Quinto malo

Tirar flechas contra misiles imperialistas

Es la tarea. La llevamos en nuestros genes indígenas. Ellos sí sabían tirar flechas y lo hacían no para asesinar a sus pares, practicar actos terroristas ni genocidas. Nuestro ancestros tiraban flechas, con gran acierto, para alimentarse, para contribuir con el equilibrio de la naturaleza y para crecer culturalmente.

Más tarde, con el paso del conquistador por nuestra Abya Yala, «tirar flechas» se convertiría en un adjetivo práctico de inferioridad con el que se calificaría (o pretendería descalificar) a los vencidos.

Tirar flechas se convertiría en una expresión de lo errático, de lo torpe, de lo equívoco, de lo inferior y bruto… en fin, de lo indígena. Y así lo aceptaría sumiso el colonizado, el conquistado, hasta 500 años después, cuando ya hasta Guaicaipuro había dejado se ser nombre de rebeldía y fuera trastocado en ridícula denominación o epónimo de un premio de la farándula venezolana.

Cuando hoy nos referimos a la expresión «tirar flechas» lo hacemos, una vez más como un llamado de atención para revisar el lenguaje que utilizamos, hasta quienes nos hemos propuesto adelantar un proyecto de cambios radicales en la sociedad venezolana, como lo es la Revolución Bolivariana y Chavista.

No es posible que nuestros dirigentes sigan utilizando expresiones de la dominación, del coloniaje y del neocolonialismo, sin interponer ni un ápice de crítica o de autocrítica que exprese en las cosas más «pequeñas» y cotidianas nuestro propósito de cambiar culturalmente la realidad que hoy -y desde hace 500 años- padecemos en Nuesramérica.

«Tirar flechas» no puede ni debe seguir siendo un sinónimo de equívocos, de torpezas, de «brutalidad» de «inferioridades propias de los indios». Los indios, nuestros ancestros, nuestros pueblos originarios, no pueden ni deben ser utilizados con dejo xenofóbico ni vergüenza étnica.

Estamos en tiempos de Revolución y tirar flechas debe ser la expresión más digna, radical y rebelde contra la dominación prepotente de los misiles en manos del neoconquistador, en manos del neocolono, en manos de los terroristas que desde el Imperio siguen empeñados en doblegarnos bajo la hegemonía del pensamiento único, discriminador, reduccionista y ario.

La hora de la Revolución es la hora de la dignidad, de la soberanía, del descoloniaje, de la liberación definitiva. Debemos ser consecuentes con esto. Debemos ser consecuentes con la búsqueda de una reforma intelectual que abra paso a una nueva cosmovisión: la de las mujeres y hombres libres e iguales. Debemos ser consecuentes en la definición y defensa de nuevos valores, de una nueva moral, con principios socialistas.

La verdadera revolución, la auténtica libertad es aquella que se produce en la raíz, aquella que es radical y llega a nuestras fibras más íntimas, a nuestro pensamiento, a nuestra moralidad y nuestras ideas: «Más nos han doblegado por las ideas que por las armas», nos lo recuerda siempre Bolívar.



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Iván Padilla Bravo

Director del semanario cultural "Todos Adentro", medio adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. http://www.mincultura.gob.ve/

 ivanpadillabravo@gmail.com      @IvanPadillaB

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