Transición al Socialismo (XII)

Más allá de la trilogía Seguridad, Defensa y Desarrollo

Seguridad, confianza, tranquilidad. Defensa, protección, amparo, resguardo. Desarrollo, bienestar, alegría, ventura, prosperidad, estabilidad. En fin, toda una sinonimia segmentada de términos para reflejar una relación trilógica fundamental para la Nación, para nuestra Patria Bolivariana, en estos tiempos de Revolución y tránsito hacia el Socialismo, siempre en procura de cada vez mayores grados de libertad, soberanía y conciencia del deber de brindarnos “la mayor suma de seguridad social, la mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad posible…”.

Trilogía conceptual ésta -en la cual interactúan Seguridad, Defensa y Desarrollo-, cardinal para “defender, expandir y consolidar la independencia nacional”, “continuar construyendo el Socialismo Bolivariano”, “convertir a Venezuela en un país potencia”, “contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional” y “asegurar la preservación de la especie humana y la vida en el planeta”, como bien se señala en los Objetivos Históricos del Programa de la Patria propuesto por nuestro comandante eterno Hugo Chávez, como base para la elaboración del II Plan Socialista de la Nación Simón Bolívar 2013-2019.

Y es que los vocablos Seguridad, Defensa y Desarrollo representan un todo integrado e interconectado, cuya carga perceptiva entrelazada desborda la acepción aislada de cada uno de ellos. Así, seguridad no es sólo “calidad de lo que es o está seguro”; defensa no es únicamente “proteger de un daño, perjuicio o ataque”, ni desarrollo es puro “progreso de una comunidad humana”.

La Ley Orgánica de la Seguridad de la Nación (LOSN) conceptualiza el asunto. Define la ruta. Contribuye, aclara, abunda, en relación con la descrita ecuación trilógica. Pero es en el artículo 322 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, donde comienza a modelarse: “La seguridad de la Nación es competencia esencial y responsabilidad del Estado, fundamentada en el desarrollo integral de ésta y su defensa es responsabilidad de los venezolanos y venezolanas; también de las personas naturales y jurídicas, tanto de derecho público como de derecho privado, que se encuentren en el espacio geográfico nacional”.

En este contexto, el abordaje del tema demanda un análisis sistémico, armónico, holístico, visualizando siempre el resguardo de la posibilidad socialista.

Es así como la gerencia, la dirigencia, el liderazgo venezolano, debe dar un paso al frente en función de la planeación, ejecución, seguimiento, evaluación y control de los planes, estrategias y tácticas tendientes a cimentar y a mantener, en el tiempo, una sensación de seguridad -fundamentada en el desarrollo integral y defendida por todos de cualquier amenaza-, asegurando nuestra independencia, libertad, democracia, soberanía e integridad territorial.

Los valores de la igualdad, la conciencia, la visión colectiva, la solidaridad, la eficiencia, la productividad, la felicidad, el privilegio al valor de uso, la justicia, la posibilidad socialista en sumas, son lo trascendente, lo primordial.

Hoy, las orientaciones a nuestro pueblo sobre qué hacer son fundamentales. Es necesario preservar, a toda costa, la sensación de seguridad. Defendernos de las amenazas. Desarrollarnos auténticamente, de manera integral. Construir el Socialismo. “Hacer humana la humanidad”. No debemos confundir a nuestro pueblo con diálogo de sordos, con tolerancia frente a los apátridas, con concesiones económicas al capital, con medidas impositivas regresivas, con debilidades frente a la traición y la deslealtad, con impunidad e injusticia, con genuflexión frente a conductas escuálidas aberrantes, con casos perdidos… Debemos más bien dar respuestas contundentes y ejemplares. Socializar, disciplinar, escarmentar, aleccionar, educar. Nuestras señales deben ser claras, prístinas, transparentes, cargadas de justicia, de política, de bien común, fomentadoras del Socialismo.

Entonces ¡profundicemos!, ¡radicalicemos!. Es la hora. Que no haya desencanto popular, pero “ni un tantico así, nada”.

Gobierno de calle, ¡bien!. Eficiencia o nada, ¡muy bien!. Productividad, ¡excelente!. Pero es primordial, esencial, cuidar la posibilidad socialista, ser justos, acabar con la impunidad, combatir la trampa, incrementar los niveles de conciencia revolucionaria, de amor por la Patria.

Lo correcto es que avancemos, sin ambigüedades, por la senda de una sana transición que impida los extravíos políticos, económicos y de toda índole. Propongamos siempre estrategias y tácticas innovadoras, impulsoras de la igualdad, para alcanzar los objetivos planteados; sigamos y evaluemos el impacto de las políticas, con indicadores verdaderamente socialistas, sinceramente revolucionarios; y siempre luchemos contra el burocratismo, ese que como lo denunciaba el CHÉ, se motiva con “la falta de motor interno”, “la falta de organización” y “la falta de conocimientos técnicos suficientemente desarrollados como para poder tomar decisiones justas y en poco tiempo”. De esta manera estaremos dando un salto hacia el Socialismo.

¡Resguardemos la posibilidad socialista!


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