¿Qué previenen las guerras preventivas?

El término guerra preventiva fue acuñado en una lúgubre mañana del mundo por los perpetradores de los más abominables crímenes de guerra en los albores del siglo que comienza. La guerra preventiva ciertamente no previene la guerra, la propicia. De hecho, los términos guerra y prevención son en sí mismos una paradoja. Afganistan, el primer país en sufrir las consecuencias de esa alevosa invención bélica, nada hizo que demostrara merecer semejante agresión. Los implicados en la destrucción de la Torres Gemelas eran en su mayoría ciudadanos de Arabia Saudita, y el supuesto autor intelectual es también ciudadano de origen saudí. Pero eso nada les importó a George “WAR” Bush y a su patética coalición para desplegar el desmesurado poder bélico de USA contra un país donde la mayor parte de sus habitantes pasan de los cincuenta años, y que no posee (ni poseía) ni fuerzas armadas ni marina de guerra ni fuerza aérea. Guerra preventiva es un eufemismo con el que las grandes potencias del mundo, con USA en la vanguardia, pretenden apropiarse, por la vía de las armas, de las ingentes riquezas del planeta. La guerra preventiva en Iraq ha traído consecuencias colaterales que han resultado ser más funestas que el régimen de Saddam Hussein: Cortes diarios en el suministro de energía eléctrica, cierre de hospitales, saqueo de museos, quema de bibliotecas, total desempleo, restricción del libre tránsito y, como colofón de oro, Abu Graihb. Éstas, y las que estamos por ver, son las “bondades” que ofrece a la raza humana la guerra preventiva, una nueva estrategia bélica que persigue diseminar bases militares yanquis por todo el planeta a fin de “ejercer control” sobre puntos neurálgicos de regiones en “conflicto”. Israel es el experimento de este tipo más exitoso de USA. Con Israel como aliado, y dado el formidable poderío militar de ese pequeño estado terrorista, USA mantiene “vigilados” los países de esa riquísima área petrolera que considera “enemigos de la democracia”. Con las bases de Arabia Saudita garantiza su entrada al mar rojo y el dominio del canal de Suez, la monarquía saudí no puede menos que ser considerada un fiel seguidor de los mandatos de Washington. El siempre obediente “Presidente” egipcio, Hosni Mubarak ,es el peón que, junto con el príncipe Bandar, consolida la posición de fuerza estadounidense en el brutal escenario del medio Oriente. Y, para favorecer aún más el desmedido apetito de poder de los mercenarios de Washington, la muerte de Yasser Arafat puso en bandeja de plata la cabeza del gobierno de Palestina a los pies de los acaudalados petroleros del gobierno de Bush. Mientras tanto, en nuestra querida América, las bases militares en Ecuador y el Plan Colombia, en apariencia debilitado por su falta de apoyo en el senado de USA, continúan socavando la soberanía de nuestros pueblos hermanos. La enorme cantidad de dinero invertida por el gobierno de Bush (más de 3 mil millones de dólares) en el PC, debe ser recuperada de alguna manera, ya sea a través del narcotráfico o del ostensible apoyo a los paramilitares, quienes solapadamente cometan los crímenes que le están prohibidos, en teoría, al derechista gobierno de Álvaro Uribe, quién no tiene empachos a la hora de entregar a sus compatriotas a la justicia yanqui, y que firmó un tratado que vulnera la Constitución colombiana al permitirle a los soldados de USA cometer cualquier clase de delitos sin poder ser procesados por las leyes colombianas. Ésas, y otras muchas, son las consecuencias secundarias de la perniciosa guerra preventiva desatada por USA. La grosera confesión del senador Republicano, Paul Coverdale, al afirmar que el PC tiene como finalidad ulterior “dominar a Venezuela” en aras de controlar sus riquezas petroleras es una inminente amenaza para la tranquilidad en la región. Más aún, el reciente nombramiento de Jhon Negroponte como jefe supremo de todas las agencias de “seguridad” internas de USA ratifica, conocido el oprobioso Curriculum de Negroponte en Centroamérica, la vehemencia con que USA ha decidido desarrollar su revitalizada agresiva política de intromisión en nuestro hemisferio. Negroponte, íntimo amigo del clan Bush desde los tiempos en que Bush padre era director de la CIA, será el ejecutor de la diplomacia del crimen del gobierno de Washington. Otro hecho que arroja luz acerca de lo que nos depara el futuro es la reelección de Tony Blair como Primer Ministro del Reino Unido. Blair, destacado alumno de la doctrina neoliberal de Margaret Tatcher y socio de George “WAR” Bush en la ilegal invasión de Iraq, continuará acatando, sin objeciones de ninguna índole, los postulados guerreristas diseñados por los acaudalados petroleros que gobiernan USA. Sobre nuestra grande patria americana se cierne un ominoso ultimátum: guerra preventiva.


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Henry Boscán


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