"Los crímenes del odio"

Entrecomillamos el título porque lo hemos estado viendo en la red en la presentación de innumerables notas, artículos, análisis científicos, comentarios, libros, etcétera, etcétera, por lo que lejos está en nuestro interés acreditárnoslo, debiendo aclarar que no logramos precisar quién o quienes lo introdujeron inicialmente, lo que -quizás- ya esté claro para muchos y si es así, agradeceríamos que nos los hicieran saber…

Nuestro interés, en todo caso, es utilizarlo para presentar, en apretada síntesis, un conjunto de testimonios, confesiones judiciales, incitaciones públicas, órdenes, mandatos, etcétera, etcétera, de represores, de medios de comunicación del partido y de la SS, así como de altas jerarquías del régimen nazi, responsables de crímenes de toda índole por razones de clase, de raza, y que, desde nuestra óptica, no tienen otra explicación u otra exégesis en sus causas u orígenes en un modo demasiado paradójico de interpretar la política de una manera muy perversa para imponer, bajo el mayor engaño, un régimen de opresión implacable que tenga como objetivos altamente prioritarios, excluir a unos para privilegiar a otros, es decir, asirse de la "política" para imponer modelos segregacionistas que tienen su praxis inmodificable en confinar o encarcelar a todo aquel que los adversa, para torturarlos y luego exterminarlos, como única garantía de su "éxito", como sucedió durante los años 30 y 40 del pasado siglo XX en casi toda Europa y que se llamó nazismo, acerca del cual abunda la bibliografía y casi toda de muy fácil y cómodo acceso a través de la red Internet, por lo que resulta innecesario que nos extendamos sobre su naturaleza, su esencia y cuáles fueron sus reales fines…

Instalado ya el régimen nazi en el poder el 30 enero de 1933, de la fase de la discriminación que los seguidores de Hitler le hacían a los judíos desde muchos meses antes de ser gobierno, insultándolos de mil modos, haciéndoles responsables de la derrota alemana en la primera guerra mundial, de la recesión y del atroz desempleo que registraba el país, de inmediato pasaron a la fase de su exclusión de todo tipo de actividad social y económica, imponiéndoles un boicot de casi una semana a sus propiedades, sin compasión alguna, "desde tiendas de comestibles y zapaterías hasta consultas médicas y bufetes de abogados" y no solamente efectivos militares y policiales del nuevo Estado, sino activistas del nacionalsocialismo, se apostaban en las entradas de los comercios y casas (previamente marcadas) e impidieron el acceso a las mismas con abundantes muestras de violencia física e intimidación" , de manera de garantizar el total éxito del plan de causarles el mayor daño a los judíos en sus actividades económicas.

A partir de allí se inicia el progresivo "gran proyecto" de aislar a los judíos; una buena parte deportándoles hacia sectores cerrados o lo que se conocieron como los guetos urbanos y hacia nuevos campos de concentración construidos para ese exclusivo fin y es luego de la llamada "Noche de los Cristales Rotos" (1938), durante la cual y por espacio de dos días y por todo el territorio alemán, se provocó una terrorífica devastación muy bien planificada por el alto mando militar alemán y llevada a cabo por sus efectivos, incluyendo ciudadanos del común que se ofrecían como voluntarios, que dio como resultado que "un centenar de judíos fueron brutalmente asesinados, miles apaleados y maltratados, decenas de sinagogas fueron incendiadas y demolidas, al menos ocho mil tiendas y negocios pertenecientes a judíos fueron destruidos, incontables casas y pisos particulares fueron devastados y unos 30.000 judíos fueron arrestados y enviados a campos de concentración (en Dachau, Buchenwald y Sachsenhausen)".

Vale agregar que al día siguiente de concluida tan siniestra jornada, el diario oficial del partido nazi, Voelkischer Beobachter, publicaba en su nota editorial de primera página: "Los judíos deben saber con certeza que la amargura del pueblo alemán contra su conducta de ningún modo queda apaciguada por los cristales rotos de las ventanas o las ruinas humeantes de las sinagogas", de donde queda demasiado claro que el destino del pueblo judío ya estaba decidido y que no era otro que su extermino. Tanto es así que el propio Goering dijo luego de ese espantoso "progromo" (Saqueo y matanza de gente indefensa, llevados a cabo por una multitud), en una sesión del alto gobierno alemán: "Hubiera preferido que matarais a doscientos judíos sin destruir unos bienes tan valiosos".

Pero sigamos viendo lo que hemos ofrecido, la palabra de los propios actores de la dramática realidad del nazismo criminal en acción:

El 24 de noviembre de 1938, a 14 días de la pavorosa noche de Kristallnacht, el diario oficial de la Gestapo (Das Schwarze), en su editorial declaró (extractos): "Es preciso expulsar a los judíos de nuestros distritos (..), confinarlos en lugares donde (..) tengan tan poco contacto con los alemanes (..) Separados de ese modo, estos parásitos se verán (..) reducidos a la pobreza (..) Sin embargo, que nadie se imagine que nos quedaremos cruzados de brazos (..) Esos centenares de millares de judíos empobrecidos serían, un semillero de bolcheviques y una colección de elementos infrahumanos políticamente criminales (..) En semejante situación, nos veríamos enfrentados a la cruda necesidad de exterminar al inframundo judío de la misma manera que, bajo nuestro gobierno de ley y orden, estamos acostumbrados a exterminar a cualesquiera otros criminales, es decir, por medio del fuego y la espada. El resultado sería el fin definitivo de los judíos de Alemania, su aniquilación definitiva."

El General Hans Frank, designado Gobernador General de la Polonia a dos meses de la invasión alemana, dirigiéndose a sus colaboradores, les advertía el 25 de noviembre de 1939: "No perderemos mucho tiempo con los judíos. Es una fortuna que por fin podamos ajustar cuentas con la raza judía. Cuantos más mueran mejor (..) Los judíos deben sentir que hemos llegado (..) Aplastaremos a estos judíos donde quiera que podamos. Todo está en juego (..) No hay lugar para los judíos en el Reich."

Tres semanas después, el 10 de diciembre el Administrador Civil de la ciudad de Lodz (Polonia), Friedrich Übelhör, en circular para el resto de las autoridades locales, les explicaba: "Naturalmente la creación del gueto es sólo una medida interina. Me reservo tomar en su momento la decisión sobre cuándo y cómo gueto y, por tanto, la ciudad de Lodz, serán limpiados de judíos. En cualquier caso, el objetivo final deberá ser la extinción completa de esta peste bubónica."

La prensa alemana del régimen, de manera general, dedicaba sus ediciones sin pausa alguna a incitar el odio hacia el judío, como dice el historiador D. J. Goldhagen, a través de "metáforas biológicas" del tenor siguiente: "No debemos tolerar las bacterias, los parásitos y la peste. La Limpieza y la higiene nos obligan a hacerlos inofensivos exterminándolos…"

Esto que sigue afirmaron, sin un dejo de amargura y menos aún de arrepentimiento, represores varios que fueron detenidos luego de las victorias aliadas en los primeros meses de 1945 y/o de aquellos interrogados por los fiscales que fueron designados una vez que quedó instalado el Tribunal Internacional de Nüremberg:

"Que yo sepa, los fusilamientos (a los judíos) eran siempre voluntarios (..) No recuerdo un solo caso en que un policía hubiera que ordenarle una ejecución..."

"Debo admitir que sentíamos cierta alegría cuando cogíamos a un judío al que uno podía matar..."

"No reconocíamos que el judío fuese un ser humano (..) estaba convencido (que) los judíos no eran inocentes sino culpables (..)

Los judíos "eran criminales e infrahumanos y habían causado la decadencia de Alemania."

Este tipo de declaraciones, en su mayoría fueron espontáneas, es decir que no se ejerció sobre los detenidos presión alguna y se los dejó hablar de todo cuanto quisieron, libremente, en tanto daban respuestas a las preguntas muy concretas que les hacían los fiscales y tanto lo fue que leamos esta otra declaración o lo que es realmente la muy clara admisión de un doctor en medicina del delito que cometió, de haber sido parte del equipo de científicos que utilizaban a los judíos como se usa una rata en los laboratorios: "Por supuesto, soy un doctor y mi deseo es preservar la vida. Por respeto a la vida humana, sería capaz de extirpar un apéndice gangrenoso de un cuerpo enfermo. Los judíos son el apéndice gangrenoso del cuerpo de la humanidad."

Hay demasiado material documental muy similar; tarea muy difícil intentar resumirlo en tres cuartillas y menos hacer una selección a partir de lo más oprobioso, de lo más degradante, de lo más horroroso, porque todo cuando ha sido referenciado sobre lo que sucedió durante ese período de década y media del nefasto nazismo y el fascismo en Europa para el exterminio de los judíos y de los comunistas o bolcheviques como más acostumbraban llamarlos, fue de lo peor; allí reinó de forma bestial el odio criminal permanente, sin límite alguno, pero no queremos concluir sin dejar este testimonio que nos demuestra hasta donde ese odio transformó la psiquis de una sociedad, la cual era considerada -para entonces- como la más avanzada en todos los órdenes de la vida cultural y científica de no solamente la vieja Europa, sino del mundo todo, la alemana:

El cabo de nombre Heinz, joven de apenas 27 años le escribe a su hermana sin remordimiento alguno y más bien dejando muy en claro su satisfacción por la tarea que ha venido cumpliendo como soldado al servicio de Hitler, en mayo de 1942, lo siguiente:

"Vamos a vencer, y tenemos que vencer; si no, tendremos problemas. La Canalla judía mundial se vengaría salvajemente de nuestro pueblo, ya que aquí han sido ejecutados cientos de miles de judíos, para dar al mundo al fin paz y tranquilidad. Un poco antes de llegar a la ciudad donde estamos hay dos fosas comunes masivas. En una yacen 20.000 judíos y en la otra otros 40.000 rusos. Al principio eso impresiona; pero cuando se piensa en la gran idea, entonces debe creer uno mismo que era necesario. En todo caso, las SS han hecho un gran trabajo y hay mucho que agradecerles…"

Y cerramos con esta reflexión.

Nuestro país vive y padece una violencia desatada, que ya se ha desbordado a niveles de lo que no es otra cosa que una terrible tragedia, cuando vemos el asesinato de venezolanos con la mayor saña y perversión, mediante el uso de prácticas atroces, como es el de prenderles fuego o descuartizarlos o degollarlos o dispararles a quemarropa o apuñalearlos, y que ello no prenda la alarma en sectores de la sociedad que tienen la obligación moral, no sólo de proteger la dignidad humana, sino cuidar la vida, a todo evento, como sucede con la Conferencia Episcopal de Venezuela, de cuyo seno no hemos escuchado ni una sola palabra condenando tales prácticas…

Las evidencias fílmicas que nos muestran los escenarios donde se producen esos asesinatos son, por cierto, abundantes y en todas ellas vemos, además, con total nitidez, que esos bárbaros asesinatos ocurren en medio de una violencia inenarrable por lo cruenta, además de que tales escenarios se montan con el único objetivo estratégico de generar el terror necesario para derrocar el gobierno legítimo del país y que, bajo un discurso para nada confuso, así lo expresan en voz muy alta, sus organizadores...!!!

Ese silencio episcopal venezolano no es en absoluto distinto al que mantuvo la Iglesia Católica durante el régimen nazi, mientras cientos de miles de seres humanos, como judíos de cualquier tendencia política, comunistas o bolcheviques, gitanos, seguidores de los Testigos de Jehová y entre otros, personas con alguna discapacidad, fueron salvajemente asesinados, sobre el cual la bibliografía que se ha escrito sobre el tema es muy abundante y que no deja lugar a dudas de que, efectivamente, el papel del Vaticano en ese holocausto se equipara al que asumió Poncio Pilatos cuando se lavó las manos y dejó que la muchedumbre enardecida, ganada por el odio, torturaran y asesinaran de forma bárbara a Jesús en la Cruz...

La propia Iglesia, a partir de Benedicto XVI, pidió perdón por el papel que desempeñaron algunas figuras de su Iglesia en esa época siniestra del nazismo, perdón ese que, por cierto, fue recibido con demasiado recelo en amplios sectores de la comunidad mundial, pues en el mismo se intenta exculpar a quien se le ha señalado de haber sido el mayor responsable de la conducta de la Iglesia, el Papa Pío XII, frente a lo que fue, sin duda, uno de los mayores crímenes de la historia de la humanidad…

Nunca es tarde para salirse de esa pasividad cómplice frente a estas acciones de tanta violencia que han enlutado ya a decenas de familias de la Patria; muy grave sería que optáramos por enterrar como el avestruz la cabeza en la tierra y nos dejáramos secuestrar por las emociones y terminemos atrapados de la mano de los mil diablos...

Bibliografía consultada:

-"La Semilla de la Barbarie" de Enrique Moradiellos, del Grupo Editorial 62, Madrid, España 2009;

-"La Iglesia Católica y el Holocausto" del sociólogo e investigador estadounidense Daniel Johnah Goldhagen;

-"Imperios de muerte", del historiador español, José M. Núñez Sixas, Alianza Editorial, 2007;

-"Nazism 1919-1945" (Volumen 3) de Jeremy Noakes|G. Pridham (Agosto/2000), citado en el libro de Moradiellos "La Semilla de la Barbarie";

-"Auschwitz: los nazis y la solución final" (2005); "Una guerra de exterminio" (2006) y "Los verdugos y las víctimas", ambos del historiador británico por la Universidad de Oxford, Laurence Rees y,

-"Los verdugos voluntarios de Hitler", de D.J. Goldhagen, Edición Tauros 1996



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Iván Oliver Rugeles


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