Pastor Maldonado, política y deporte

Después del primer impacto en el país por la glamorosa victoria de Pastor Maldonado en el Gran Premio de España de la Fórmula 1, todos quedamos como en shock. También los escuálidos, y solo hubo reacciones políticas más bien tibias, como quienes en las redes, celebrando al triunfo del nuestro piloto, solo pedían a los chavistas “no politizarlo”. Sin embargo, una vez salidos del anonadamiento inicial, muchos antichavistas han empezado a mostrar las uñas. Un ejemplo notorio es el artículo de Yon Goicoechea donde se nos dice que los venezolanos, chavistas y opositores, somos unos idiotas por celebrar esa victoria, y asume igualmente el argumento de su tutora política María Corina Machado, en el sentido de que PDVSA no debería patrocinar a Pastor porque practica un deporte de élites. Hoy miércoles 16 de mayo El Nuevo País presenta en portada una foto de Maldonado junto a  María Gabriela, la hija de Chávez, tomada después de la victoria, y la titula “Fórmula Socialista”, para después cargar, valiéndose de eufemismos, contra Chávez (quien “ordenó el patrocinio”, según ellos) y el apoyo de PDVSA al héroe del día. También hoy, el caricaturista escuálido de Tal Cual (y del suplemento de Ultimas Noticias “Dominical”) publica una caricatura donde aparece Carlos Marx conduciendo un bólido de Fórmula 1 y diciendo: “Ojo pelao: hay capitalismos salvajes que son socialistas”. El artículo de Goicoechea está siendo reproducido en distintos blogs y páginas web de la derecha. Es decir, una vez salidos de su embotamiento inicial, voceros de la derecha han empezado a sacudirse y a tratar de minimizar o empañar el logro de Pastor Maldonado y de Venezuela en Cataluña.

Entretanto, la Asamblea Nacional aprobó un acuerdo de felicitación al piloto nacional y Maldonado agradeció el apoyo recibido por los jóvenes y atletas venezolanos de parte del Gobierno Nacional, y especialmente a Chávez “en primera persona”, y dijo que “Nunca hay que decaer, ni pararle a lo que habla la gente maliciosa y malintencionada. Con amor se persiguen los sueños y metas”.

Ahora bien, aquí abundaremos un poco para dejar sentado que la presencia del factor político en el deporte es de muy vieja data y lo seguirá siendo en el futuro inmediato.

En los Juegos Olímpicos de la antigüedad los atletas representaban a estados y ciudades, y esa representación era no solo aceptada sino sobre todo patrocinada por el poder político de esas entidades. Los Juegos se disputaban normalmente cada cuatro años o una Olimpiada, que era una unidad de tiempo. Durante la celebración de los Juegos los gobernantes promulgaban una tregua o paz olímpica, para permitir a los atletas viajar en condiciones de seguridad desde sus países hasta Olimpia. El atleta campeón, además, era considerado un héroe y recibía múltiples homenajes y privilegios. Según Bernard Guillet, en su “Historia del Deporte”, “En la vida moderna se encuentra, o se cree encontrar, el deporte en todas partes…Es también el procedimiento empleado por los gobernantes para cultivar la energía o despertar el espíritu combativo.

El héroe deportivo es un factor de impulso a las energías de un país. Sus victorias enaltecen el alma nacional y favorecen la disposición a la lucha de todo el pueblo, y su determinación de superar las dificultades. Ejemplarizan además valores fundamentales, como los referidos al esfuerzo, la constancia, la perseverancia y la disciplina hacia el logro de las metas. A quienes critican el patrocinio de PDVSA preguntamos: ¿Cuánto vale la alegría general del pueblo venezolano que se expandió por todo el país esa hermosa mañana de domingo? ¿Cuánto la exaltación de los valores que hemos señalado? El patrocinio de PDVSA a Pastor es solo una muy pequeña fracción decimal de sus ingresos ¿Vale o no la pena?

Desde el punto de vista geopolítico, presentemos ejemplos de la gran importancia que dan los países a las victorias deportivas. Durante la llamada Guerra Fría, la competencia entre los equipos de Estados Unidos y la Unión Soviética era feroz. El medallero actuaba como un termómetro de la calidad de vida de los dos sistemas en pugna.

En este mismo sentido es emblemático lo sucedido en torno al atleta negro de Estados Unidos, Jesse Owens, en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Owens consiguió cuatro medallas de oro: 100 metros planos, 200 metros planos, salto largo y como participante del equipo ganador en la carrera de relevos 4x100 metros. En esos Juegos, Adolf Hitler quería mostrar al mundo una renaciente Alemania nazi. Los nazis tenían grandes esperanzas de que los atletas alemanes dominaran ampliamente los Juegos, mientras la propaganda nazi promovía el concepto de la superioridad de la raza aria y mostraba a las otras razas como inferiores. Pero Jesse Owens les aguó la fiesta, al conquistar sus cuatro medallas doradas, una marca en las olimpiadas que no fue igualada hasta 1984 por otro estadounidense, Carl Lewis. Desde entonces, la leyenda de Jesse Owens como el hombre que derrotó a los nazis incluso antes de la Guerra Mundial, no ha dejado de crecer.

Otro caso digno de recordar, a propósito de la relación entre política y deporte,  es el del buque Cerro Pelado, que transportó a los atletas cubanos a Puerto Rico para los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1966. Conocedor de los grandes avances del deporte cubano después de la Revolución, el imperialismo hizo un gran esfuerzo para impedir que el Cerro Pelado atracara en el puerto de San Juan. Durante la travesía el buque fue asediado por aviones yanquis, y en respuesta a todas las agresiones la delegación deportiva cubana redactó la declaración del Cerro Pelado, la cual proclama el derecho de Cuba y todos los pueblos a participar libremente en eventos deportivos. El gobierno de los Estados Unidos trató de impedir la participación cubana en esos Juegos Centroamericanos y del Caribe, mediante la negación de visas para sus deportistas y representantes. Posteriormente los cubanos recibieron la visa pero no la autorización para pisar suelo boricua en aviones o barcos cubanos, sólo en vuelos comerciales. El 10 de junio de 1966, con la presencia de los vuelos rasantes de los aviones estadounidenses, que trataban inútilmente de intimidar a los cubanos, se decidió por parte de la delegación deportiva escribir el documento denominado “Declaración del Cerro Pelado”, con el objetivo de denunciar ante el mundo el absurdo e ilegal comportamiento del Departamento de Estado estadounidense y al mismo tiempo proclamar la inquebrantable determinación de todos los miembros de la embajada deportiva de llegar a la capital puertorriqueña, aunque fuera nadando, para competir en los Juegos. En una de sus partes la declaración planteaba: “Los atletas cubanos sabemos cómo actuar, no solamente por defender un derecho nuestro, sino un derecho de todos los pueblos y por el prestigio del deporte que debe existir como vínculo entre los pueblos”. Este texto se grabó en la cubierta del buque, y fue divulgado denunciando la injerencia norteamericana en los Juegos, y exhortó a los organismos internacionales a frenar y no ser partícipes de los ardides estadounidenses para tratar de excluir a Cuba de las competiciones. Finalmente, el Cerro Pelado fue obligado a anclar a casi cinco millas de las costas puertorriqueñas y en horas tempranas de la mañana del día 11 de junio de 1966, la delegación fue trasbordada en alta mar al remolcador Peacock, en condiciones riesgosas y difíciles. Sin embargo, los movimientos patrióticos e independentistas de Puerto Rico dispusieron embarcaciones, que enarbolaron la bandera de Puerto Rico y no la de Estados Unidos, como quería el gobierno yanqui. Todos los cubanos bajaron a tierra en esas lanchas. Los miembros de la delegación cubana llegaron a tiempo a la ceremonia inaugural y enarbolaron la enseña nacional en el Estadio Hiram Bithorn de la capital boricua. Cuba tuvo una destacadísima actuación en los Juegos, se ubicó segunda en el evento, con 78 preseas, 35 de oro, 19 de plata y 24 de bronce, superada solo por México. Este es un ejemplo privilegiado de la importancia política del deporte y la preponderancia que le dan los factores del poder político.

Otro ejemplo que no podemos dejar de destacar es el de los sucesivos boicots a los Juegos Olímpicos de Moscú y de Los Angeles (1980 y 1984 respectivamente) Tras la invasión soviética de Afganistán en 1979, el presidente Carter propuso el boicot a los Juegos que se iban a celebrar al año siguiente en Moscú. La renuencia de muchos países aliados de Estados Unidos a seguir esta propuesta llevó a un complejo forcejeo entre gobiernos y federaciones deportivas. Finalmente, países como Gran Bretaña o Australia, estrechos aliados de Washington en la escena internacional, optaron por una solución salomónica, dar libertad a sus atletas para que decidieran por sí mismos su asistencia a Moscú. Este no fue el caso de Estados Unidos, donde el presidente amenazó con anular el pasaporte de cualquier atleta que quisiera asistir a los Juegos. Finalmente, 65 países no acudieron, de los cuales cerca de 50 lo hicieron siguiendo el boicot decretado por Carter. Ochenta naciones participaron en los juegos, el número más bajo desde 1956.

Tras el boicot norteamericano a los Juegos de Moscú, a nadie le extrañó que la Unión Soviética pidiera que no se acudiese a los Juegos de Los Angeles en 1984. Sólo 14 países siguieron el boicot, la URSS y sus más estrechos aliados, sin embargo, estas naciones que no acudieron a los Juegos habían conseguido el 58% de las medallas en los Juegos de 1976.

Finalmente, para dar por cerrado este tema que nos ha copado el espacio de hoy, veamos un fragmento de un interesante artículo publicado en Aporrea.org por Apolo Martín: “En Venezuela, por ejemplo, en venenovisión (sic), el costo promedio de treinta segundos de publicidad puede estar alrededor de 70.000 (bolívares fuertes). Si en hora y media se pueden transmitir 180 comerciales de la misma duración, tenemos que para el público venezolano, cercano a los treinta millones de personas, la hora y media de publicidad costaría 1.260.000 de bolívares fuertes, es decir, un millardo y cuarto de los viejos. Sólo con esto, la cifra con que los venezolanos apoyamos a Pastor Maldonado estaría más que justificada…Ahora, imaginemos cuánto habría que pagar para que esta publicidad alcanzara los cientos o miles de millones de personas que vieron por televisión la carrera de Pastor, o miraron su foto alzando el trofeo de ganador de la carrera, en millares de diarios alrededor del mundo. Sería una suma impagable para cualquier empresa, pública o privada. Y es que de eso vive la Fórmula Uno: muchas empresas erogan grandes cantidades para que sus logos o nombres sean estampados en un coche que, a casi doscientos km por hora, atrae la mirada de innumerables televidentes alrededor del mundo… ¿Cuánto cuesta hora y media de publicidad a nivel mundial?”. Es decir que, en muchos sentidos, el patrocinio no es un gasto, sino una inversión ¿O por qué cree Goicoechea que marcas como Polar, Marlboro, Coca-Cola, Sony y muchas otras gastan tantos millones de dólares en patrocinios?

francia41@gmail.com



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Néstor Francia


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