatismo, y sectarismo político y económico.

La vulnerabilidad económica del país hace que los grandes esfuerzos que hace el Gobierno Bolivariano para remediar la situación y proteger al pueblo se vean seriamente afectados por el capitalismo económico salvaje que rige en todos los niveles, prolongando la distorsión en los precios y el abastecimiento, como es sabido por todos, entre otros males.

Pero no es solo la economía, en el ámbito social y cultural también campea el capitalismo salvaje. En Caracas, por ejemplo, donde vivo y sufro las calles todos los días, reina el desorden y el mal comportamiento ciudadano. He estado en varias capitales en el mundo y de estados venezolanos y puedo dar fe de que la ciudad más anárquica que han pisado mis pies es esta, mi querida Caracas ¿No es esto acaso un claro síntoma del capitalismo más deplorable que pueda existir? No solo el abuso de comerciantes, bachaqueros y otros especuladores, a los cuales se suman a menudo policías y guardias nacionales, sino también sectores que se pasan la Ley por santa sea la parte, como la mayoría de los motorizados que no respetan semáforos, aceras, flechas, prioridad de paso de peatones, etc. También los peatones irrespetan los semáforos y cruzan las calles donde les viene en gana, poniendo en riesgo, como locos, su propia integridad personal. Transportistas que desprecian ordenanzas referidas a derechos de estudiantes, personas de la tercera edad y con discapacidad limitada, que no respetan las paradas establecidas ni límites de velocidad ni zonas de estacionamiento ni otras obligaciones. Gentes que se atropellan unos a otros y que solo pueden hacer una cola ordenada si son vigilados por efectivos del orden público. En fin, sálvese quien pueda y Ley de la Selva: cultura capitalista pura y en estado salvaje.

Merma absoluta de la sensibilidad humana, contaminación sónica a toda hora, sin importar horarios ni zonas residenciales, manejo irresponsable de la basura tanto por las autoridades como por los ciudadanos, delincuencia civil y policial, empleados públicos que maltratan a quienes acuden a ellos, y que suelen robar insumos del Estado y a sus propios compañeros de trabajo, pérdida de efectos personales encontrados por otros y no devueltos a sus genuinos propietarios. Egoísmo extremo, decadencia ética, conciencia capitalista generalizada.

¡Capitalismo salvaje! Y no voy a acudir al cómodo y manoseado expediente de echarle todas las culpas al Gobierno ¡Todos somos responsables, nuestros espíritus están invadidos por el mal que debemos combatir!

Aceptemos también, claro está, que hay mucha gente buena, consciente, solidaria, honesta, amable. Pero lamentablemente, no son esas virtudes las que definen más acentuadamente a esta sociedad, sino aquellas lacras propias del individualismo capitalista. Los buenos, hasta ahora, están perdiendo la batalla del amor.

Ante esta realidad, una pregunta cunde en las calles. Se la escucha en las esquinas, en las plazas, en los mercados, en los centros de trabajo, en los pasillos del hemiciclo y en los operativos donde se reúnen los constituyentes: ¿qué vamos a hacer?

Bien, en mis reflexiones un tanto febriles, seguramente condicionadas por la dura realidad, me planteo varias opciones, que voy a trasladar a los lectores, sin parcializarme absolutamente por ninguna de ellas, solo colocándolas en el tapete para lo mismo de siempre, promover el debate, que según concordamos el otro día en una conversa informal con David Paravisini, es lo mejor que ocurre en Venezuela, el debate social sobre todos los temas y en todos los ámbitos. Enumero tales opciones, sin ningún orden jerárquico:

Opción 1: "La toma del Palacio de Invierno". Radicalización absoluta de la Revolución. Nacionalizaciones, estatizaciones y expropiaciones generalizadas de los capitalistas, imposición de un Estado de Emergencia indefinido y de un gobierno popular autoritario, una dictadura del proletariado, que adelante medidas extraordinarias para controlar y disciplinar la sociedad. Ocupación, por parte del pueblo trabajador, de fábricas, almacenes, centrales de producción y distribución de servicios, militarización inevitable del país en estado de alerta roja revolucionaria, captura y reducción de todos los que se opongan al Gobierno revolucionario e implantación de un estado de guerra social en un salto cualitativo brusco de la Revolución. Asunción de todos los grandes riesgos y dificultades que se presentarían por un tiempo más o menos prolongado, e incremento del peligro de violencia interna y externa. Preparación general para la guerra y la violencia revolucionaria.

Opción 2: "Despacito". Radicalización relativa de la Revolución y desarrollo paulatino del plan económico, sin prisa pero sin pausa. Tal como dice la canción de Luis Fonsi y Daddy Yankee, "Me voy acercando y voy armando el plan". Mayor ejercicio de la autoridad del Estado, participación más activa y presencial de la Fuerza Armada en el control del bachaqueo, la especulación y el acaparamiento. Estado de Emergencia indefinido con medidas fuertes para incrementar la disciplina económica y social. Aplicación más incisiva de las leyes, con castigos ejemplares para los delitos económicos, fiscales, monetarios, de corrupción y de índole civil. Transformación del PSUV en un genuino partido de vanguardia social que dé prioridad a las necesidades cotidianas del pueblo, manteniéndose a su lado y compartiendo sus problemas del día a día. Profundización y aceleración inmediata del desarrollo auténtico de las formas de poder y producción social, carrera feroz contra el tiempo, bajo riesgo de descontento creciente que desemboque en implosión social.

Opción 3: "No importa si un gato es blanco o es negro". Se acepta y se asume el carácter capitalista de la economía y se emprende un camino para hacerlo más funcional en beneficio del pueblo, se promueven acuerdos más amplios y duraderos con el capital, incluidos el capital extranjero y el gran capital nacional, siempre bajo el papel rector del Estado. Se ralentiza la transición política al socialismo y se protege con nuevos métodos la economía social, apuntando a su desarrollo lento pero sostenible y permanente. Se mantiene el control político pero se negocia de manera relativa el poder económico. Se toma un camino parecido al de China y Vietnam para la recuperación económica, abriendo las puertas a grandes empresas y marcas extranjeras, y se retrocede en algunas metas de la transición al socialismo. Se incrementa el riesgo de dar paso a algunas políticas empresariales anti obreras y anti populares y al crecimiento del capitalismo en detrimento de algunos logros del pueblo trabajador, aunque se abre camino más firme a la producción nacional.

Opción 4: "Método Eudomar Santos". Como vaya viniendo, vamos viendo. Se toma decisiones según se vaya desarrollando el escenario, respondiendo a presiones y agresiones con medidas puntuales como aumentos salariales, distribución de bonos, programas de alimentación, experimentos productivos de diverso tipo, iniciativas cambiarias y monetarias, subsidios directos e indirectos, pero todo ello tratando de generar instrumentos de control del comercio capitalista hoy desatado y en dominio de la distribución y venta de bienes y servicios.

Opción 5: "Espacio para rellenar". Escriba aquí su propuesta o su opinión.

Por supuesto, cualquiera de estas opciones tendría que incluir la defensa férrea de la soberanía nacional y el mantenimiento de Venezuela en la vía de multilateralismo geopolítico y la lucha contra cualquier intención hegemónica en el mundo.

¿Alguien puede explicarme bien y a fondo cuál vía es la que se está aplicando ahora y en qué se parece, si se parece, a alguna de las opciones señaladas? Parafraseando al pana Roberto Hernández Montoya: es por un cerro de dudas que tengo. Que alguien me dé luces, por favor, si es que puede ¿Qué hacer?

 

 



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Néstor Francia


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