Oposición se resiste a aprender de sus fracasos

Los cálculos de sus líderes y asesores les avizoran que más allá de las rectificaciones deben profundizarse las acciones que acaben con Chávez y su jauría

Algunos politólogos, sociólogos y, en general, la mayoría de los líderes que hacen vida en torno a los partidos de la Cuarta República, así como en otros de relativa corta edad surgidos de movimientos fraccionales habidos en esos partidos y que lo han sido de muy variados matices o creados otros como fuerzas impulsoras de sólo cambios coyunturales, nacidos bajo el tutelaje de cúpulas burguesas vinculadas estrechamente a intereses que han contado con el respaldo irrestricto del capital imperial yanqui, definitivamente no asientan cabeza y se niegan tozudamente a examinar la realidad tal cual es.

Continúan convencidos de que la oposición es mayoría. Aseguran que el apoyo que tiene Chávez en el pueblo es ínfimo y agregan, para mayor tragedia de la gente que lo sigue, que ese respaldo se vino en picada al mostrar el evento electoral del domingo 04/12 que sólo dispone de un apoyo inferior al 25%, lo cual indica que el sector opositor se ha cohesionado y cuenta ahora con el respaldo solidario y duro de las tres cuartas partes de la población votante que optó por abstenerse. Muy extraño que tales cuentas no les sirvieron para convenir en asistir al evento comicial y de esa manera causarle al oficialismo una histórica derrota. ¡Cosas veredes, Sancho amigo...!

No somos expertos analistas de este tipo de procesos, pero al ver el comportamiento histórico de eventos electorales similares no solamente en nuestro país, sino en el resto del mundo, advertimos de inmediato que esas cuentas que sacan los distintos factores oposicionistas para intentar sacarle réditos a una derrota autogestionada, porque es bueno decirlo que esa decisión de retirarse de las elecciones no fue improvisada, sino que fue articulada con anticipación y con la orientación de Súmate, cuyos dirigentes han estado recibiendo dólares en grandes cantidades desde Washington para adelantar ese tipo de acciones y muchas otras de distinto calibre que apunten a la deslegitimación de la institucionalidad de la democracia en el país. Es importante observar como una evidencia de esas acciones que la pre-campaña electoral de esos sectores pasó casi inadvertida y más allá de que no promocionaron a sus candidatos como lo hicieron en los eventos anteriores, todos sus esfuerzos y los de su vanguardia mediática estuvieron orientados exclusivamente a publicitar los llamados a la abstención. En este punto es donde la dirigencia del chavismo debe en lo inmediato avanzar en una rigurosa y muy abierta discusión que ponga en claro las razones que privaron para que su militancia y la inmensa masa de simpatizantes del proceso hayan decidido no aprovechar tan importante coyuntura para propinarle una mayor y contundente derrota a las fuerzas de la derecha reaccionaria que han venido trabajando sin pausa en la línea de derrocar el gobierno y con ello sepultar esta esperanza de cambios revolucionarios

Debemos tener muy en claro que la mayoría de los sectores de la oposición no han abandonado la estrategia del golpe de Estado, incluido el magnicidio, por lo que fallas como fue esa de obviar la ocasión de haber ganado con una abrumadora mayoría de votos, nunca jamás puede ser repetida. Ganamos y -obviamente- nadie podrá revertir esa victoria y si por momentos la apreciamos como pírrica, no por ello carece de la legalidad que le otorgan la Constitución y leyes de la República. Pero más allá de ello esa victoria queda avalada por un principio elemental de la democracia, el cual apunta a sostener que quienes eligen son los que participan. Los votos nulos no cuentan y menos aún los que no se emiten.

De manera que la jugada abstencionista opositora entendemos que aún no ha concluido, porque si la directriz general fue no concurrir a los centros electorales, tanto sus militantes como el pueblo venezolano en general esperan escuchar las líneas partidistas que habrán de seguir en lo adelante los dirigentes que asumieron e impusieron tal conducta, así como que se les precise si las mismas respetarán las normas de la democracia estipulada en la Constitución Bolivariana de 1999 o si se decidirá nuevamente tomar los atajos, tal y como ocurrió el año 2002, en cuyo caso es impostergable que la dirigencia opositora aclare si ha tenido vinculaciones con los actos de guerra y terror que el gobierno develó en la víspera del acto comicial y cuyos detalles han sido dados a conocer con el mayor detalle a la opinión pública por los diputados del Bloque del Cambio en estos últimos días. Hasta el momento no ha habido algún dirigente de la oposición que se haya desmarcado de esa aventura sangrienta que los organismos policiales y de inteligencia del Estado han podido conjurar a tiempo, lo cual genera en quienes apostamos al éxito de este proceso Bolivariano de Cambios que conduce Hugo Chávez Frías, sospechas a granel de que la oposición participó de esa conjura y que persistirá en el terrorismo y la guarimba como única opción que le queda en su objetivo de retomar el poder que cada día se les aleja más y más...

En todo caso y a objeto de colocar las cosas en su justo lugar, vale la pena destacar que en las elecciones de 1998 la mayoría parlamentaria la ganó AD con el 11,24%. En las del 2.000, el MVR conformó su mayoría parlamentaria con el 17% y obtiene ahora su nuevo triunfo con el 25% de los sufragios, de donde es perfectamente dable inferir que de todos esos tres ejercicios electorales el que mayor legitimidad le ha otorgado al Poder Legislativo, lo ha sido el evento del pasado domingo 4 de diciembre.

Para concluir con estas reflexiones nos parece pertinente hacerlo con las propias palabras de un gran amigo de la oposición, el caballero Luis Vicente León de Datanálisis, quien con cierta frecuencia atina a pronosticar los repetidos desenlaces desastrosos de una oposición que ha sido, sin duda alguna, sumamente inestable y muy torpe. De su artículo “El Gatorade de mi arbolito”, publicado en El Universal del 11/12/05, copio: “Finalmente, donde me parece que existe la mayor brecha entre realidad y percepción, es en el análisis del impacto de este evento sobre los partidos políticos. Lo que realmente pasó ahí es que los partidos se cayeron a palos entre ellos, violentaron sus acuerdos, se traicionaron y se dividieron hacia el interior. Es cierto que las circunstancias los llevaron a un retiro total, pero de nuevo lo que dejó a los partidos esa discusión fue una confianza mutua lacerada y una gran dificultad para capitalizar su propia acción. Las pugnas internas comenzarán, más temprano que tarde, y el chantaje de la unidad necesaria podría no ser suficiente para sostener esa unidad de utilería...”


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Iván Oliver Rugeles


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