Hechos Comunicacionales I

No cede el rechazo masivo de los teleespectadores del Canal 8 al nuevo logotipo. Se siente por todos lados.

Los que se sienten incómodos en menor grado protagonizan verdaderos torneos argumentales sobre el significado o qué simboliza o qué explicación tiene la "cosa" de marras. Los más incómodos o molestos con la cosa esa, ya han asumido actitudes consecuentes: pérdida de interés en cuanto al canal, parejas que compartían momentos ante la querida pantalla de la V y la T fusionadas. Los más irascibles sueltan a borbotones calificaciones impronunciables en horario infantil, y comparaciones formales que no podemos citar en ningún horario.

El rechazo al logo como cuerpo extraño produce un rechazo más amplio que abarca los cambios de colores, la supresión de programas donde se sentía realmente palpitar a las comunidades, con sus críticas y aplausos a las labores de entidades y funcionarios.
Sumado a este aire amargo que ahora rodea toda referencia al canal oficial, se comenta la inepta e irrespetuosa defensa que pretendieron hacer los encargados (jugoso contrato mediante, al parecer) de la intempestiva sustitución.

Considero mi obligación insoslayable, contribuir modestamente a la tarea de deshacer el entuerto del que hoy me ocupo.

Para comenzar a poner algunas cosas en su sitio, hay que señalar que el origen del logotipo sustituido es espurio, como centenares de logotipos aparecidos en Venezuela cuando la cuarta república. El del Centro Simón Bolívar fue copiado del Barclays Bank inglés, el de la Universidad Simón Rodríguez fue copiado de uno que apareció en un texto sobre logotipos similar al "Signet-Signal-Simbol", libro muy bueno y copiosamente copiado en estas latitudes, abundante en diseñadores de otoño. Pues la tal VT fue copiada del logotipo (que era TV) de una televisora local de California, Estados Unidos, que al parecer ya no existe. Es probable que la haya absorbido alguna delas cadenas gigantes. La mínima modificación, esa hoja de parra de los copiones plagiarios gráficos, consistió en la inversión "a espejo" del dibujo.

Puede verse que el despropósito de marras no arremete contra ningún diseñador venezolano. El engendro no tiene, pues, dolientes, en cuanto a la autenticidad creacional.

Lo densamente maligno del cambio de logotipo es que vino insertado como un accesorio insignificante en el gran paquete de un pretendido cambio total del canal del estado. A semejante caballo regalado nadie le va mirar los dientes, creyeron los irresponsables responsables del cambio.

Otro aspecto maligno es que el manejo del llamado "cambio de imagen" se realizó, indiscutiblemente, en estricto cumplimiento de los manuales, prácticas e intenciones vigentes en el mundo de las empresas privadas, comerciales, industriales, financieras y mediáticas. En el mundo capitalista, las empresas e instituciones del Estado, comúnmente admiten los mismos criterios. Pues a los autores del cambio en el Canal 8 no tienen la menor idea de lo que es hoy Venezuela, como resultado del intenso proceso de cambios, de los violentos enfrentamientos con los restos del Estado-chatarra y la oligarquía chatarra que se opusieron y se siguen oponiendo a los cambios.

No tienen idea, y si la tienen no es favorable a la política bolivariana, antiimperialista, democrática participativa y, sobre todo profundamente humanista que desarrolla el gobierno actual, bajo la dirección del Presidente Chávez. No sienten la sangre derramada por siglos sobre esta tierra dolorida, no sienten esta tierra dolorida bajo sus pies. No tienen ni memoria reciente, digamos de unos años, y si la tienen no la aceptan como suya.

Por eso despreciaron la enorme importancia de lo que creyeron era un logotipo como cualquier otro . Y la ciega defensa de lo que hicieron, les impedirá librarse de esa concepción profundamente errónea.

De paso se nota que entre los títulos profesionales que habrán presentado los autores del desaguisado no estaban los de Sociología, Política, Psicología, Estrategia y Táctica, Marxismo, Cristianismo, Historia, Comunicación Social. Esas cosas que un buen diseñador del capitalismo detesta.

Quiero afirmar con eso que para el caso específico que nos ocupa, la tarea de proponerse siquiera una idea del cambio del SÍMBOLO del Canal 8 era, es y será una tarea POLÍTICA. Una tarea de política revolucionaria. Hablar del cambio como concepto comodín sirve para abreviar discursos en la Asamblea Nacional y en algún mitin. En este caso, el cambio total del canal, engloba cosas muy buenas, cosas neutras, cosas mal logradas y un contrabando de enorme trascendencia. Sacar de la escena nacional el símbolo del canal símbolo, el símbolo del canal político, el símbolo del canal de la Revolución, es quitarle la única pieza de artillería pesada disponible en la lucha por conducir a Venezuela hacia delante por el camino emprendido.

El par de letras soldadas, de oscuro nacimiento, sorbió, adoptó, asumió, desarrolló, enalteció el papel de símbolo auténtico no sólo de una realidad sino de un complejo proceso que esa realidad vive. Y esa realidad somos la gente. Millones de personas. Y la ciencia que nos estudia como colectividad nacional y global se llama Política. Y la Política revolucionaria no se puede manejar con la Mercadotecnia de la sociedad de consumo.

Si hoy unos "profesionales de la imagen", o genios de la publicidad crematística pueden embaucar a un director del canal del Estado y debilitar la capacidad de acción de la revolución en el campo de la guerra mediática, y el hecho queda oculto o impune, mañana intentarán venderle al Presidente Chávez una campaña publicitaria para lograr reunir trescientas mil personas en la avenida Bolívar con dos días de convocatoria. ¿Cuánto pedirán por eso?




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