Karl Marx: Doscientos años después

¡NINGÚN GOBIERNO ES OBRERISTA!

¡UNA SOLA CLASE, UNA SOLA LUCHA!

¡UN MUNDO SIN EXPLOTACIÓN ES NECESARIO!

Karl Marx, el más grande comunista de la humanidad, nació en la ciudad de Tréveris (Trier, en alemán) ribera del río Mosela en la Alemania prusiana, el 5 de mayo de 1818, en una familia de la pequeña burguesía profesional.

El tercero de nueve hermanos, cuatro varones y cinco hembras, fue en fortuna un hijo muy querido por sus padres y adorado por sus hermanos, cuya infancia estuvo llena de alegría y felicidad.

Sus estudios formales los inicia en el Gimnasio Federico Guillermo de Tréveris en el año de 1830, destacándose en historia y matemáticas. Para 1835 entra a cursar derecho en la Universidad renana de Boon, pero por decisión paterna terminará su grado en la Universidad de Berlín, aunque su tesis doctoral la presentará "in absentia" en la Universidad de Jena de la provincia de Turingia, al centro de Alemania; en 1841 recibe su doctorado.

A mediados de 1843, Marx se casó con Jenny von Westphalen. Tuvieron seis hijos, cuatro hembras y dos varones. Aún cuando los problemas económicos agobiaron siempre a la familia, los hijos disfrutaron al igual que sus padres de excepcional cariño y ternura.

Marx, desde muy joven asumió grandes tareas siempre vinculadas al pensar y al hacer político de su tiempo. A los 24 años de edad fue nombrado director del periódico Rheinische Zeitung, en la ciudad alemana de Colonia. En 1844 (Paris, Francia) coedita la revista Deutsch-franzosische Jahrbücher; para 1848 funda y es director en jefe editorial del periódico Neu Rheinische Zeitung en la ciudad alemana de Hamburgo y posteriormente fue director y editor del semanario Das Volk en Londres, Inglaterra.

Resultado de sus prolíficas investigaciones científicas, Marx publicó innumerables artículos para medios como Vorwärts (Paris, Francia); Deutsch Brüsseler-Zeitung, (Bruselas, Bélgica); Neue Oder-Zeitung (Breslau, Polonia); New York Daily Tribune (New York, Estados Unidos de América); The People´s Paper (Manchester, Inglaterra) y Der Sozial-Demokrat (Berlín, Alemania).

A la par de este inagotable trabajo intelectual, a veces simultáneamente, Marx desarrolla importantes tareas prácticas, algunas públicas y otras clandestinas; Es cofundador, del Comité Comunista de Correspondencias (Bruselas, Bélgica. Febrero de 1846); de La Liga Comunista (Londres, Inglaterra. Junio de 1847) de la cual presidió el Grupo y el Comité de Distrito de Bruselas; y de La Asociación de Obreros Alemanes de Bruselas (Bruselas, Bélgica. Agosto de 1847). Presidió el grupo de Bruselas y el comité de distrito de la Liga Comunista (Bruselas, Bélgica. Agosto de 1847). Fundó el Club de Obreros Alemanes al mismo tiempo que fue Presidente del Buro Central de la Liga Comunista (Paris, Francia. Marzo de 1848). Presidió la Comisión de Solidaridad para los Refugiados Políticos de Alemania de la Asociación Obrero Educativa (Londres, Inglaterra. Agosto de 1849). El 28 de septiembre de 1864 (Londres, Inglaterra) fue miembro de la Conferencia de Fundación de la Asociación Obrera Internacional y Secretario Corresponsal del Consejo General para Alemania (Septiembre de 1864) y luego también para Rusia (Marzo de 1870). Fue miembro de la Comisión de Refugiados que prestó apoyo a los comuneros sobrevivientes de la Comuna de París (Londres, Inglaterra. Abril-Mayo de 1971).

Marx estudió -entre otras ciencias- filosofía, física, química, historia, economía, matemáticas y ciencias naturales. De sus innumerables obras, hay tres que muestran el carácter y el compromiso que caracterizó su vida intelectual, LA IDEOLOGÍA ALEMANA; EL MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA; EL ANTI-DÚHRING y su más grande obra: EL CAPITAL, dirigida especialmente a la clase trabajadora.

El 2 de diciembre de 1881, Marx sufrió una irreparable pérdida, la vida de Jenny, su infatigable esposa expiró. Karl Marx -en palabras de Engels- entregado en su escritorio a trabajar por y para la clase obrera -como siempre- le brindó sus últimos esfuerzos el 14 de septiembre de 1883.

En su incansable trabajo de investigador, filósofo y militante comunista, Marx legó a la humanidad, descubrimientos como, la lucha de clases (motor de la historia); la plusvalía (base económica de la explotación del hombre por el hombre); y la liberación de la humanidad a través de la unión de los trabajadores del mundo (conformación de los proletarios en clase).

De los cuatro modos de producción que ha visto acontecer la sociedad: la comunidad primitiva, el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo, ha sido este último -el capitalismo- el más devastador y salvaje; el único que ha puesto a la especie humana en peligro de extinción y al planeta en serio desequilibrio.

Marx nos develó que el capitalismo, es un modo de producción cuya base fundamental es la explotación del trabajador por el capitalista; que el trabajo es un hecho social mediante el que los trabajadores producen bienes o servicios que satisfacen necesidades sociales; que trabajador es todo aquel que vive de su trabajo y capitalista es todo aquel que vive del trabajo de los trabajadores, explotándolos, apropiándose de la plusvalía, un valor que siendo generado por los trabajadores, no es remunerado por el capitalista.

Demostró que el capitalismo, cuyo único fin es la reproducción del capital, tiene en el afán de lucro la moral capitalista que genera el individualismo y la competencia, formas fundamentales de esta subcultura: el capitalismo todo lo que toca lo convierte en mercancía; en los últimos cien años ha ostentado el poder de manera absoluta, siendo por lo tanto el responsable de todos los daños que ha sufrido la humanidad y el planeta en general: destrucción de la sociedad (pobreza, desnutrición, analfabetismo, delincuencia, pandemias, guerras, exterminio, desempleo) y del ambiente (cambio climático, calentamiento global, reducción de la capa de ozono y de los casquetes polares, contaminación del aire, las aguas y la tierra, extinción de las especies).

Los hallazgos de Marx tienen plena vigencia. Los capitalistas no tienen propuesta ni ideológica, ni filosófica, ni política; no la necesitan puesto que todo lo imponen por la fuerza del poder que detentan sus armas de destrucción. Su discurso del afán de lucro y su consecuente panacea "la libre empresa" y "el libre mercado" se agotó hace mucho tiempo, es decir, la producción y el consumo como máxima expresión del egoísmo, lejos de resolver los grandes males heredados del feudalismo y que prometía resolver, ha creado nuevos problemas en distintos ámbitos, cada vez más complejos. La derrota del capitalismo en el campo del pensamiento es tal, que hasta en su sector más conservador se alzan voces en contra de las consecuencias que ha generado este perverso sistema, que llegan casi a plagiar el discurso proletario, tratando de confundir a la clase obrera, haciendo uso demagógico de unas tesis que no le son propias, que ni creen, ni comparten; llegando incluso a hacer suyo, en algunos casos el término comunista. Así hay gobiernos que se califican de comunistas, que en esencia representan el capitalismo más despótico y salvaje y partidos comunistas que promueven la libre empresa y el libre mercado.

La labor fundamental de la clase capitalista hoy día es limitar cada vez más el desarrollo de las enormes fuerzas productivas que crea el trabajo y es esta su mayor contradicción: aquello que le permite adaptarse lo va acercando cada vez más a su fin; ya que no puede dejar de reproducirse, intenta reducir la velocidad, pero no tiene como impedir su evolución final. Por tanto, ningún poder, gobierno o autoridad, es comunista, proletario u obrerista. El poder es un mecanismo de imposición, del uso de la fuerza, de una clase para oprimir a otra; el gobierno administra este poder y la autoridad lo ejerce. Hoy por hoy todo poder es capitalista, todo gobierno es capitalista, toda autoridad es capitalista.

Quienes detentan el poder, el gobierno y la autoridad, hacen uso de las necesidades de la clase trabajadora para mantener y preservar sus privilegios; prometen hasta lo imposible a los trabajadores con el fin de manipular sus necesidades, dividir sus fuerzas, dispersar sus esfuerzos, en una palabra neutralizar su movimiento.

La máxima forma de defensa del capitalismo y la demostración de su naturaleza inhuma y salvaje, es la guerra. Toda guerra es capitalista, todos los bandos que participan también lo son, siempre se hacen en función de los mercados, "el libre mercado" es tan libre como un misil. Para el capitalista, destruir fuerzas productivas le reporta doble ganancia en la guerra.

Marx, expone con sabia maestría que el comunismo, cuyo único fin es el ser humano, es la antítesis del capitalismo. El comunismo es un modo de producción cuya base fundamental será la realización de la humanidad por la humanidad, y será el inicio de la verdadera historia del hombre.

Nunca ha habido comunismo, en ningún tiempo, en ningún lugar. Quienes afirman lo contrario, lo hacen deliberadamente para tergiversar las tesis comunistas, endilgándole hechos que contradicen abiertamente los principios comunistas; y lo hacen simplemente porque no tienen como confrontar estas tesis, descalificándolas a través del engaño y la manipulación.

El comunismo sólo puede surgir en la plenitud del desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad; la moral comunista es la solidaridad y la preservación de la vida, la libertad del trabajo y la satisfacción plena de las necesidades de la humanidad.

El comunismo es un hecho colectivo y consciente que sólo puede ser impulsado por la clase trabajadora. Todas las acciones de los comunistas son el resultado de su convencimiento pleno. A los comunistas los dirige su conciencia. En el comunismo la sociedad será absolutamente libre, todos sus actos serán expresión de su conciencia, todo cuanto haga lo hará por la humanidad.

No es posible el comunismo en un sólo país. No se puede superar el capitalismo con liderazgos individuales. Los comunistas tenemos que construir liderazgos y organizaciones clasistas, de allí la necesidad del estudio de las teorías y experiencias generadas en las luchas de la clase trabajadora y de toda la teoría en general. Una clase llamada a erigir un nuevo modo de producción socioeconómico, no puede estar al margen del desarrollo del conocimiento, tiene que apropiarse de todas las herramientas disponibles para promover ese otro mundo, y debe hacerlo sabiendo que será mejor y verdaderamente humano.

El comunismo ya no es un fantasma recorriendo continentes; y a pesar de que se le ha acusado de todo y hasta gobiernan en su nombre, hoy en día son cada vez más los comunistas en todas las esferas del hacer y del pensar, que aún dispersos y desunidos, y aisladas sus acciones, han contribuido a alimentar la resistencia y el carácter rebelde de esta lucha; su entrega y su desprendimiento logran la adhesión y la comprensión hasta de los más escépticos y pesimistas.

Los comunistas son aquellos trabajadores, que conscientes de su responsabilidad histórica, dedican toda su vida a la lucha por el comunismo, esta lucha es su felicidad plena; todo lo que hacen es por y para su clase, que es lo mismo que decir por y para la humanidad: Los comunistas son militantes de la vida, de la unidad, de la alegría, de la esperanza y de la paz.

Para Marx, la clase trabajadora en su lucha construye todo, transforma todo. El andar de la humanidad hacía un modo de producción verdaderamente humano, se inició hace mucho tiempo ya, podría retrasarse o acelerarse su movimiento, pero es imposible detenerlo; la amenaza más peligrosa y reaccionaria que se cierne sobre las conquistas de la clase trabajadora la representan los oportunistas, que intentan sustituir el pensar y el sentir de los trabajadores; los oportunistas defienden realmente sus miserables intereses particulares, por eso juran, se comprometen y jamás cumplen, siempre traicionan.

Los trabajadores nunca han estado en el poder, ni en el gobierno, ni en el ejercicio de la autoridad; en ningún lugar y en ningún tiempo. Los trabajadores no pueden esperar nada de estos poderes, gobiernos o autoridades; sólo podrán realizar su misión a través de la lucha clasista y fraterna.

A lo largo de la historia lo único que ha dado resultado a los trabajadores es su lucha solidaria, todo lo demás es demagogia capitalista para neutralizar y dividir a la clase trabajadora. Los únicos que pueden producir cambios estructurales son los trabajadores, nadie más está convocado, nadie más tiene la fuerza ni la capacidad; son ellos los que generan bienes, servicios y conocimientos, es decir riqueza, y deben hacer uso del producto de su trabajo en esa lucha. Los trabajadores sólo pueden contar con ellos mismos: la clase trabajadora debe pensar, hacer y hablar como clase; su cabeza, sus manos y sus pies deben orientarse en la misma dirección.

La clase trabajadora no debe limitarse a organizaciones partidistas; toda ella es un partido, el de la humanidad, el de la vida. Los partidos que se autocalifican de proletarios, obreros, trabajadores, comunistas, socialistas, etc., y que aspiran el poder capitalista en sus distintas formas para administrar el capitalismo en sus distintas formas, sólo representan los intereses de los capitalistas que lo integran, que quedan en evidencia apenas se convierten en gobierno o autoridad.

La clase trabajadora es una sola, pero sus luchas están divididas por fronteras de mercados nacionalistas, regiones geográficas, áreas de trabajo, nivel ocupacional y profesional, edad, género, origen étnico, confesionalismos etc. La lucha de los trabajadores no puede seguir siendo meramente reivindicativa y enmarcada en un territorio específico, deben construirse propuestas universales que vayan más allá del hecho reivindicacional en todas partes, no como estrato social de un territorio determinado, sino como clase conformada en el mundo. La clase trabajadora debe hablar y hacer como clase mundial pero ha de hacerlo asumiendo el papel histórico que le corresponde, en nombre de la humanidad; hay que unificar la clase universalizando la lucha: la clase es una sola, la lucha también debe ser una sola.

Doscientos años después del nacimiento de Marx, surgen de sus enseñanzas, algunas propuestas para promover la unificación de la clase obrera universalizando la lucha de los trabajadores:

Los trabajadores sólo se han unido efectivamente cuando se han encontrado en la lucha, entonces sólo se puede unificar la clase universalizando su lucha.

Toda la sociedad se sustenta en el trabajo por tanto la discusión real de toda la realidad real sólo se puede dar en el trabajo, por los trabajadores; las formas de organización y lucha clasista deben surgir también en el seno del trabajo, como parte indisoluble de él.

Hasta ahora la organización de los trabajadores por excelencia es la Asamblea; que producto de las divisiones que hábilmente han introducido los capitalistas mediante su lumpen esquirol, no ha logrado desarrollarse como forma de organización, pero que aún así es la que le ha reportado más logros a la clase trabajadora; y su forma de lucha más importante -y que también requiere desarrollarse- es la Huelga, instrumento creado por los trabajadores, que es en sí misma un extraordinario resultado.

Ni la Asamblea ni la Huelga pueden verse como herramientas coyunturales, aisladas, sino más bien como eslabones que propenden a la unificación, universalizando las estrategias de la clase trabajadora que están en constante desarrollo; este desarrollo requiere que los trabajadores compartan y se apropien de toda la teoría que sus luchas han generado, y produzcan a su vez nuevas teorías, partiendo de su propia experiencia.

Ningún trabajo puede generar crisis; las crisis del capitalismo -cada vez más frecuentes- sólo afectan a los trabajadores.

Los trabajadores deben participar en todo cuanto puedan, y han de hacerlo siempre con un sentido clasista, develando las verdaderas posiciones y objetivos de los capitalistas.

En el capitalismo todo trabajo enferma. Las condiciones en las que se desarrolla el trabajo deben propender a la excelencia, con atención prioritaria a la salud del trabajador y de su grupo familiar. Todos los trabajadores son iguales, indistintamente del lugar donde realicen sus labores.

Haciendo uso al máximo de la investigación, la tecnología y la innovación, se debe desplazar el trabajo manual por uno que requiera el menor esfuerzo físico y preserve la conservación de la naturaleza y el medio ambiente.

Para la clase trabajadora es más importante el tiempo que el salario: una parte del día para trabajar, otra para estudiar y otra para descansar.

Los esclavos empezaron cuestionando la resignación que le imponían sus grilletes y terminaron aboliendo la esclavitud. Los siervos empezaron despertando de la ensoñación que subyugaba su trabajo y terminaron aboliendo la servidumbre. La clase obrera unida, deshaciendo la ilusión que encubre sus cadenas abolirá la explotación y liberándose a sí misma liberará la humanidad toda: Un mundo sin explotación es necesario, y todo lo que es necesario, es humano, es verdadero y es posible.

josanttzz.u@gmail.com



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