Como casi todos los días, caminé hasta la estación del metro para montarme en uno de los tantos y atiborrados vagones que me llevaría a mi lugar de trabajo. Ya no tenía más tickets, por lo que tuve que dirigirme al operador y solicitarle el multi-abono. El operador toma el ticket y lo coloca en una especie de sobresito, para luego amablemente entregármelo. Para mi sorpresa, lo primero que veo es ¡El infame logo de Movistar! No pude contener mi ira, agarré el dichoso portaticket y lo tiré a la basura, ante la mirada atónita del operador, que nada entendía.
Días antes de este hecho, comentaba con un amigo lo ostinado que andaba con Movistar por su campaña publicitaria (ostinado es mi condición natural, por lo que a muchos no les sorprenderá este hecho). Él me dijo que me lo estaba tomando muy a pecho, como si fuese un ataque personal, directo y malicioso, una conspiración fraguada en mi contra.
Al principio, dudé un poco y sí -reflexioné- tal vez le estaba dando más importancia de lo debido. Sin embargo, el episodio que les he comentado me demostró que en efecto la cosa es personal, me quieren joder y sí existe una conspiración, casi mediática puesto que de publicidad estamos hablando, para acabar con mis resistencias. Pero lograron el efecto contrario.
Con este pequeño relato les he querido comentar por un lado mi sensación de impotencia por el abuso que esta empresa ha cometido hacia nuestros espacios, sin que exista algún organismo (no sé cuál es el que reglamenta la publicidad, ¿El MINCI?) que haya tomado cartas en el asunto. Lo que Movistar ha hecho supera con creces cualquier campaña publicitaria, incluso proselitista, a la cual (in)voluntariamente me hayan sometido. ¿Cuál es el techo para estos abusos? Cada vez tenemos menos espacio; si no nos someten los buhoneros, la basura, la inseguridad, lo hacen las grandes corporaciones como Movistar con su contaminación visual.
Aprovecho este medio para declararme enemigo número de esta empresa (léase, Movistar) y de cualquier otra que prosiga con este tipo de campañas que lo único que logran es crear resistencia. Tomo este asunto como personal, pues desde el momento en que decidieron bombardearme de publicidad de esta manera, me hicieron parte del juego, transformaron mi entorno y contaminaron mis espacios.
¿O es que acaso no se han dado cuenta que la publicidad de Movistar y el spam en los correos electrónicos son casi la misma cosa, publicidad no deseada, salvo que con la primera no se tiene la opción de Remover?
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