La arremetida del poder mediático y nuestra débil política comunicacional

Reciba usted un afectuoso saludo en ocasión de hacerle llegar nuestras inquietudes y mayores angustias por la muy lenta y en muchas ocasiones ninguna respuesta de las instituciones públicas y demás organizaciones populares muy cercanas y hasta corresponsables de la gestión gubernamental, a los ataques por todos los flancos de que ésta es objeto y que, sin lugar a dudas, forman parte de una vasta campaña de desprestigio por parte el inmenso poder mediático al servicio del golpismo en contra del proceso bolivariano, cuyo diseño y financiamiento huelen a CIA.



Es curioso observar, estimado ministro, que esos ataques se reiniciaron a las pocas semanas de concluidos los eventos electorales de agosto y octubre del pasado año, luego del triunfo arrollador de las fuerzas del chavismo y con mucha mayor intensidad desde que a comienzos de este año el inefable Róger Noriega, Secretario Adjunto del Departamento de Estado de los Estados Unidos para la América Latina, anunció la reanudación e incremento de las ayudas financieras y logísticas de su gobierno a los partidos y agrupaciones de la oposición venezolana para corregir lo que, en su opinión, marcha muy mal en nuestro país, lo que para nosotros no tiene otra lectura que para derrocar a Chávez.



Es interesante recordar que Noriega es un funesto personaje que es parte de la mafia cubano americana de Miami, quien tiene un amplio prontuario como instigador y desestabilizador de aquellos gobiernos que no le simpatizan a Washington, como ocurrió con el Sandinista de Nicaragua, en donde él tuvo la destacada responsabilidad de suplir armas a la contra revolución, en lo que se llamó la “Operación Irán-Contras”.



Efectivamente, son centenares los señalamientos de errores, fallas, desviaciones, abusos, corruptelas, depravación de funcionarios a todos los niveles de la actual administración que escuchamos y leemos todos los minutos del día a través del inmenso poder mediático opositor, conformado por los cuatro canales de TV comerciales, otros muchos del interior y la mayoría de emisoras y diarios de todo el país, a los cuales no se les da respuesta y que por ello terminan esos señalamientos por ser manejados por muchos compatriotas como verdades absolutas y más aún potenciados allende nuestras fronteras dentro de la línea de hacerle coro a las falsas acusaciones de la administración Bush para desacreditar a nuestro proceso de cambios revolucionarios.



Nos angustia, por ejemplo, todo cuanto nos dice ese perverso poder de los medios sobre nuestra PDVSA, acerca de que hay allí una incontrolable perversión a todos los niveles que conduce invariablemente a su destrucción. El diputado masista Montoya es uno de los voceros de tales acusaciones, quien involucra hasta al propio ministro-presidente de la empresa en tales fechorías y frente a todo eso no hay voz alguna del alto gobierno que explique lo que realmente está ocurriendo en nuestra principal industria y de esa manera despejar todo tipo de dudas, pues mientras éstas queden danzando a los cuatro vientos, el mayor perjudicado es el gobierno, no tanto hacia lo interno donde ya el pueblo tiene perfectamente calibrado a la oposición y a su asquerosa vanguardia mediática, sino hacia el exterior, donde abundan los medios de igual calaña que se regocijan repitiendo esas sandeces e iniquidades.



Se dice, por ejemplo, que las clinicas Populares de El Paraíso, Caricuao y Catia funcionan a medias y, como hecho grave, que los resonadores magnéticos y los tomógrafos instalados en esos centros asistenciales, los cuales tienen un altísimo costo, nunca se han puesto en servicio. Es reiterada la campañita a favor de los llamados presos políticos, que no son otra cosa que los subversivos y terroristas del golpe y el paro petrolero del 2002, para los cuales se pretende que sean indultados sin haber sido juzgados. Que en las Misiones ocurren de manera reiterada hechos muy graves que interfieren sus actividades normales y hasta provocan deserciones en masa, como falta de útiles, equipos y retardo o eliminación de las respectivas becas para el caso de las Robinson, Ribas, Sucre y Vuelvan Caras. Se asevera, con la asistencia de supuestos expertos en economía, que el crecimiento récord del 2004 lo fue por el alza de los precios del petróleo, cuando las estadísticas de los entes especializados nos dicen que el sector que más creció fue el no petrolero y otras, como por ejemplo, decir que la leche que expende Mercal carece de calcio.



Hay más, mi estimado ministro, y, ciertamente mucho más, pero no quiero ocuparle su tiempo con un tema que para nadie resulta un secreto. Son realmente preocupantes las denuncias de todo calibre que se lanzan en contra del gobierno bolivariano y de muchos de sus funcionarios. Me angustia, le reitero, la falta de una acción rápida y efectiva que contrarreste esa feroz campaña que no lleva otro propósito que horadar nuestra revolución y tratar por allí de reeditar lo que hizo la CIA con los sandinistas en Nicaragua, quienes perdieron las elecciones frente a un partido opositor que dio al traste con los avances y logros sociales que habían conquistado en beneficio del pueblo nicaragüense.



No podemos dejar de decirle que a la vista está el gran esfuerzo que usted ha venido haciendo en la dirección de construir una política comunicacional que apunte a corregir esta falla que hoy tenemos y por ello lo felicitamos, pero, sin embargo, pensamos que mientras no se concluya ese proyecto, hay que hacer algo más y con urgencia, pues el enemigo recibe mucho dinero del norte para potenciar cada día esa campaña y para nadie es un secreto que si esa gente sigue sin que nadie le responda, igualmente con la posibilidad de que esa respuesta tenga los mismos decibeles, estamos corriendo el riesgo de que, nuevamente, veamos el terrorismo y golpismo haciendo de las suyas. No abogamos porque se esconda aquello que, efectivamente, ande mal, pero es que para esa oposición, como usted bien lo sabe, todo cuanto hace el gobierno es pésimo y no puede ser que tengamos que aceptar esa negación persistente con la boca cerrada.



Por otra parte, la infiltración de las instituciones públicas es una realidad y allí hay que actuar también con urgencia, pues eso hace parte de una estrategia más general que se articula con la campaña de desacreditar toda la acción gubernamental. No nos llamemos a engaño, dejemos a un lado el sentimentalismo y más aún la tolerancia bobalicona que nos pueden conducir a situaciones muy incómodas y peligrosas. Hay sujetos que se han colocado la gorra roja, ocupan cargos de media y alta gerencia bien apadrinados y su única misión es sabotear los planes y proyectos del gobierno y quienes, por paradójico que parezca, actúan a la libre, no ocultan su acciones.



El problema es muy grave y no podemos perder más tiempo. Hay que actuar ya y rápido. La reacción dispone de inmensos recursos y no descansará en su objetivo de destruir una realidad de cambio que mucho nos ha costado.



Nunca olvidaremos las palabras del director del diario VEA, Don Guillermo García Ponce en Miraflores aquél nefasto día 11 de abril/02, quien dijo con la experiencia que le da su tenaz e invariable esfuerzo revolucionario de muchos años: “no tuvimos tiempo de organizar una apropiada y efectiva política comunicacional que enfrentara con éxito el inmenso poder mediático opositor golpista y fascista”.



Hoy pensamos, que si bien se ha avanzado bastante, falta mucho, así como que es urgente que de inmediato se articule una misión que tenga como responsabilidad poner en marcha un sistema de intercomunicación con el pueblo que tenga una cobertura de la más alta calidad, que sea diseñada e implementada dentro de los últimos y más sofisticados avances tecnológicos del momento, pues lo que planteó el camarada García Ponce aquel aciago día, aún sigue vigente.



Allí están para avanzar sin dilación alguna en nuestra propuesta, por ejemplo, las decenas de oficinas de prensa que funcionan en las instituciones y demás organismos de la administración pública que deben ser sometidas a un plan global de trabajo coordinado en función de enfrentar, sin pausa, al enemigo, bajo la rectoría de su Despacho, como única forma de garantizar que vayan a trabajar en esa dirección. Igualmente intensificar una programación de mayor audacia en el campo noticioso y de opinión en los medios radioeléctricos propiedad del Estado, pues pensamos que esas herramientas invalorables ofrecen la oportunidad para se actúe desde hoy mismo.


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Iván Oliver Rugeles


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