Memoria y cuenta 2011

Apenas el ciudadano Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, comandante Hugo Chávez, hablaba del Producto Interno Bruto (PIB), en la presentación de su memoria y cuenta el pasado viernes 13 de Enero ante la Asamblea Nacional, la bancada opositora se sintió aludida y con  manifestaciones depiquiña en sus armaduras y estructura ósea. La neurona generadora del odio guarimbero se activó y en cuestiones de segundos la toxina purulenta recorría los cuerpos intrincados de los opositores, donde el colesterol malo les inundaba de una fina capa de grasa los conductos  del cerebro.

 Mientras eso ocurría en los cuerpos escuálidos e inertes de la bancada opositora, veíamos a un presidente Chávez, firme, claro, preciso, con pulcritud de  ideas y pose de verdadero y gran estadista, presentando cifras y estadísticas, donde se reflejaban los grandes avances de una gestión de gobierno, de un proyecto de gobierno que va allá del tiempo medido, sino que el mismo está enmarcado en el gran proyecto nacional.

 Por supuesto, todas esas cifras dadas de lo que se hizo durante 2011 y las estadísticas del PIB tienen su impacto directo sobre la sociedad venezolana;  inclusive, con alcance en otras latitudes del hemisferio. Tal vez eso fue lo que le dio piquiña a los grupos opositores, porque la proyección del gobierno de Hugo Chávez se consolida en lo nacional y se proyecta en lo internacional. Además de ello y como se sabe, en macroeconomía el PIB “es una medida que expresa el valor monetario de bienes y servicios finales de un país durante un periodo (normalmente un año)”, reflejando también el bienestar material de la sociedad.

 Cada vez que  nuestro presidente legítimamente constitucional y líder máximo de la revolución venezolana hablaba de cifras, el mal de rabia minaba los cuerpos inertes, inanimados, lánguidos, exangües, exinanidos y escuálidos de muchos opositores. Así fueron manifestándose muchos de ellos, todos con ganas de ganarse el trofeo de la “Inteligencia bruta”. El primero en aparecer fue un adeco rancio, de baja estirpe política y con grandes cúmulos de grasa en la masa cerebral. Exhibía un cartelito blanco como el color de la cocaína, que tal vez llevaba en sus bolsillos. Luego salió un justiciero, sin espada de ideas y de mirar entre cejas, hablando de cifras, las cuales les fueron mostradas por nuestro comandante con claridad matemática. Hiram Gaviria, Alfredo Ramos y Juan Carlos Caldera, fueron más comedidos, más racionales en sus planteamientos, en sus intervenciones, sea como sea, con ganas de aportar ideas, proyectos para beneficio del país, como en realidad se quiere que sea. Nada de hablar duro para que sus seguidores les digan: ¡oye, que tipo para tener una inteligencia tan bruta! En ese rango, automáticamente quedaron nominados el adeco rancio y el justiciero sin espada.

 En tanto, nuestro presidente continuaba precisando logros y objetivos alcanzados durante el ejercicio de gobierno del año 2011. Grandes avances en lo político, lo económico, lo social, la cultural y militar. Las grandes inversiones que se han hecho en cada sector, aunado al gasto social que ha venido cumpliendo el Estado a través del Gobierno revolucionario.

 Como la piquiña era fuerte y la grasa amenazaba con reventar los conductos del cerebro, de pronto un grito miserable y de ideas cortas resonó en los alrededores del Capitolio, se escucho la palabra ¡ladrón! ¡Ladrón! Todos miraron perplejos las bocanadas que expresaba la pupila del imperio Yanqui, esa que un día casi le besa los pies al miserable y asesino George W. Bush. ¡Avemaría purísima!, dijo alguien.  Esa se ganó el trofeo de la Inteligencia Bruta. Ya perdiste las Primarias pero ganaste tu trofeo y nunca alcanzarás el reino de los cielos, sino que te espera el infierno y la quinta paila.

 *Politólogo  

 eduardojm51@gmail.com


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Eduardo Marapacuto*


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