Para ubicar a H. Capriles Radonski en el contexto político, debemos empezar por definir la política en el concepto de lo que la Ciencia Política nos enseña. Si ésta, por definición, está ligada a los fundamentos de la democracia, a los principios normativos del bien común, del mejor gobierno, de la sociedad buena, del respeto intrínseco de los derechos humanos, de la constitución y las leyes, un político debe, tiene, que estar consustanciado, identificado con cada uno de esos preceptos. Tengo la intención, a través de estas líneas, de hacer un breve ejercicio epistemológico para acercarnos a la naturaleza política de HCR, analizarlo tanto ontológica como gnoseológicamente, puesto que es prácticamente imposible hacerlo en el campo de lo axiológico, vale decir, de sus valores. Ontológicamente, nuestro sujeto posee unas características muy peculiares que definen su ser, su manera de pensar, de actuar, su yo intrínseco. A él lo marcó el “asalto” a la embajada de Cuba el 12 de abril de 2002, ya que por mucho odio, por tanto que deseara satisfacer los instintos desbordados de la turba que asediaba ese sagrado recinto, él era, en ese momento, un funcionario público electo en elecciones democráticas, había jurado la Constitución Bolivariana, representaba las instituciones democráticas del Estado venezolano en el ámbito del Municipio Baruta y en cada espacio del territorio venezolano. De manera que HCR se definió, asimismo, como un ser “impolítico o apolítico” desde el punto de vista de la Ciencia Política: irrespetuoso de los derechos humanos, de la Convención de Viena sobre el Derecho de Asilo, de las leyes, del mejor gobierno, de la sociedad buena. Además, hizo causa común con Pedro Carmona Estanga y el Decreto que abolió en un santiamén todas las instituciones del Estado, declarándose, además de “Dictador”, en “Soberano Absoluto” de Venezuela, retrocediendo a Venezuela 160 años en su historia política. Esos hechos marcaron el devenir político de HCR.
En el caso específico del asalto a la Embajada de Cuba, quizá lo más patético es la condición de Abogado de HCR. Alegaba estar buscando a funcionarios del gobierno venezolano, algo insólito. No avanzó en sus propósitos porque se amedrentó, le entró “culillo” por la firme y valiente actitud del Embajador cubano. En el supuesto negado de que allí se encontrasen los personajes por él “buscados”, estaba en un caso violatorio del Derecho Internacional de Asilo. ¿Cuál hubiese sido el destino de Julian Assange, el famoso creador de Wikileaks, hoy en la Embajada de Ecuador en Londres, en el hipotético caso de haberse asilado en una embajada venezolana con HCR como Presidente de la República (Bolivariana) de Venezuela?
Desde el punto de vista gnoseológico, vale decir de sus conocimientos generales, de sus creencias, de sus verdades como ser político, que aspira a las dimensiones de un estadista, cuya formación debe estar impregnada, en primer lugar de la Ciencia Política, y simultánea y correlativamente, de los fundamentos de la Ciencia Económica, de la Historia Patria y Universal, de los acontecimientos de la Geopolítica Regional y Universal, de la importancia que para la vida actual de los pueblos tiene la Integración Latinoamericana, del derecho de los humildes, de una sociedad de iguales, HCR ya nos ha dejado saber de que madera está hecho.
Tan solo por lo descrito en las líneas anteriores, me extraña sobre manera que intelectuales reconocidos, que ¡demócratas convencidos!, que personas que se autoconsideran inteligentes, aúpen una candidatura presidencial como la de HCR, salvo que no se piense de verdad y con sinceridad en Venezuela,. ¿Han pensado cuál sería el devenir de Venezuela?
Hecha esta breve descripción epistemológica, debemos concluir que, por ningún concepto, por ningún interés, HCR le puede convenir como Presidente al pueblo venezolano.
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