¿Está en marcha la cuarta guerra mundial?

Las 2 primeras guerras llamadas mundiales en el siglo XX fueron caracterizadas por ser conflictos entre potencias coloniales o imperiales por la conquista de territorios, zonas de influencia e imposición de formas de organización política, social y económica. Al finalizar la segunda guerra mundial los EEUU y la URSS van a emerger como las grandes potencias triunfadoras, y desde ese momento, rivales ideológicos y militares. Se toma como elemento para definir el inicio de la tercera guerra mundial, o guerra fría, el lanzamiento por los EEUU de las bombas atómicas contra las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1.945, bombas que más que contra un Japón ya derrotado estuvieron dirigidas a amenazar a la URSS y a reafirmar el papel de los EEUU como gran potencia dominante del escenario mundial de la segunda mitad del siglo XX.
La posterior obtención por parte de la URSS de armamento nuclear desató, durante la segunda parte del siglo XX, un equilibrio de terror entre ambas superpotencias que evitó un conflicto directo entre ambas. La característica de esta tercera guerra mundial fue que tanto los EEUU como la URSS utilizaron a terceros países como instrumentos o escenarios donde medir fuerzas o intentar obtener posiciones o ventajas. Países como Corea, Hungría, Vietnam, Cuba, Nicaragua, Angola, Afganistán, los países árabes y el estado judío fueron, en su momento, campos de batalla entre dos formas de concebir el mundo, dos sistemas que pugnaban por imponerse. La presión que la carrera armamentista impuso a sus economías y la burocratización y falta de libertades hizo que el sistema del llamado “socialismo real” implosionara a finales de la década de 1.980 con el derrumbe del imperio soviético, anunciado por la caída el muro de Berlín en un primer momento y finalmente con la desaparición de la URSS en 1.991.

Los EEUU van a emerger entonces como la gran e indiscutida potencia hegemónica del planeta. El mundo aparecía como un gran territorio conquistado por los norteamericanos al que había que homogenizar para administrarlo más eficazmente. La sustentación teórica de esta homogenización la dieron por un lado ideólogos como Francis Fukuyama que en un famoso ensayo titulado “Del Último Hombre Al Fin De La Historia” exponía que con la economía de mercado y la democracia representativa la sociedad humana había llegado al punto más alto posible en sus formas de organización social, política y económica; por otra parte, las tesis del neoliberalismo y la globalización expuestas por John Williamson economista del FMI en el llamado Consenso de Washington, no eran otra cosa sino el intento de organizar a las sociedades y gobiernos del mundo en función de los intereses y necesidades del para entonces triunfante gran capital transnacional anglosajón y sus brazos político-militares, los gobiernos de los EEUU y Gran Bretaña.

Sin embargo, a principio de este tercer milenio, el panorama mundial ya no parece tan risueño al poder económico-militar anglosajón. En diferentes escenarios emergen rivales al imperio industrial-financiero-militar anglosajón. Francia y Alemania como cabezas visibles de la poderosa Unión Europea se niegan a ser unos simples mayordomos de palacio de norteamericanos e ingleses y ya midieron fuerzas e influencia con los EEUU en los conflictos de Bosnia y Kosovo y en la ONU en los meses previos a la guerra colonial en contra de Irak. Actualmente Alemania disputa con los norteamericanos la influencia sobre los nuevos estados del Báltico y Europa oriental

y es el principal impulsor de la sórdida guerra que el euro mantiene con el dólar por la primacía monetaria dentro del sistema financiero mundial.
Francia por su parte, fiel a su condición de potencia colonial africana, es uno de los actores que, tras bambalinas, mueve los hilos de los sangrientos conflictos que destrozan países enteros en ese continente en función de defender a sus transnacionales en contra de la irrupción de compañías norteamericanas e inglesas, tal y como es el caso en Nigeria donde rebeldes armados y sostenidos por la empresa petrolera francesa Total luchan en contra del régimen sostenido por la allí todopoderosa Shell y la recién llegada Chevron-Texaco y en el sur del Congo, en la frontera de dicho país con Ruanda y Burundi donde utilizando como carne de cañón a grupos tribales de estos países, intentan controlar los ricos depósitos de minerales estratégicos que allí existen.

En el caso de Rusia, el país que heredó la mayor parte del antiguo imperio soviético se ha levantado de su postración desde la llegada en el año 2001 de Vladimir Putin al poder y actualmente sostiene con los norteamericanos una dura lucha por el control e influencia sobre los países ex soviéticos del Asia central y el cáucaso aparte de mantener estrechas relaciones con Irán y Siria que la posiciona en forma estratégica en el vital medio oriente. De igual forma, los rusos están utilizando su condición de segundo productor mundial de petróleo para acercarse a Europa y a China con quien firmaron en el 2001, junto a 4 países del Asia central, el llamado acuerdo de Shangai dirigido a enfrentar el cerco estratégico que los EEUU impone a ambos países con su ocupación de Afganistán y la instalación de bases militares en la zona del mar Caspio. Rusia aspira hacer valer su condición de país pivote entre Europa y Asia, clave en el nuevo orden mundial y utilizar su renacida industria militar como instrumento de presión en contra de los EEUU y de acercamiento a países como India, China, Irán y Venezuela.

China con su colosal poderío económico y demográfico pareciera estar en rumbo de colisión a mediano plazo con el gran poder imperial anglosajón; por ahora, los chinos utilizan a Corea del Norte para amenazar a los EEUU y Japón y refrenar cualquier intento independentista de Taiwán. China también ha firmado acuerdos petroleros multimillonarios con Irán y cualquier agresión en contra de la república islámica sería entendida como una agresión a sus intereses.
Para finalizar hay que tomar en cuenta al Brasil. Las doctrinas de Couto e Silva sobre el expansionismo brasileño no han desaparecido nunca del palacio de Itamaratí ni de las fuerzas armadas del coloso latinoamericano. Los recientes conflictos en Ecuador y la posición de Brasil con respecto a temas como el ALCA, El Plan Colombia y a la crisis que generó el secuestro de Rodrigo Granda en Venezuela y el papel que jugó Brasil en su solución muestra que los intereses brasileños y norteamericanos están encontrados en la región y que la cancillería amazónica está sirviéndose de la fogosidad del presidente Chávez para enfrentar la creciente presencia militar norteamericana en Suramérica sin entrar directamente en confrontación, por ahora, con los EEUU.


Esta nota ha sido leída aproximadamente 3080 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter




Notas relacionadas