Lluvia de tinta

Alaridos de niñas saben a piña

En los aciagos días de la guarimba fascista, cuando los terroristas andaban danzando con la muerte quemando a hermanos vivos, cuando ese reducido grupo de asesinos amedrentaron a considerable parte de las familias venezolanas, Luisa Ortega Díaz, estaba silente. El Ministerio Público no existía. Nadie opinaba, nadie decía nada. Y sólo actuaban para defender a ese grupo violento iracundo y protervo que se lanzó a las calles a subvertir la tranquilidad ciudadana, la paz social.

Ahora esta Señora, que vergüenza le debería dar por sus hechos mafiosos junto a su esposo, osa opinar sobre algunos hechos de profundización de la democracia que al calor de los días se están madurando en Venezuela. Aún con el rostro manchado por los sobornos y delitos cometidos en su triste gestión en la Fiscalía, LOD considera que su voz pudiese tener eco en algún venezolano. Al parecer no escuchó el sonoro grito del pasado 30 de julio, ni escucha las voces del pueblo en una trabajadora y honesta Asamblea Nacional Constituyente, ni percibe los resultados diarios de una nueva Fiscalía del Ministerio Público que no cesa de trabajar para adecentar una institución que debe ser paradigma social de transparencia y pureza para poder adelantar en la construcción de un estado social de justicia y de derecho.

La septuagenaria nunca fue revolucionaria. Estaba disfrazada mientras en su intimidad construía su imperio, su propio imperio, su particular imperio de las vanidades que siempre amó y que hoy, al verse desnuda, se defiende atacando, pegando cuatro alaridos de niña, de niña malcriada, sosos, que nadie oye, que nadie escucha y que ya ni la canalla mediática ni los enfermos opositores de las redes rebotan porque ella se difumina a pasos agigantados, avizorando su rauda desaparición de la esfera política nacional.

Otro que anda pegando gritos es el arrogante del Trump. Cada día amenaza con nuevas formas de joderle la vida a los venezolanos, mientras los apátridas ardientemente le aplauden sus berrinches. Amenazas van amenazas vienen. Da terror imaginarse como amanecerá de amenazador el 16 de octubre. Apenas estas son el comienzo de tantas amenazas imperiales…, lo que significa que el camino es el correcto.



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Santana Jerez Uzcátegui


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