¿A dónde nos conducen los cambios en los medios de comunicación?

Cuentan que Alfonso X, llamado El sabio, ante la exuberante complejidad del sistema ptolemaico que pretendía explicar la estructura del Universo, comento que si Dios le hubiera consultado le habría sugerido algo más sencillo.

No hay venezolano que, siguiendo los acontecimientos últimos de la política nacional, se le haya pasado por alto la relación existente entre los comentados cambios de programación en los medios de difusión privados y públicos -y la consecuente salida del aire de reconocidísimas figuras del ámbito comunicacional- con la reciente reunión del presidente Maduro con los directivos de las televisoras comerciales. Guardando las debidas distancias de tiempo, lugar, personajes y hechos, si por alguna metafísica como inexplicable circunstancia me hubiera tocado asesorar al Presidente en dicha reunión, le hubiera sugerido una “negociación” más sencilla, o sea, más económica, pero también más digna.

De los despidos, renuncias y cambios de dueños y horarios de programación en los canales comerciales no me ocuparé. Como medios al servicio de la reacción nacional y obedientes a las políticas de la burguesía transnacional, que hagan lo que les venga en gana, lo que consideren necesario, que siempre será, lo sabemos, todo cuanto debemos combatir. Lo que me interesa sobremanera es comprender, para estar seguro del camino que seguimos, por qué tuvimos que pagar tan alto costo para poder desactivar las maniobras de desestabilización emprendida por los dirigentes opositores luego de las elecciones presidenciales.

Mantener en línea recta el rumbo hacia los objetivos estratégicos no es posible. La dialéctica de las cosas supera con creces los deseos que podamos albergar, no pueden aplicarse recetas para la resolución de los conflictos que la lucha de clases nos plantea a cada momento, nuestro análisis siempre será una aproximación a la realidad en perpetua transformación. Es por eso que es de vital importancia mantenernos alerta ante cualquier desviación de derecha o de izquierda. Si consideramos que el gobierno encabezado por el presidente Nicolás Maduro da muestras de conciliación de principios con el enemigo histórico debemos cerrar filas en defensa de la revolución profundizando la discusión por los medios que tengamos a nuestro alcance.

En el actual estado de cosas la reunión sostenida entre el gobierno y directivos de los canales televisivos comerciales se esta observando bajo la óptica de “pacto” en toda su acepción negativa. No olvidemos los factores que condicionan este período político por lo demás sensible, de los cuales el de mayor peso ha sido la desaparición física del presidente Chávez. Período en que los excesos pueden traer consecuencias graves en el desenvolvimiento de nuestro intento de construcción socialista, si nos empeñamos en desestimar la influencia que nuestros deseos puedan tener en la apreciación de los sucesos, es decir, responder con desviaciones izquierdistas a presuntas muestras de claudicación del presidente Maduro.

Pienso que con todas las críticas directas y solapadas, públicas o en privado que haya podido hacer a La hojilla y a otros programas del Sistema de Medios Públicos la salida del aire de dichos programas y en especial los conducidos por el profesor Acosta, conforman una enorme pérdida para el movimiento revolucionario venezolano. Los cambios aún se están dando y la configuración final puede esperar unos días, pero a todas luces ha sido una “negociación” muy desventajosa para el movimiento popular. Sin embargo, a diferencia de algunas voces que comienzan a contrastar actitudes entre Chávez y Maduro, dudo que el primero haya hecho algo diametralmente diferente, toda vez que la política nacional todavía sigue el movimiento inercial del empuje que le imprimió previendo su posible ausencia y lo sucedido es coherente con la visión chavista.

Ahora bien, en cuanto al problema de desmontar la guerra mediática, guerra de micrófonos o como quiera llamársele, que sin lugar a dudas ayuda a calentar los ánimos donde se anida la conspiración que le interesa mantener un estado de inquietud general (y aquí es esencial hacer el deslinde entre la agitación y la propaganda, diferenciar entre la formación de opinión que moviliza: De primera mano; y el disparo verbal que ataca: La hojilla, Cayendo y corriendo), no es Mario Silva o Pérez Pirela o Nolia, etc. a quienes correspondería “bajar el tono” sino a la transformación definitiva y radical de los medios públicos venezolanos en medios socialistas de comunicación.

¿Cómo transformar lo que tenemos, en medios verdaderamente socialistas? No creo que alguien lo sepa con certeza. Pero una cosa si es segura, no pueden ser un calco de los medios de comunicación del capitalismo y es eso lo que hemos venido haciendo desde hace 14 años: imitar a las grandes emisoras de televisión de la burguesía nacional e internacional. Acaso la forma no homogeniza los contenidos, que pretenden ser diferentes, entre Telesur y CNN, por ejemplo. Es exagerado decir que a través de VTV se alienta al consumismo de tecnología de punta. Miento si señalo lo absurdo de una pantalla que sobresatura de información al televidente con simultáneas imágenes y textos insertados.

Y la cosa va más allá. Se sigue utilizando el “star sistem” que promueve el individualismo y los egos exacerbados, los famosos, los anclas que garantizan audiencias, patrones estéticos impuestos por la cultura de dominación para el consumo de las mayorías, figuras al fin y al cabo que pueden ser en algún momento sacrificadas en dudosos acuerdos.

¿Qué hubiera pasado si los medios de comunicación públicos (VTV por ejemplo), estuvieran en manos de las comunidades organizadas, que de verdad estuvieran al servicio del pueblo por ser su responsabilidad, que en sus pantallas nos reflejáramos permanentemente con nuestras necesidades y cómo el gobierno las va cubriendo, ocupados seriamente en nuestra formación y difusión de experiencias socialistas no tendríamos tiempo de ocuparnos de agendas que intente imponernos la oposición ni envueltos en pequeños “escándalos” con los que nos entretenemos mientras no caractericemos nuestro proceso y no tengamos claro dónde se esconde el enemigo principal.


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Juan Torres Rodríguez


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