Lo que pasa es que la banda esta borracha

El Presidente de la República, Nicolás Maduro, en el marco de la celebración de un acto con los trabajadores petroleros en el estado Anzoátegui, anunció la creación de una comisión científica y tecnológica para sustituir las importaciones. "…el patrimonio de conocimiento en nuestras industrias de punta se pierde de vista…", manifestó emocionado el primer mandatario, para agregar luego que de "…lo que se trata es de integrar; de crear un modelo de planificación y pasar inmediatamente a victorias tempranas demostrando cómo podemos sustituir tempranamente cosas que podemos hacer acá…". Hasta aquí las cosas resultan inmejorables. Porque nos cuesta creer que hayamos venezolanos que estemos en desacuerdo con que produzcamos aquí en Venezuela buena parte de las cosas que ahora importamos. Pero una semilla no puede vivir la vida de un árbol Presidente. Se lo decimos porque todos sus anuncios y los aplausos que arrancaron a los trabajadores que le acompañaron en aquel colorido acto, se ahogaron con las declaraciones del sempiterno e impresentable Ministro del Poder Popular para la Alimentación y Vicepresidente de Seguridad, Soberanía Agroalimentaria y Abastecimiento, Carlos Osorio, quien a través de un pase en vivo que realizara Venezolana de Televisión, nos dijera a todos los habitantes de esta tierra de gracia que "…en Venezuela hay materia prima para garantizar el procesamiento de alimentos hasta mediados de octubre…", indicando al mismo tiempo que "…desde ya el gobierno nacional realiza ciclos logísticos, convenios internacionales, compras y obtención de productos importados para garantizar el procesamiento y la obtención de alimentos en el país." ¿Y entonces que es lo que pasa? ....lo que pasa es que la banda está borracha, está borracha, está borracha, como dice la canción. Y uno entiende que no podemos salir ahorita a plantar una mata de café para tomarnos un negrito mañana por la mañana. Y no por mala fe uno puede asegurar que es imposible soltar al amanecer un becerro en el potrero donde pasta, con la esperanza que vuelva al final de la tarde convertido en un novillo apto para el matadero que surte al carnicero donde compramos la carne y que por ello haya que importarlo. Pero es que este cuento de la sustitución de importaciones donde debe poner especial acento es precisamente en el tema alimentario, donde varios altos funcionarios del gobierno del fallecido Presidente Chávez y del mismo que usted preside, tienen una responsabilidad insoslayable. Porque ya no se trata de que esperemos a que nuestras PYME´S, se comiencen a adecuar para producir válvulas, mangueras, químicos o cualquier otra cosa que necesite nuestra industria petrolera. Se trata de lo que vamos a comer hoy y mañana y pasado mañana Presidente. Se trata de que seamos capaces de reconocer que en materia agroalimentaria nuestro fracaso ha sido monumental, en el intento de creer que quitándole tierras a quienes medianamente las tenían productivas, expropiándole a sus dueños privados la empresa de distribución de fertilizantes, semillas, pesticidas e insumos indispensables para la producción agrícola y pecuaria, para convertirla en ese bodrio que hoy por hoy es Agropatria, regulando los precios de los productos por debajo de lo que cuesta producirlos y que haciendo mil mercados a cielo abierto vamos a resolver los dos principales problema que hoy confrontamos los ciudadanos, que son dónde comprar y cómo adquirir lo que comemos. Si yo fuera usted, comenzaría por remover de sus cargos al ministro de alimentación, antes mencionado y al de agricultura y tierras, el inefable Yvan Gil, a quien por cierto usted removió y volvió a nombrar en ese cargo, incluso con la férrea oposición del recientemente creado Consejo Presidencial de Campesinos, Campesinas, Pescadores y Pescadoras. Los destituiría por mentirosos. Por incapaces. Porque la fulana soberanía alimentaria es una quimera. Porque hasta un niño se puede dar cuenta que si le damos a un pequeño productor del Táchira o de Mérida, un crédito para que siembre papa, por ejemplo, pero no le damos ni la semilla, ni los fertilizantes, ni el veneno para combatir las plagas que pueden afectar su cosecha y además lo obligamos a vender su producto a un precio que le genera pérdidas, lo estamos condenando a la ruina. A hipotecarle sus tierras al banco que le prestó los reales para sembrar. Y si sumado a eso no le brindamos apoyo técnico para que sea más productivo, ni le pasamos un patrol a la vialidad por donde debe sacar su cosecha, la cosa adquiere matiz de tragedia griega. Ese mismo ejemplo extrapólelo a los demás rubros como la carne, el pollo, el pescado, los cereales, las oleaginosas, la leche y los huevos, entre otros y créame que así como si un potente rayo de luz lo iluminara, va poder usted visualizar clara y absolutamente los verdaderos cabecillas de la incansablemente mencionada guerra económica, que no son otros que sus flamantes ministros que teniendo los dólares, el control de los puertos, aeropuertos y aduanas, el otorgamiento de permisos de todo tipo y teniendo además la autoridad que usted mismo les confió, hacen exactamente lo contrario a lo que usted les ordena. Y no es que tengamos acciones en la Polar, pero no termina uno de entender que en vez de crear condiciones para que esa empresa continúe produciendo alimentos, su gobierno siga atizando allí conflictos laborales y expropiándole terrenos sobre los cuales funcionan instalaciones de la misma, sin que en más de 15 años de revolución hayamos sido capaces de crear un emporio estatal de alimentos igual o por lo menos parecido a ese, habiendo tenido tiempo y sobre todo dinero. Mucho dinero que hoy como ayer, seguimos utilizando para importar alimentos que luego se pudren en nuestros puertos mientras continuamos echándole la culpa de eso al imperialismo yankee, a los banqueros prófugos, a la oligarquía parasitaria y a la derecha fascista.



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Rubén Villafañe


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