Socialismo, exigencia indecisa

Actualmente, es verdad, que estos procesos revolucionarios es lo mejor que tenemos y nos encontramos encerrados en esta historia del siglo XXI buscando la equidad económica, la igualdad social en la medida que pretendemos reconocernos como hombres y mujeres nuevos capaces de gobernar nuestra historia, trazándonos como meta el ideal de la comuna de Paris, ¿Cómo llegamos a este callejón sin salida? 

El concepto socialista que siempre ha prevalecido que hace referencia a la transformación radical de las relaciones de producción, eliminando la consistencia explotativa y la eliminación de una parte de la sociedad en beneficio de otra diseñada de acuerdo a las fuerzas productivas con las que se cuente, pero, eliminado a la mujer y hombre tradicional por otro nuevo modelado por la tecnología en los nuevos medios de producción, debería llevarnos a un debate sobre la idea de revolución para estos tiempos.

El paradigma de estas revoluciones pacificas, progresistas, burguesas y capitalistas, se encuentra en la época de la revolución francesa cuando los revolucionarios ilusionados creían que podían cambiar hasta la rotación de la tierra, incluso, alterar el tiempo parándolo hasta consolidar el socialismo y derrocar a la Iglesia con el Dios razón, allí, nació el romanticismo revolucionario imaginando al hombre y mujer  nuevo como rival de Dios, para que todo desaparezca y todo renazca.

Desde esa época las revoluciones dejaron de ser un mito acercando el socialismo cada vez en cada época y, si antes el mito era indispensable para construir una mejor democracia las revoluciones del siglo XXI encierran una afirmación central, trabajar con toda esa masa monopolizada por un Dios que no condena el cambio en el cielo, pero, en la tierra la institución del Vaticano y la jerarquía eclesiástica locales si lo hace gracias a la pasividad revolucionaria útil para la creación encierra al proceso en una omnipotencia controlada por la Iglesia es, sin lugar a dudas una segunda naturaleza nada revolucionaria porque amarra las normas de convivencia comunitaria, es una cultura neutra y pasiva puesta a disposición de la actividad política para amarrarla.

Estos socialismos de exigencia pacifica, sus procesos a manera de trance por lo que pasaría un ensaya teatral que, sin poder detenerse, debería retomar la vieja idea tradicional en plena función para remediar la dramática tensión que nos coloca en una situación de conflicto y ruptura permanente consigo misma para dar paso a la integración de América del Sur, fantasía de época pintada desde siempre como lo mas deseable motivo el levantamiento de Bolívar, Sandino, Alfaro, Martí, Castro, Chávez, Correa, Morales, Mujica, solo por citar unos cuantos lideres que guían procesos de cambio.

Y, se construye el cambio en un momento crucial de la historia, calentamiento global, pobreza generalizada, crisis del capitalismo, guerra nuclear focalizada contra países hostiles para la seguridad nacional de EEUU; son socialismos provocados por las revoluciones Sudamericanas, reto que a ella le toco provocar porque solo la historia latina esta en condiciones de percibir desde el siglo XVI también por el sometimiento del islamismo por traición árabe mas que por fuerza del imperio estadounidense o por el nuevo amanecer de Rusia que requiere un poquito mas de tiempo para recuperarse totalmente y por la indiferencia de China, mas preocupada por acortar económicamente la distancia con EEUU, sueño de llegar por el 2050 a ser la primera potencia económica del mundo; cualquiera sea la causa toda revolución plantea la necesidad de elegir para si misma y para la sociedad un cauce histórico de orientaciones diferentes a las tradicionales del capital.

Nueva izquierda con orientaciones diferentes, revoluciones petroleras, mineras, cuya efectividad técnica no nos permite el desarrollo socio-económico-natural, equivale a que no nos ajustemos a la producción, circulación y consumo de los bienes producidos para un mercado sur-sur por la totalización completa de los mercados, predominio del modo capitalista que da forma a las distintas modernidades, una especie de ultimo materialismo histórico, basado en la escases económica y tecnológica para los países del sur del mundo.

Leyes poco capaces de recomponer la sociedad después de ser arrasada por la doble moral enquistada en la cultura para transformar al ser humano en normal, domesticado por siglos, leyes sin cambios constitucionales no van de la mano con el nuevo discurso que busca borrar la historia pasada para escribirla en una nueva con las potencialidades de cada país integrado, y no es una pretensión exagerada porque ya esta en marcha el ALBA, UNASUR, PETROCARIBE, y es justamente lo que cuenta en este momento de la creación donde las masas despiertan para echar todo abajo para reorganizarlo, pero, la política global llena de firmas internacionales y la poca decisión para radicalizar los procesos evitan construir nuevas formas socio-económicas, estrategia del capitalismo con el mundo heredado de la Iglesia medieval y lo hace una y otra vez con todo lo que tiene como imperialismo para reconstruir su empresa del capital y frenar los procesos revolucionarios.

El capitalismo con su industria des informativa se encargo de hacer del socialismo un mito para su uso estratégico, diciéndonos que la forma natural no es nada, que solo cuenta el valor económico para todas las formas de producción con energía fósil para la sujetidad humana, eso, lo es todo y ha funcionado para el capital correctamente en cada etapa de la modernidad con la economía mercantil de orden capitalista, dinero que se autoincrementa milagrosamente para la oligarquía porque no nos atrevemos a cambiar partes de la Constitución por el descalabro del 2007.

En ese contexto, se levanta la vieja opción porque el desempleo y la pobreza no solo son una maldición sino una realidad humana gracias a los proyectos bélicos que condicionan a los pueblos a una supervivencia por aniquilación o por explotación, dos formas que más conoce la cultura para aceptar la globalización nacida recién hace unos 20 años. Los conquistados de América latina, sin ser una ilusión, proponen un nuevo modelo aun indeciso porque el desafío dirigido a lo otro es un modelo diferente al socialismo pero sirve, por ahora, la masa esta algo contenta…

Raúl Crespo.



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Raul Crespo


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