Caracas y los Guapeadores de la Bolsa

Pocos días atrás, caminando por una de las populosas esquinas del Capitolio, en el centro de nuestra gran Caracas, pude divisar la construcción de un edificio, no muy alto, con una pancarta que decía Los Guapeadores de la Bolsa. Este edificio se está construyendo para los buhoneros, como parte de las obras que lleva a cabo la Alcaldía de Caracas y el Gobierno de Distrito Capital para dignificar a los trabajadores informales.

Estos buhoneros, hombres y mujeres ruleteros de la suerte, son realmente guapeadores de la bolsa. Viven en vilo, en el eterno auxilio y socorro, entre el temor y la desventura de una represalia uniformada y bien armada, aun carente de conciencia de clase, que se aproxima siempre en moto para hacerles correr con las mercancías entre bolsas, sin dirección, hasta la próxima esquina, para guapear y conseguir bocado y resistir hasta el mañana. Son esos buhoneros, mal llamados lumpen, los eternamente apuñaleados por la crítica pequeño-burguesa. Son ellos, los “informales de la calle” producto y resultado de un pasado penoso, neoliberal, de políticas cuarto republicanas entreguistas, productoras de cerro, pobreza, desnutrición, miseria y desaliento.

Son los vendedores de la calle el rostro cóncavo que produjo la contradicción del nacimiento y desarrollo de una burguesía a lo largo del siglo XX, cuya característica principal fue –o es- la de ser parasitaria, improductiva y distanciada del país; y que hoy, inconsciente de la realidad que de ella misma emanó, se erige cuasi juez para demarcar con parámetros clasistas y raciales la realidad y sus hombres, decididos estos últimos, definitivamente, al cambio y abolición de las viejas estructuras de las relaciones económicas.

Hoy los buhoneros, esos que muchos piensan que conscientemente inundan las calles con satisfacción y beneplácito, están siendo atendidos, dignificados. Y lo que sí han hecho consciente, con absoluta voluntad, es agradecer el cambio, la iniciativa, la voluntad política de atención al eternamente abandonado, y así lo expresan.

Debajo de aquella pancarta que dice Los Guapeadores de la Bolsa, hay un mensaje que denota mucho más que la adhesión de un sujeto agradecido para con la mano extendida, sino la internalización de una necesidad de seguir construyendo y consolidando un proceso, un modelo de inclusión, de sistema. El mensaje dice: “Presidente, la revolución somos todos, estamos contigo, viviremos y triunfaremos por siempre”.


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Francisco Ojeda


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