En defensa de la Revolución Bolivariana

Salud camaradas de América Latina y el mundo!

A poco de publicar la edición de marzo de América XXI, entiendo necesario utilizar este medio para adelantar mi opinión sobre la coyuntura inmediata en Venezuela.

Hechos de diferente naturaleza llevan a pensar que la contrarrevolución se apresta a dar un zarpazo. No los enumeraré, en tributo a la brevedad.

Lo central es que tras la derrota electoral del 6 de diciembre y la ofensiva golpista de la nueva Asamblea Nacional, el gobierno del presidente Nicolás Maduro, el Psuv y una cantidad de organizaciones sociales, han lanzado un contraataque frontal ya desplegado en todas las áreas, en todo el país.

Precisamente por esta razón, la derecha ha acelerado sus planes. Saben que si permiten el desenvolvimiento de esta fuerza de masas conscientes y resueltas, están perdidos. Por eso han puesto en marcha una operación internacional para demoler la imagen de Maduro y convencer al mundo de que su gobierno está a punto de caer.

La Revolución Bolivariana arrastra falencias e incongruencias desde hace mucho. Estas provienen, ante todo, de dos factores principales: el subdesarrollo estructural de la configuración económico-social que Chávez encontró en 1999 y el momento histórico en el que dio inicio este inesperado y portentoso Renacimiento del Socialismo.

Esto último es tal vez lo más grave: en todo el mundo las clases sociales objetivamente necesitadas de la abolición del capitalismo, no lo asumen subjetivamente. Y esto se traduce no sólo en la inexistencia o debilidad extrema de organizaciones que encarnen la unidad social y política de las grandes mayorías, sino también, y muy marcadamente, en la debilidad teórico-práctica de quienes debiéramos ser la vanguardia de la revolución.

Directa e indirectamente esto encarna en Venezuela y de allí devienen errores, desviaciones, corrupción y hoy, bajo fuego graneado del enemigo, desmoralización de sectores aliados que vacilan y sienten impotencia ante la escalada enemiga, la irresolución de problemas y la evidencia de conductas contrarias a la Revolución de no pocos que se visten de rojo.

Nunca es fácil llevar a buen puerto una Revolución verdadera. Pero en este cuadro internacional, es infinitamente difícil.

Me dirijo hoy a ustedes para asegurarles que, en mi opinión, el compañero Maduro está dando todo de sí para cumplir con el legado de Chávez. Y lo está haciendo más que bien. Pocos conocen la magnitud de los conflictos que afronta y la fuerza colosal de la contrarrevolución que lo acosa. Lo mismo vale para la mayoría de los cuadros principales que lo acompañan. Hay en Venezuela una vanguardia militante con enormes valores y potencialidades, aun cuando pese a los esfuerzos de Chávez y tantos otros nunca se pudo poner en marcha una escuela para formarlos en la teoría científica de la revolución.

La escalada contra la figura de Maduro, las alegaciones de supuesta incapacidad, no tienen fundamento. En la derecha expresan odio de clase: no pueden soportar que un hombre de origen proletario sepa conducir mejor que ellos, diplomados en Universidades tan costosas como destructoras de cualquier inteligencia. En ciertas franjas de izquierda reflejan aquella aniquilación teórico-política a que antes hice referencia, con raíces en el proceso que llevó a la caída de la Unión Soviética y la disgregación de las fuerzas anticapitalistas en el mundo.

Esto no niega errores y desviaciones. Mucho menos el derecho revolucionario a señalarlos y combatirlos.

Defender la Revolución es también saber criticarla. Pero entiéndase bien: saber criticar requiere un prolongado y sistemático esfuerzo de estudio y militancia. Hay una diferencia abismal entre ser crítico o quejoso. Y la distancia es mayor aún entre quien es capaz de criticar un hecho puntual y quien tiene la capacidad de ver el conjunto enmarcado en la realidad mundial y en su devenir histórico. No alcanza con tener un impulso y poder plasmarlo en un artículo. No hay acción revolucionaria sin teoría revolucionaria. En cambio, hay demasiado a menudo acción contrarrevolucionaria por desconocer la teoría. Y esto vale para tirios y troyanos; en Venezuela y en cualquier otro país.

Urge acompañar al pueblo venezolano y su dirección político-militar en la defensa de la Revolución. Estar alerta y promover desde lo más pequeño hasta lo más osado para difundir la verdad de Venezuela y exponer la guerra que en todos los terrenos se despliega contra esta avanzada anticapitalista.



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Luis Bilbao

Escritor. Director de la revista América XXI

 luisbilbao@fibertel.com.ar      @BilbaoL

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