Revolución bolivariana, elecciones del 6D y unidad cívico militar

Una revolución, cualquier revolución, se desarrolla, sí y solo sí y permanentemente, está consciente de la obligatoriedad del diálogo dialéctico con sus propias contradicciones in crescendo y en perfectibilidad obligantes; es decir, ello significa, sencillamente, la crítica y la auto-crítica, bien como lo exponía Hugo Rafael Chávez Frías cuando propuso e impuso la necesidad de la aplicación de las "3-R", política en objetividad teórica que pareciera que la hemos tirado al "pipote de la basura", es decir, elegantemente, se la ha rechazado ya que aquello que se oye pero que no se escucha no tiene futuro. Pero ¿Por qué no tiene futuro? Sencillo, el aburguesamiento de los componentes sociales pro-adscrito-a-la-Revolución-Bolivariana y chavista, simplemente, se han "dolarizado mayameramente" como conocemos de exquisitos viajes acá y acuyá a lugares de los imperios con desparpajo revolucionario.

Es históricamente demostrable que se han expresado dos formas de desarrollar e imponer un proceso revolucionario: el estilo estalinista y el modelo chavista. El primero cual ha sido copiado por procesos revolucionarios fuera de las fronteras de Rusia impuso, en consecuencia, el modelo del "socialismo real" cual, en su propio desarrollo en contradicción dialéctica, se ha visto obligado a permitir el desarrollo de la estructura económica en relación con el diálogo permanente con la super-estructura. Lo estamos conociendo, independientemente de los tiempos de su desarrollo, primeramente, en China, posteriormente, en Rusia, Vietnam y en los actuales tiempos en nuestra querida revolución cubana cual, interesantemente, en fecha muy reciente, realizó una feria comercial internacional buscando inversiones extranjeras con importantes presencias de inversores estadounidenses, españoles y alemanes, fundamentalmente, conociéndose, curiosamente, el particular interés de los estadounidenses en inversiones en el campo agrícola cubano.

El segundo modelo, el modelo chavista revolucionario, es una experiencia única y, aún se nos critique, profundamente diferente a la experiencia que desarrollara don Salvador Allende en Chile sin que neguemos las trágicas enseñanzas que ella nos deparó, desgraciadamente, pero los tiempos históricos fueron diametralmente diferentes y las bases en las cuales se han sustentado ambas realidades son también e incluso asimétricas independientemente de su carácter profundamente democrático incluso dentro del juego representativo y significativo que proponen, permanente y tajantemente, los ductores y conductores internacionales e ideológicos de la "Democracia Representativa".

Es cierto que el "4 de febrero" es la "puerta de entrada" a una etapa real pero diferente a los procesos revolucionarios que se habían venido desarrollando en las realidades históricas en Venezuela desde aquella "generación del 28", como siempre hemos sostenido. Ese proceso histórico desde aquella expresión estudiantil del 28 hasta la realidad del "27 de febrero" estuvo marcada por expresiones reales de huelgas, manifestaciones, lucha armada, "democracia en la calle", presencias de partidos de izquierda reformistas, luchas parlamentarias, negociaciones, etc. Todo ese espacio revolucionario significó el rescate fundamental de la necesaria presencia militar en el proceso nacional-revolucionario de carácter social que se conjugó en el arriba mencionado "4 de febrero". En alguno anterior hemos comentado, quizás, tangencialmente, sobre nuestra muy seria conversa en Beijing (R.P.China) con quien en ese momento era ex-Presidente pero político activo, don Rafael Caldera Rodríguez, conversación sobre la cual debemos repetir y reiterar visto los escenarios actuales en profunda crisis revolucionaria.

Aquella conversación se realizaría en camino hacia la visita de alguna actividad programada por el Partido Comunista Chino en Beijing inmediatamente después y a continuación de la visita, también, oficial que realizara Caldera Rodríguez a la isla china de Taiwan entrando por la entonces colonia británica de Hongkong para pasar a la zona económica especial de Shenzhen días antes de la visita que realizara en aquel mes de febrero (1992) Deng Xiaoping cuando "relanzó la política de reforma y apertura" años después a aquellos sucesos de la plaza de Tian Anmen.

Eran los primeros días del mes de enero de aquel año revolucionario y significativo para la Patria, Venezuela, de 1992.

Por cualquier razón le expresamos inquietudes sobre el proceso político que se venía desarrollando en Venezuela cuando el ex-Presidente, Carlos Andrés Pérez (CAP), se disponía a viajar a Davos (Suiza). Fue claro y transparente el doctor Caldera Rodríguez sobre "lo inevitable", sobre la conjunción civil y militar ante las realidades objetivas que se iban imponiendo en el gobierno de CAP sobre la sociedad criolla en detrimento de los sectores populares, era un escenario que se venía agravando, día a día, sobre la sociedad venezolana como un todo social, era el "inconsciente colectivo" histórico del caudillismo, eran espacios para el "pase de factura" de pretéritos actores octubristas, era una situación "cul de sac" en la cual se encontraba la Patria, Venezuela, era, en última instancia, la conjunción del conjunto cívico-militar que tendría que actuar, inevitablemente, era la necesidad de rescatar el "pensamiento de don Simón Bolívar", era "un" quizás "el" necesario "paso adelante" en la Historia de Venezuela.

¿Nos preocupó aquella conversación en sus contenidos? Para nada, ya lo habíamos conversado previamente en Caracas con algún importante líder político venezolano; sería la expresión inevitable y necesaria hacia una salida hacia la "nacionalidad y la Patria". Aquella otra conversa con aquel líder en los jardines de la actual Asamblea Nacional se sustentaría, fundamentalmente, en la pérdida de la dignidad del pueblo venezolano. Aquella conversación nos demostró que los políticos de la 4ta. República estaban más preocupados por mantener sus prebendas y beneficios que bajaban del Poder de Miraflores que del resurgir de la Patria en sus destinos históricos ante las realidades y respetos de todos los vecinos y con aquella idea nos fuimos, de nuevo, a Beijing a cumplir con nuestras responsabilidades de Estado. Por ello nuestra conversación con Rafael Caldera Rodríguez para nada nos extrañó. Eran días previos a la expresión digna y patriótica de un grupo de aguerridos militares y algunos civiles, es decir, una unidad cívico-militar algo chucuta pero unidad del "4 de febrero".

Hemos cometido graves errores que han sido expuestos públicamente por gente muy seria. Esos errores han sido, en algunas ocasiones, evitables, en otras oportunidades inevitables y es por ello que debemos en objetividad revolucionaria entrar en el análisis descarnado y objetivo del porqué de esas situaciones consideradas de extremadamente como muy graves. Preguntamos: ¿Por qué le vamos a tener miedo de agarrar el toro por los cachos si estamos inmersos en un proceso revolucionario? ¿Será que aún no comprendemos, quizás, por aburguesamiento, que no deseamos aceptar que estamos en un proceso revolucionario más allá de los continuos clichés manidos y fastidiosos que el pueblo revolucionario ya no se traga? La cruel realidad contra-revolucionaria nos está tocando la puerta para "echarnos a patadas", al "abismo del olvido" como nos conversara una amistad de derechas.

¿Triunfará la Revolución Bolivariana y chavista en las elecciones legislativas del próximo día 6 de diciembre del año en curso, 2015? ¿Qué significa, entonces, la "unidad cívico-militar" en las actuales realidades de profunda crisis de la Revolución impulsada por Hugo Rafael Chávez Frías? Vamos más allá en nuestras inquietudes cuando nos preguntamos sí el contenido fundamental del "ideario chavista" en su sustento histórico-objetivo en el "pensamiento de don Simón Bolívar", es decir, en última instancia, en tener que esperar otros 200 años para que pueda surgir "otro Chávez" para que la Patria, Venezuela, vuelva a recuperar la dignidad histórica junto a sus objetivas e históricas responsabilidades inclusive allende sus propias fronteras históricas.

Nos consideramos que la "unidad cívico-militar" aún no es comprendida por factores políticos tanto de izquierda mucho menos en el mundo de las derechas. Una expresión histórica de la "unidad cívico-militar" fue la expresión social que se manifestara cuasi inmediatamente después del "Golpe del 11 de Abril" cuando el "poder popular", militares nacionalistas y bolivarianos y militares y sociedad revolucionaria de izquierda se expresaron radicalmente contra un engendro de "golpe de estado" que tendría que obligar a factores militares conscientes a tener que actuar contra una real "banda fascista" que actuara violentamente al tiempo de manifestar su profundo irrespeto adeco por las fuerzas armadas venezolanas. Aquellos momentos en Fuerte Tiuna enseñaron a la actual FANB el real carácter contra-nacionalista de sectores civiles que adscribían las tesis de Washington de transformar a los "herederos de Bolívar" en "policías de punto" para el combate contra el tráfico de estupefacientes.

Las próximas elecciones legislativas las ganará el pueblo, el "poder popular", independientemente de escenarios y actitudes de factores contra-revolucionarios y seudo-revolucionarios aburguesados porque el pueblo ha interiorizado a Chávez, a sus palabras, a sus enseñanzas, a sus cantos, a su ser llanero, a su bolivarianismo, a su pertenencia a "lo militar histórico y presente", ese pueblo conoce a sus líderes, conoce a aquellos quienes desde la próxima Asamblea Nacional, desde las Comisiones Legislativas, tendrán que "ser verdaderos revolucionarios", será una Asamblea realmente Popular, Participativa, Revolucionaria, Bolivariana y Chavista con el sólido apoya constitucional de la FANB.



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Miguel Ángel Del Pozo


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