Maduro y su “reduccionismo estúpido”

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que niños, adultos y ancianos, hombres y mujeres tengan que comer de la basura en cualquier esquina de una ciudad.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que las escuelas y liceos tengan altos niveles de ausencia tanto de estudiantes como de docentes, por eliminar de hecho el programa de alimentación escolar para los primeros, y pagar salarios miserables a los segundos.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que haya elevadas cifras de deserción estudiantil y laboral en las universidades, cuando nuestros jóvenes por causa de la crisis económica abandonan sus carreras, y los profesores se van a otros países buscando condiciones de trabajo que les garanticen vivir dignamente con sus familias porque en Venezuela, simplemente mueren de hambre.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que mueran niños o pacientes en los hospitales por ausencia de vacunas, medicamentos, diálisis o materiales médicos – quirúrgicos, o que los galenos, o el personal asistencial también abandone sus espacios de trabajo, porque un gobierno insensible hasta ordena a los tribunales que nieguen cualquier medida jurídica (incluso amparos) que busque restituir el derecho a la salud y la vida que constantemente se viola en los hospitales públicos.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que el salario mínimo apenas sea el equivalente a medio kilo de queso en el mejor de los casos, o en su defecto, que aunque parezca irónico, resulte más costoso ir a trabajar, porque es mayor la erogación que debe hacerse por traslado hasta los sitios en donde se cumplen labores, que lo que se va a percibir por cumplir un trabajo determinado.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que la principal industria del país, es decir, Petróleos de Venezuela (Pdvsa), haya precisamente reducido su producción durante sus cinco años de gobierno, desde bombear más de 3 millones de barriles por día, a tan sólo generar 1,4 millones de barriles diarios, lo cual ha originado no sólo la quiebra de la empresa, sino que igualmente la mayoría de su personal técnico y gerencial ha renunciado debido al pago de salarios miserables, y pésimas condiciones sociales con las cuales Pdvsa maltrata a sus trabajadores.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que la gran mayoría del transporte público haya colapsado, al punto que ahora los venezolanos se trasladan en las llamadas "perreras", en forma humillante y arriesgando su vida, o ver que en una parte de nuestra historia lo que era llamado el orgullo de los caraqueños, como el servicio del Metro, éste haya sido convertido en un antro y monumento a la desidia y el desastre social.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que las familias tengan que estar durante 24, 48, 72 o más horas sin electricidad con todas las consecuencias económicas y sociales que tal hecho genera sobre nuestra maltrecha producción, y de actividades educativas, sociales y comerciales. O es un reduccionismo estúpido que familias tengan que trancar las principales vías porque tienen meses sin que les llegue el servicio de agua, o no encuentren bombonas de gas.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que cualquier venezolano, en especial de los estados fronterizos tengan que invertir horas y horas de cola para abastecer su vehículo o medio de transporte de combustible, debido a que las mafias civiles y militares se llevan de contrabando la gasolina y el diesel, actuando con máxima impunidad y complicidad en semejante delito.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que tengamos una perversa hiperinflación de cinco cifras anuales que ha pulverizado el bolívar como signo monetario, en donde los precios de los escasos productos y servicios se duplican, triplican, cuadruplican o se quintuplican de un día para otro.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que no haya alimentos, ni medicinas, ni autopartes, y que todo el país este prácticamente paralizado en su actividad económica, con una máquina de empobrecimiento de millones de venezolanos donde la desesperación, tristeza y desesperanza se ha convertido en el oxigonio de un país, cuyas lágrimas brotan en familias enteras.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que tengamos la tasa más alta de asesinatos en América del Sur, y miles y miles de venezolanos tengan que ver perder a sus seres queridos por culpa de una delincuencia que se adueñó de calles y avenidas, pero que además planifican sus horrendos crímenes en compañía de los llamados colectivos armados, cuyos jerarcas de esas bandas, tienen el tupé de aparecer fotografiados con sendos abrazos y sonrisas al lado de ministros, alcaldes(as) y generales.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido que en su gobierno la corrupción haya alcanzado niveles de máximo saqueo al presupuesto nacional, y que en la misma medida mientras el pueblo sufre por muchas necesidades, los hijos y familiares de la cúpula madurista estudian y viven el exterior, hacen sus compras en islas de Caribe, viajan por el mundo cobrando viáticos en dólares, se desplazan en camionetas último modelo ensambladas en el imperio, o están residenciados en lujosas urbanizaciones del este de las ciudades del país, asistidos por muchos escoltas.

Para Maduro es un reduccionismo estúpido ver que ha hundido a toda Venezuela en la más completa miseria, pobreza y destrucción. O sea, que cada quien razone que significa ser un estúpido sin reducciones. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.

 



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Javier Antonio Vivas Santana

Más de 6 millones de lecturas en Aporrea. Autor de la Teoría de la Regeneración del Pensar. Dr. en Educación (UPEL). Maestría en Educación, mención Enseñanza del Castellano (UDO). Lcdo. en Educación en las menciones de Ciencias Sociales y Lengua (UNA). Profesor de pre y postgrado tiene diversas publicaciones y ponencias internacionales acreditadas y arbitradas por editoriales, universidades e instituciones de España, Rusia, Estados Unidos, Alemania, Francia, y naciones de América Latina.

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